El accidente mortal de un avión Osprey estadounidense en Japón el año pasado se debió a un «fallo catastrófico» en la caja de cambios y a la decisión del piloto de seguir volando a pesar de la avería, según un informe de las Fuerzas Aéreas estadounidenses.
El CV-22B Osprey se estrelló frente a la costa de Yakushima, Japón, durante una misión de entrenamiento el 29 de noviembre de 2023, matando a los ocho aviadores que iban a bordo. Todos los aviones Osprey permanecieron en tierra durante meses tras el incidente.
Un informe de investigación de las Fuerzas Aéreas estadounidenses del 1 de agosto afirmaba que un fallo en la caja de engranajes del rotor de la hélice izquierda causó «un rápido fallo en cascada del sistema de propulsión [de la aeronave], lo que provocó una condición de sustentación asimétrica instantánea que fue irrecuperable» para la tripulación.
Según el informe, el piloto del Osprey no «reconoció la urgencia» para realizar un aterrizaje de emergencia a pesar de las repetidas advertencias en la cabina.
El piloto recibió un aviso de emergencia de «aterrizar tan pronto como sea posible» cuando el avión aún estaba cerca de Japón continental y podría haberse desviado al aeródromo de aterrizaje más cercano. Sin embargo, la tripulación continuó su misión prevista con un «debate limitado» sobre las opciones para desviar el vuelo, según el informe.
Este aviso también permite al comandante de la aeronave decidir sobre la continuación de la misión, «en función de las circunstancias de la misión y del entorno operativo», según el informe.
Alrededor de los 71 minutos de vuelo, el piloto recibió un aviso de emergencia que le ordenaba «aterrizar lo antes posible» en la zona disponible más cercana donde fuera posible un aterrizaje seguro.
El piloto decidió entonces desviarse al aeropuerto de Yakushima, situado a unas 60 millas de distancia. Según el informe, esta decisión no indicaba «un sentido de urgencia acorde» con la gravedad del estado.
El informe sugería que el piloto podría haber considerado otros lugares de aterrizaje, «como islas con helipuertos, terrenos de aterrizaje adecuados en otras islas o pistas, como la situada en Satsuma-IoJima, a unas 36 millas náuticas».
Una vez en las inmediaciones del aeropuerto de Yakushima, el Osprey voló en un «patrón de caja rutinario», en lugar de declarar una emergencia al control de tráfico aéreo y proceder a una aproximación «en línea recta» a la pista. Esto añadió varios minutos adicionales al vuelo, según el informe.
El piloto notificó finalmente al aeropuerto que tenía una emergencia, pero no lo hizo hasta cuatro minutos antes del «fallo catastrófico». La inadecuada gestión del riesgo por parte del piloto «contribuyó sustancialmente» al accidente, según el informe.
«Durante la aproximación final al aeropuerto de Yakushima, aproximadamente a 800 pies sobre el nivel del suelo, el PRGB izquierdo falló de forma catastrófica, causando una elevación asimétrica repentina y forzando al avión a un giro inmediato a la izquierda, lo que provocó que la aeronave rodara bruscamente dos veces antes de impactar contra el agua», se afirma en el informe.
El Osprey es un avión híbrido con capacidad de despegue y aterrizaje vertical. Puede operar como un helicóptero, pero también puede girar sus hélices en pleno vuelo para volar más rápido como un avión de ala fija.
Aunque su capacidad para cambiar la forma de volar hace que el Osprey sea extremadamente útil para una gran variedad de misiones y operaciones, la aeronave se ha enfrentado a problemas mecánicos y operativos desde su primer vuelo en 1992. Se ha visto implicado en múltiples accidentes, incluidos los ocurridos en Japón, donde está desplegado en bases militares tanto japonesas como estadounidenses.
Desde 1992, se han producido más de una docena de accidentes de Osprey, que han causado la muerte de más de 50 militares.
Con información de Katabella Roberts
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