Además de la disputa comercial entre Estados Unidos y China, otro tema de preocupación mundial este año es la reforma de la Organización Mundial del Comercio (OMC). Recientemente, Estados Unidos, Japón y la Unión Europea decidieron unirse para ultimar la propuesta de reforma de las normas mundiales sobre subsidios industriales, la cual introducirá subsidios industriales más estrictos y reglamentos para las empresas estatales de otros miembros de la OMC. Aunque no se mencionó específicamente el nombre de China, está claro que el objetivo principal de esta medida es el régimen chino, y su objetivo principal es hacer frente a las prácticas comerciales desleales del Partido Comunista Chino (PCCh).
A lo largo de los años, el PCCh ha sido inescrupuloso en el comercio internacional y violó reiteradamente varios de los compromisos que asumió al momento de ingresar a la OMC. Aquí hay algunos ejemplos de sus políticas y prácticas no orientadas al mercado.
Desde su ingreso a la OMC en 2001, el PCCh exprimió a las empresas extranjeras de diversas maneras para obtener beneficios para sí a través del marco interno y externo de la OMC. Con el fin de convertir a sus empresas estatales en líderes mundiales en las industrias de semiconductores, vehículos eléctricos, robots y otros campos de alta tecnología, mediante el uso perjudicial de prácticas de subsidios y financiación bancaria estatal, obligó indirectamente a muchas empresas extranjeras a cerrar y abandonar el mercado. Al mismo tiempo, el PCCh no permite que los bancos extranjeros realicen operaciones en renminbi y obliga a las empresas extranjeras a transferir su tecnología.
Aunque el PCCh nunca admite estas políticas que distorsionan al mercado, una encuesta anterior mostró que aproximadamente una quinta parte de las empresas extranjeras –muchas de las cuales pertenecen a las industrias aeroespacial y química– han tenido que transferir tecnología para poder hacer negocios en China. No obstante, durante más de una década, varios miembros de la OMC, incluidas administraciones anteriores de Estados Unidos, la mayor potencia económica del mundo, no hicieron nada ante las violaciones por parte del PCCh de las normas de la OMC que socavaron el sistema de comercio mundial.
Esto contrasta con la situación actual, en la que Estados Unidos, Japón y la UE finalmente han decidido actuar.
Recientemente, muchos académicos y expolíticos han señalado que la decisión de la administración Clinton de ayudar al PCCh a entrar en la OMC hace 20 años fue el mayor error que se haya cometido.
Mirando hacia atrás en la historia, la cuestión del estatus de nación más favorecida (NMF) y la adhesión de China a la OMC fue un tema clave de debate en la política de Estados Unidos hacia China en la década de 1990. Antes de que China disfrutara de una relación comercial normal y permanente con Estados Unidos, según la Ley de Comercio de Estados Unidos de 1974, los países sin economía de mercado como China no podían disfrutar automáticamente del estatus de NMF. Se requería un periodo de prueba de un año y que el Presidente presentara una solicitud de prórroga al Congreso. Antes de 1989, casi todas las revisiones de la condición de NMF de China se aprobó sin problemas.
Después de la masacre de la Plaza de Tiananmen en 1989, la situación de los derechos humanos en China suscitó gran preocupación en Estados Unidos. Muchas organizaciones de derechos humanos y legisladores propusieron abolir el estatus de NMF de China para castigar al PCCh por sus violaciones de los derechos humanos. Aunque Estados Unidos decidió finalmente conceder la prórroga, tanto la administración y el Congreso de aquel entonces expresaron su preocupación por los derechos humanos en China durante el proceso de revisión anual.
En 1993, el entonces recién nombrado presidente Clinton anunció oficialmente la vinculación de las condiciones de derechos humanos de China con la cuestión del estatus de NMF. Emitió una orden ejecutiva en la que afirmaba que si el PCCh no realizaba progresos amplios y significativos en materia de derechos humanos, perdería su condición de NMF durante los años 1994 a 1995. La administración Clinton esperaba que el PCCh hiciera concesiones en materia de derechos humanos. Sin embargo, debido a la mayor presión de los círculos políticos y empresariales nacionales, justo después de la publicación de la declaración pública, en mayo de 1994, Clinton anunció que seguiría concediendo el estatus de NMF al PCCh y separando el comercio de los derechos humanos.
La separación del comercio de los derechos humanos marca un punto de inflexión en la política de Estados Unidos hacia China. Desde entonces, las conexiones económicas y comerciales se convirtieron en el eje principal de las relaciones entre Estados Unidos y China, lo que allanó el camino para que el PCCh ingresara finalmente a la OMC.
Como parte del acuerdo de adhesión a la OMC, Estados Unidos debía conceder primero a China el estatus de NMF permanente. La Ley de Comercio de EE.UU. de 1974 tiene restricciones y el Congreso necesitaba aprobar una nueva legislación. Esta legislación llevó la batalla entre el comercio y los derechos humanos en toda la sociedad estadounidense a un nivel completamente nuevo.
En mayo de 2000, la Cámara de Representantes aprobó el proyecto de ley con 237-197, dando a China una relación comercial permanente (estatus NMF permanente). Cuatro meses después, el Senado aprobó el proyecto de ley con una votación de 83 a 15. En octubre del mismo año, el entonces presidente Clinton firmó la “Ley de Relaciones Estados Unidos-China de 2000”. En 2001, China se convirtió oficialmente en miembro de la OMC.
Con la esperanza de que “la libertad económica traerá libertad política, solo toma tiempo”, con la afirmación optimista de que “el desarrollo económico y comercial entre Estados Unidos y China promoverá el progreso de los derechos humanos de China”, de hace casi 20 años, la administración Clinton ayudó al PCCh a entrar en la OMC. El 10 de octubre de 2000, en la ceremonia de firma de la “Ley de Relaciones Estados Unidos-China 2000” en la Casa Blanca, Clinton dijo a los asistentes: “Recordarán este día y estarán orgullosos de lo que han hecho”. De hecho, tal como él dijo, el mundo recordó este día 20 años después. Sin embargo, no fue recordado como un día de orgullo en la historia de Estados Unidos.
En octubre de 2018, el vicepresidente de Estados Unidos, Mike Pence, dijo al repasar la historia de las relaciones entre Estados Unidos y China: “Después de la caída de la Unión Soviética, asumimos que una China libre era inevitable. Con gran optimismo a principios del siglo XXI, Estados Unidos aceptó dar a Beijing acceso abierto a nuestra economía, y trajimos a China a la Organización Mundial del Comercio. Las administraciones anteriores tomaron esta decisión con la esperanza de que la libertad en China se ampliaría en todas sus formas –no solo económica, sino también políticamente, con un renovado respeto por los principios liberales clásicos, la propiedad privada, la libertad personal y la libertad religiosa– toda la familia de los derechos humanos. Pero esa esperanza no se cumplió”.
De hecho, lo más importante, mirando hacia atrás en este momento tan crítico de la historia, el mayor error que cometió Estados Unidos en su política hacia China por muchos años fue que no diferenció claramente al PCCh de China. Wei Jingsheng, un conocido activista de derechos humanos, dijo una vez: “Si Estados Unidos no le hubiese dado el estatus de Relaciones Comerciales Normales Permanentes (PNTR en inglés) a China y no le hubiese permitido la entrada a la OMC en ese entonces, ¿cómo podría el Partido Comunista Chino sobrevivir hasta el día de hoy, cómo podría incluso convertirse en una amenaza para Estados Unidos en la actualidad? Simplemente no sería posible”.
Pero afortunadamente, bajo el liderazgo del Presidente Trump, Estados Unidos y los países occidentales también están despertando y muchos han comenzado a tomar medidas para combatir el peligro y las amenazas del PCCh en varios ámbitos. Durante el período de la Guerra Fría entre Estados Unidos y la Unión Soviética, el expresidente estadounidense Ronald Reagan dijo que la libertad y la democracia avanzarán y que el comunismo será arrojado a las cenizas de la historia. La guerra entre Estados Unidos y China es la máxima batalla entre la libertad y el comunismo. Está claro que el día en que el PCCh sea arrojado al basurero de la historia no está muy lejos.
Flora Yan es una estudiante de tercer año de la Universidad de Washington en Seattle con doble especialización en ciencias políticas y comunicación. Está llevando a cabo investigaciones relacionadas con el impacto de la propaganda en la opinión pública y la política pública; el papel de la propaganda en los países totalitarios; y la conexión entre los derechos humanos y la política exterior. Como aspirante a analista sobre China, está particularmente interesada en las cuestiones de derechos humanos en China.
Los puntos de vista expresados en este artículo son las opiniones del autor y no reflejan necesariamente los puntos de vista de La Gran Época.
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