«¿Dónde están todos los hombres buenos?» es una pregunta que probablemente haya oído hacer una o dos veces en su vida. Tal vez, incluso la haya pronunciado usted misma.
En lugar de los tipos varoniles de John Wayne que corren por ahí, tenemos chicos que llevan pantalones ajustados y maltrechos y blusas floreadas, que se recogen el pelo largo en un moño de hombre adornado con un cola de caballo. A menudo, estos simples aspectos externos son también un signo de un carácter interno que rehúye el trabajo duro y la responsabilidad que antaño caracterizaba a un ejemplar de masculinidad.
Pero cuando exploramos las posibles razones del aumento de los hombres débiles y afeminados, a menudo miramos en todas las direcciones menos en una: hacia las mujeres. Hay un viejo dicho que dice que detrás de todo buen hombre hay una buena mujer. La sociedad actual tiende a pensar lo contrario: que detrás de toda mujer fuerte hay un hombre no sexista, servicial y feminista. Pero, ¿y si esta es la raíz de la cuestión de dónde están todos los hombres buenos? ¿Es posible que tuviéramos hombres más fuertes, más masculinos y de buen corazón, dispuestos a tomar la iniciativa y a ser buenos maridos y padres que mantengan a sus familias si hubiera más mujeres buenas?
Como mujer, es una pregunta difícil de aceptar. Aunque no me atrevería a decir que la falta de hombres varoniles es únicamente culpa de las mujeres, creo que es prudente que las mujeres se tomen en serio esta pregunta y consideren lo que pueden hacer para animar a los hombres de sus vidas a ser masculinos. Abrazar la feminidad y rechazar el feminismo parece un camino plausible.
El feminismo, que aboga por los derechos de la mujer y la igualdad de sexos, ha sido la ideología en alza durante los últimos 50 años aproximadamente. Pero incluso quienes abrazan esta ideología se están dando cuenta de que tiene sus inconvenientes. La autora feminista Camille Paglia es una de esas personas. Aunque sigue manteniendo sus opiniones feministas, Paglia dijo hace casi una década a la entonces editora asociada del Wall Street Journal, Bari Weiss, que la forma de sacar a los hombres del pozo en el que los hemos metido es permitiendo que las mujeres vuelvan a ser mujeres.
Se me ocurren cinco formas sencillas para que las mujeres busquen la feminidad:
Usar una falda. Casi puedo ver las miradas de reojo y oír los gemidos. Pero dejar de lado los leggings o los mom jeans y coger un vestido o una falda con regularidad hace maravillas. Hablando por experiencia personal, no solo el uso de una falda hace que una mujer se sienta y actúe más como una dama -y rara vez mal vestida- sino que también parece hacer que los hombres traten a las mujeres con más respeto.
Relájese y deje que los hombres tomen la iniciativa. Si las mujeres quieren que los hombres sean líderes, no pueden estar constantemente arrebatando el liderazgo a los hombres. Eso desanimaría a cualquiera -hombre o mujer- a dar un paso al frente en una tarea. Así que deje a un lado la precipitación, pregunte a los hombres de su vida la dirección que aconsejarían en diversas situaciones, y deje que asuman la responsabilidad, ayudando -pero no imponiendo- de cualquier manera que pueda.
Acepte a los niños. El feminismo convenció a las mujeres de que los hijos son una molestia y un obstáculo para avanzar en la vida. Nada más lejos de la realidad. Para las mujeres que quieren abrazar la feminidad, aprender a aceptar que los hijos son una bendición, y amar y deleitarse con esa bendición, criando a la próxima generación para que abrace la fe, la familia y el país, contribuirá en gran medida a matar la mentira que es el feminismo.
Evitar la dureza. Definitivamente hay momentos en los que las mujeres deben convertirse en mamás oso para proteger las cosas más cercanas y queridas para sus corazones. Pero dirigir esa dureza hacia los hombres a través de la mandonería solo desgarrará los pocos fragmentos de masculinidad que quedan en la sociedad. En cambio, una actitud dulce y amable potencia tanto la actitud femenina como la masculina en sus respectivos sexos.
Construya a los hombres. Hoy en día, los hombres están muy desgarrados. No contribuya a esa destrucción golpeándolos usted misma. En lugar de eso, refuerce a los hombres que le rodean. Agradézcales la forma en que la protegen. Felicítelos por su comportamiento masculino. Deje que le sujeten la puerta o que le lleven las cajas, aunque crea que puede hacerlo usted sola.
Desgraciadamente, estas acciones son contraculturales y pueden hacer que la tachen de misógina, ¡incluso si es mujer! Nadar a contracorriente nunca es fácil, pero quienes aceptan el reto de hacerlo son los verdaderos conductores del cambio, audaces y valientes. Así que si, como mujer, quiere cambiar el mundo, libérese de las ataduras del feminismo y abrace la feminidad.
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