Opinión
Al revisar los informes de los últimos días en Minghui.org, un sitio web con sede en Estados Unidos que documenta la persecución de Falun Gong, vi que el Partido Comunista Chino (PCCh) sigue persiguiendo implacablemente a los practicantes de Falun Gong por su fe, creando más y más tragedias humanas.
Falun Gong, también conocido como Falun Dafa, es una antigua práctica espiritual china que consiste en ejercicios de meditación sencillos y lentos y en enseñanzas morales que incorporan los principios de verdad, benevolencia y tolerancia en la vida cotidiana. Su popularidad creció en la década de 1990, con entre 70 y 100 millones de practicantes en China a finales de la década, según estimaciones oficiales de la época.
Al sentirse amenazado por su popularidad, el PCCh lanzó una campaña de eliminación sistemática en julio de 1999. Desde entonces, millones de personas han sido detenidas en prisiones, campos de trabajo y otras instalaciones, y cientos de miles han sido torturadas mientras estaban encarceladas, según Falun Dafa Infocenter.
Mencionaré algunos de los practicantes de Falun Gong que fueron perseguidos, como se muestra en los últimos informes de Minghui.
Li Shunjiang, un destacado ingeniero de Qiqihar, en la provincia nororiental china de Heilongjiang, murió el 20 de mayo a la edad de poco más de 50 años. Había sido encarcelado dos veces desde 2001 y pasó 12 años en la prisión de Fengtun y en la de Tai Lai, donde fue torturado por los guardias de la prisión. Como consecuencia, sufrió un grave derrame pleural con acumulación excesiva de líquido en los pulmones y la cavidad torácica. La persecución de más de dos décadas ha cobrado también un alto precio para los miembros de la familia de Li: su esposa ahora padece una enfermedad mental y su suegra se ha quedado paralizada en la cama debido a la tremenda angustia mental y económica.
Yang Wanxin, de 65 años y residente en Beijing, fue secuestrada de su casa en agosto de 2020, y desde entonces está detenida ilegalmente en el Centro de Detención del Distrito de Shijingshan, en Beijing. La redada policial hizo que su marido, postrado en la cama, estuviera aterrorizado y desesperado por su detención. Su estado se deterioró rápidamente y murió en diciembre de 2020.
Mo Liqiong, una contadora de la ciudad de Xiangtan, provincia de Hunan, ha sido detenida y encarcelada en múltiples ocasiones desde 1999. Por ejemplo, el 25 de agosto de 2003 fue detenida y posteriormente condenada a nueve años en la prisión de mujeres de la provincia de Hunan, donde fue torturada por los guardias de la prisión. Durante su condena, fue despedida por su empleador y su marido se divorció de ella. El 5 de febrero volvió a ser secuestrada por la policía, y ha estado detenida ilegalmente en el Centro de Detención de Xiangtan.
Lu Mengjun, de 59 años, también residente en la ciudad de Xiangtan, ha sido condenada ilegalmente tres veces a penas acumuladas de 15 años y medio por su fe. Su última condena de 7 años y medio de prisión comenzó el 28 de abril, después de que fuera detenida de nuevo y saquearan su casa el 2 de junio de 2020.
Si bien sobrevivió a las torturas de los guardias de la prisión durante sus dos anteriores condenas, sus otros dos compañeros practicantes de Falun Gong, Lu SongmingLu Songming y Liu Liyan, que fueron detenidos junto a ella, fueron perseguidos hasta la muerte, en 2021 y 2014, respectivamente.
Gu Xiaohua, residente en Beijing de 72 años, fue juzgada por el Tribunal del Distrito de Chaoyang, en Beijing, por su fe el 19 de abril, tras su detención por la policía que saqueó su casa y confiscó tanto sus libros de Falun Gong como sus pertenencias personales el 17 de abril de 2019. Mientras estuvo detenida en el Centro de Detención del Distrito de Chaoyang, se le negó el derecho a que su abogado la visitara o la defendiera en el tribunal.
Gu ha sido objeto de repetidos ataques por su fe desde que comenzó la persecución en 1999. Fue condenada a un año y medio de trabajos forzados en enero de 2002, a cuatro años en noviembre de 2005 y a otros dos años y medio de trabajo forzado en febrero de 2009.
Cuando el PCCh lanzó una campaña de persecución sistemática en julio de 1999, declaró que eliminaría a Falun Gong en un plazo de tres meses, difamando a los practicantes, confiscando su riqueza y atacándolos físicamente. Los practicantes asesinados como resultado de la persecución serían declarados víctimas de suicidio e incinerados inmediatamente, sin un proceso de identificación. Un número cada vez mayor de informes (pdf) e investigaciones (pdf) muestran que el PCCh se ha dedicado a la masiva sustracción forzada de órganos patrocinada por el Estado contra los practicantes de Falun Gong y otras víctimas en un acto de maldad sin precedentes.
Durante los últimos 22 años, la persecución de Falun Gong ha demostrado ser uno de los casos más graves en la historia de los crímenes de lesa humanidad. El número real de muertes causadas por la persecución es difícil de calcular, debido a la estricta censura en China continental. Minghui ha confirmado y verificado la muerte de 4641 practicantes de Falun Gong a manos de las autoridades del PCCh por negarse a abandonar su fe.
Sin embargo, esta estadística incompleta es solo una fracción de un número de víctimas mucho mayor, ya que muchas muertes no se han denunciado, como las de aquellos que han sido asesinados para la sustracción de sus órganos.
En la actualidad, un gran número de practicantes inocentes de Falun Gong siguen sufriendo en las cárceles y centros de detención de China, donde se enfrentan a la amenaza de la tortura y la sustracción forzada de órganos.
La persecución debe terminar, y cada día que continúa es un día en que la tiranía del PCCh sigue triunfando sobre la conciencia humana.
Shi Ming es un escritor independiente que lleva muchos años cubriendo los temas de China y los derechos humanos. Colabora con la edición en chino de The Epoch Times desde 2011.
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Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor y no necesariamente reflejan las opiniones de The Epoch Times
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