No fue suficiente arrojar cócteles molotov a los patrulleros o arrojar ladrillos prístinos recién comprados a las cabezas de los policías o a las ventanas de sus comisarías.
Ahora también debemos «desfinanciar a la policía».
Esto, junto con una nueva demostración de lealtad de los blancos a los negros (cf. Bethesda, Maryland y West Hollywood, California) son los más recientes tropos en nuestro actual suicidio social, como el de Robespierre.
Me pregunto ¿cómo se sienten los afroamericanos de la vida real sobre esta última increíblemente extraña demostración de culto de virtud caucásica que indica que se han vuelto locos?
La verdad es que casi todo lo que es declarado como justo o políticamente correcto por nuestras elites liberales/progresistas (durante diez minutos, en cualquier caso) y luego pregonado como tal por los medios de comunicación es lo contrario. Normalmente es una idea horrenda.
Nada lo es más que «desfinanciar a la policía».
Bueno, no completamente. Es una idea perfectamente buena para las celebridades de Hollywood (muchas de las cuales lo respaldan a lo grande) y los ejecutivos de alto nivel que casi siempre tienen sus propias fuerzas de seguridad personal bien entrenadas las 24 horas, armadas con los últimos aparatos de alta tecnología que serían la envidia de El Chapo.
¿Qué les importan esas personas de la clase trabajadora, alias la policía? Son para la chusma, las masas ignorantes…
Por supuesto, esa misma chusma somos tú y yo y, especialmente, las comunidades desfavorecidas donde ocurre la gran cantidad de crímenes.
¿Qué pasa cuando el niño de cuatro años de una madre soltera en Compton es herido en un fuego cruzado entre pandillas? ¿A quién llama para pedir ayuda para que no vuelva a ocurrir? ¿Al jefe de seguridad de LeBron James?
Hay docenas de ejemplos posibles. Podría seguir, pero el asunto es demasiado obvio: desfinanciar a la policía perjudica a la gente a la que se supone que debe ayudar.
Entonces, ¿por qué se propone? La única conclusión que se me ocurre es que es parte de una campaña de propaganda cuyo objetivo no es solo poner a Donald Trump fuera de la oficina, sino en última instancia, derrocar al Estado.
Esto se lograría a través de los medios de comunicación y las élites— se den cuenta o no, pero inspirados por su propio odio a Trump— haciendo inadvertidamente causa común con Antifa, el recientemente surgido Boogaloo (quienquiera que sean), y toda una serie de actores socialistas, comunistas, anarquistas y otros actores radicales trabajando juntos o por separado.
La ironía es que, si tuvieran éxito, otra forma de policía se encargaría haciendo parecer a la versión actual como los más dulces trabajadores sociales de una tarde especial de Hallmark. ¿Comisariado del Pueblo para Asuntos Internos (NKVD), alguien?
¿Algo de esto, será algo de esto, para mejorar la vida real de los afroamericanos? No sea ridículo. Ellos no tienen nada que ver. Son un accesorio.
De hecho, visto desde cualquier ángulo, gracias a la intersección del COVID y el asesinato de George Floyd, una nube masiva ha caído sobre América, y no es por el gas lacrimógeno o las bombas de humo.
Las emociones dominan el intelecto como nunca antes en nuestras vidas. La raza está siendo explotada como nunca antes. En los viejos tiempos era realmente un problema. Ahora es, en gran medida, una ilusión explotada por razones de poder y control. El racismo debe ser avivado, incluso cuando no existe, especialmente cuando no existe, con el fin de tomar ese control.
Pero se trata de un asesinato, y el asesinato es el más ruin de los actos. Ni siquiera necesitamos que los Diez Mandamientos nos digan eso.
Sin embargo, ¿por qué exactamente este policía blanco mató a este hombre negro? No lo sabemos realmente. ¿Fue por la raza? Es una buena posibilidad, pero hay varias otras motivaciones concebibles. Aparentemente se conocían entre sí. Puede que nunca sepamos la verdad en la histeria actual.
Pero incluso si asumimos, como lo hacen los medios de comunicación y nuestros amigos liberales, que tiene que ser por motivos raciales, un asesinato así cometido por un policía es un hecho extremadamente raro, y que se ha vuelto cada vez más raro a lo largo de los años. No lo sabrías viendo CNN, o a casi cualquier otra persona para este asunto.
Estamos en medio de una epidemia racista, nos dicen. Y es su culpa. Apuesto a que no lo sabía. Qué ignorante es.
Ahora repite después de mí…
Roger L. Simon es el analista político principal de The Epoch Times. También es un novelista premiado, guionista nominado al Oscar y cofundador de PJ Media.
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Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor y no necesariamente reflejan las opiniones de The Epoch Times
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