La decisión de Serbia de alinearse con el Partido Comunista Chino (PCCh) al detener a practicantes de una fe perseguida alertó a Estados Unidos, y un observador de la libertad religiosa lo ha calificado de «trato fáustico».
Justo antes de que el líder del régimen chino, Xi Jinping, visitara Belgrado a principios de mayo con gran fanfarria y llevara a cabo docenas de tratos con funcionarios serbios, seis practicantes del grupo de meditación Falun Gong, junto con dos familiares, fueron detenidos bajo la acusación de que suponían una «grave amenaza para las personas bajo protección internacional». Los detenidos, entre los que se encontraba una mujer de 80 años, fueron puestos en libertad solo después de que Xi abandonara el país.
La disciplina espiritual Falun Gong se centra en los principios de verdad, benevolencia y tolerancia, y a finales de la década de 1990 contaba con entre 70 y 100 millones de practicantes en China.
Desde 1999, el régimen chino ha llevado a cabo una campaña nacional de persecución contra Falun Gong y, desde entonces, ha detenido, torturado y asesinado a un número incalculable de sus practicantes.
Ahora, la aparente capacidad de Beijing para influir hasta tal punto en un país europeo preocupa a los defensores de los derechos humanos.
«En China, las autoridades persiguen sin piedad a los practicantes de Falun Gong por sus actividades religiosas, y miles de ellos se enfrentan a la detención, el encarcelamiento e incluso la muerte durante su reclusión. Lamentablemente, esta persecución se extiende también mucho más allá de las fronteras de China», declaró a The Epoch Times Eric Ueland, comisionado de la Comisión para la Libertad Religiosa Internacional de Estados Unidos.
«El gobierno de China recurre con frecuencia a la represión transnacional para silenciar las voces críticas con el Partido Comunista Chino y sus graves abusos contra la libertad religiosa. Ningún gobierno debe consentir las exigencias antiliberales de China para reprimir a sus propios ciudadanos».
Las acciones de Serbia también inquietaron a Katrina Lantos Swett, presidenta de la Fundación Lantos para los Derechos Humanos y la Justicia.
Serbia parece dispuesta a «cumplir claramente las órdenes de China» sin tener en cuenta el impacto en sus ciudadanos, declaró a NTD, medio asociado de The Epoch Times.
«Se trata de personas respetuosas con la ley, que en realidad son una bendición para cualquier comunidad de la que formen parte», afirmó.
«Pero no cabe duda de que esto se ha hecho, bien por orden del PCCh, bien, lo que es aún más inquietante si cabe, como un esfuerzo por demostrar cuánto desean complacer a China, cuán dispuestos están a ganarse el favor de este régimen dictatorial y represivo».
Bajo el comunismo, las autoridades perseguían a las personas que consideraban sospechosas con el pretexto de la «detención preventiva». Uno de los ocho detenidos, el practicante de Falun Gong Dejan Markovic, dijo que su detención tuvo los mismos tintes.
Después de detener a los practicantes en previsión de la visita de Xi, el Sr. Markovic dijo que el jefe de policía de Belgrado le dijo que sabía que eran buenas personas.
«No voy a interrogarlos. No necesito interrogarlos. Pero el fiscal del distrito nos pidió 48 horas de detención», dijo el jefe de policía, según declaró Markovic a The Epoch Times.
La elección de Serbia de «ponerse del lado del PCCh en la supresión de Falun Gong en el extranjero» fue «espantosa», según el portavoz del Centro de Información de Falun Dafa, Zhang Erping.
«Es una vergüenza que Serbia, que era un estado comunista hace poco tiempo, esté ahora llegando a un acuerdo fáustico con el PCCh», dijo a The Epoch Times. «La historia no verá con buenos ojos a quienes colaboren con un régimen que ha asesinado a unos 60 millones de vidas inocentes a lo largo de los años, sobre todo por su horrendo crimen de extraer órganos por la fuerza a los practicantes de Falun Gong».
Lo ocurrido en Serbia demuestra que la campaña de influencia china contra los disidentes es «mucho más amplia y mucho más insidiosa de lo que la gente creía», afirmó Lantos Swett.
«Tenemos que denunciarlo», afirmó. «China, con toda su fuerza, también es muy sensible, no le gusta que la critiquen. Y son muy conscientes y sensibles a su reputación mundial».
Las figuras políticas, las personas influyentes en las redes sociales y otras personas con influencia cultural, dijo, pueden hacer un mejor trabajo sacando el tema a la luz. Si algo merece ser objeto de protesta, dijo, es el régimen chino, «que ha ejercido una persecución más generalizada y una represión más cruel contra más personas que ningún otro país».
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