San Juan, 6 abr (EFEUSA).- Un pecio que se cree fue construido hace 100 años -de acuerdo al resultado de radiocarbono de la madera de la nave- fue encontrado en la Bahía de San Juan; reveló hoy el arqueólogo subacuático Jesús E. Vega e investigador principal del proyecto.
Según explicó Vega en una presentación en el Museo del Mar en el Viejo San Juan, la primera señal de la existencia del barco la dio la empresa Mason, que realizaba un dragado en dicha zona en el año 2016 para la construcción del nuevo muelle de Crowley Liner Services.
La compañía Mason se comunicó con el inspector marino Javier Bidot para que trabajase la parte geotécnica de la ingeniería del dragado. Este equipo de trabajo «encontró en la señal del sonar algo que parecía un barco hundido», indicó Vega.
Tras el hallazgo del sonar y una inspección preliminar de buceo, la compañía de transporte marítimo Crowley le hizo un acercamiento a Vega a través del ingeniero ambiental Ángel García, de la compañía AG Environmental.
Confirmando la existencia de un pecio de madera de construcción artesanal en el centro del espacio a ser dragado, Vega surgió excavar y ‘relocalizar’ el pecio como única alternativa para preservar el recurso cultural.
Asistido por los buzos científicos Gerardo Cabrera y José Carlos Asencio, un equipo de buzos comerciales de Marine Diving Contractors bajo la dirección de Carlos Jové, hijo, y otro personal, Vega excavó el pecio localizado al sur de la torre de comunicaciones del Aeropuerto Fernando Ribas de la Isla Grande.
Vega dijo este viernes en la presentación, que la embarcación -construida durante la Segunda Guerra Mundial- fue encontrada entre 21 y 23 pies de profundidad en aguas de entre muy baja a excasa visibilidad, en un sitio cercano a la antigua Base Naval de la Isla Grande.
«El pecio consta de la parte inferior del casco o la obra viva de un barco de madera de cien años de construcción, elaborado en los Estados Unidos. Creemos que podría ser el barco ‘Pocahontas’ hundido en el 1965», detalló Vega, quien es profesor de Ciencias Sociales en la Universidad de Puerto Rico-recinto de Ponce.
Vega rememoró que para llegar a la embarcación se excavó con una draga de agua, removiendo hasta diez pies de fango, alcanzando una profundidad de 40 pies en la popa.
El pecio mide 72 pies de largo en la ‘sobrequilla’ y 23 pies de ancho con la proa impactada.
La eslora o largo original del barco se estima en 75 pies de construcción artesanal, empleando clavos pre-industriales reciclados de otros barcos.
Aunque el barco tenía propulsión a motor, su construcción artesanal es una herramienta de gran valor para la arqueología subacuática.
Vega detalló que luego de exponer el pecio se excavó alrededor del mismo, se inyectó aire a presión para liberarlo del fondo marino y se levantó en una sola pieza tras una cuidadosa colocación de once bolsas de aire con una capacidad total de 22 toneladas.
La delicada fauna marina fue localizada dentro del pecio, al igual que parte del sedimento entre compartimentos para futuros estudios.
El pecio se localizó a 900 pies al noreste y entre 12 a 15 pies de profundidad.
Vega añadió que durante la expedición se encontró una estatuilla ritual afrocaribeña, cuya madera fue fechada por el método de Accelerator Mass Spectometry en 240 años.
El árbol donde se esculpió la estatuilla es contemporáneo con el pintor José Campeche.
Este pecio es importante en sí mismo, elegible al Registro Nacional de Lugares Históricos y representativo de la riqueza arqueológica subacuática de Puerto Rico.
«Esto es un barco de madera que tiene cierto misticismo. Cuando veo la bahía, yo quiero saber lo que hay allá abajo. Hay que recobrar esa memoria perdida, en un país que no debe ignorar su pasado marítimo», indicó también el científico.
«Idealmente quisiera relocalizarlo a un lugar más accesible, pues la bahía es muy difícil para llevar gente a bucear. Es un recurso para la educación, turismo y revitalizar la visión del pasado marítimo de Puerto Rico. Aquí tenemos el mar y no lo vemos», añadió también el escritor.
De acuerdo con Vega, seguramente en esa bahía se encuentran piezas de barcos desde el siglo XVI al XIX que utilizaban a San Juan como puente de transporte y también canoas prehistóricas de gran valor.
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