Comentario
Se les ha llamado muchas cosas: amebas, cobardes sin carácter, llorones y otros nombres que no son adecuados para un periódico familiar.
La caracterización moderna para muchos políticos que se niegan a adoptar una postura, especialmente en medio de la creciente y rápida amenaza del socialismo estadounidense, es la palabra «debilucho».
La gente teme que se les insulte por expresar sus convicciones personales (suponiendo que las tengan) y, por tanto, o bien no dicen nada, o bien siguen la corriente para seguir adelante.
No es el caso del gobernador republicano de Florida, Ron DeSantis, que se parece cada vez más al tipo de líder que necesita el país, ya que el gobierno de Biden parece intentar transformarnos en una nación que es el polo opuesto de lo que pretendían los Fundadores y de lo que prescribe la Constitución.
Tras las críticas del presidente Biden a Texas y Florida por negarse a someterse a los dictados de Washington, a las cambiantes «directrices» de vacunación y mascarilla de los CDC y la variante Delta —y por implicación a sus gobernadores— DeSantis devolvió el golpe.
Respondiendo a la declaración de Biden de que si DeSantis y el gobernador de Texas, Greg Abbott, no quieren ayudar a combatir la pandemia, deberían «quitarse de en medio», DeSantis respondió en una conferencia de prensa. Lo citaré extensamente porque es importante para el contexto y para percibir el poder que hay detrás de sus palabras.
«Creo que la cuestión es que podemos tener una sociedad libre, o podemos tener un estado con seguridad biomédica (…) Joe Biden sugiere que si no haces políticas de cierre, entonces deberías ‘quitarte de en medio’ (…) Si viene a por los derechos de los padres en Florida, me pondré en su camino (…).»
Solo estaba empezando: «Si está intentando negar a los niños una educación adecuada, me interpondré en su camino. (…) Si usted va a restringir, imponer mandatos, si usted está tratando de arruinar sus puestos de trabajo y sus medios de subsistencia (…) y encerrar a la gente (…) Me pondré en su camino».
DeSantis entonces le dio esta réplica a Biden: «¿Por qué no hace su trabajo? ¿Por qué no asegura esta frontera? Hasta que no lo haga, no quiero oír ni pío sobre el COVID de usted».
Si eso no es suficiente para hacer hervir su sangre de libertad, entonces considere estas citas de tres figuras históricas —y una más reciente— que entendieron que la libertad no es el estado natural de la humanidad, de lo contrario más partes del mundo serían libres. La libertad debe renovarse constantemente.
Benjamín Franklin: «Quienes pueden renunciar a la libertad esencial para obtener un poco de seguridad temporal, no merecen ni libertad ni seguridad».
Abraham Lincoln: «Aquellos que niegan la libertad a otros no la merecen para sí mismos».
John Basil Barnhill: «Cuando el pueblo teme al gobierno hay tiranía, cuando el gobierno teme al pueblo hay libertad».
Ronald Reagan, que se enfrentó al comunismo soviético y fue todo lo contrario a un debilucho: «La libertad nunca está a más de una generación de su extinción. No la transmitimos a nuestros hijos en el torrente sanguíneo. La única manera de que hereden la libertad que hemos conocido, es si luchamos por ella, la protegemos, la defendemos, y luego se la entregamos con las lecciones bien dadas de que ellos en su vida deben hacer lo mismo. Y si usted y yo no hacemos esto, entonces usted y yo bien podríamos pasar nuestros años de ocaso contándoles a nuestros hijos y a los hijos de nuestros hijos lo que una vez fue Estados Unidos, cuando los hombres eran libres».
Las libertades perdidas son difíciles de recuperar. Hay muchos ejemplos en la historia antigua y más contemporánea que lo demuestran.
Sí, vacúnese si su médico lo aprueba, pero si las citas anteriores no son suficientes para que se enfrente a la turba de políticos, burócratas no elegidos, sindicatos de profesores, «expertos» médicos, muchos en los medios de comunicación serviles y dictadores médicos, entonces puede que muestre todos los síntomas de un debilucho.
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Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor y no necesariamente reflejan las opiniones de The Epoch Times
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