De acuerdo a un informe reciente, el régimen chino ha montado la «mayor represión transnacional del mundo» para asegurarse de que las comunidades chinas en todo el planeta se sometan a la líena del Partido Comunista Chino (PCCh).
La campaña expansiva apunta a los disidentes que huyeron de China y a aquellos que tienen un punto de vista diferente al del régimen. Las tácticas de Beijing incluyen espionaje, amenazas, acoso, agresiones físicas y generar presión contra los familiares que permanecen en China, según el informe de casi 650 páginas del Instituto de Estudios Estratégicos de las Escuelas Militares (IRSEM), una agencia independiente afiliada al Ministerio de las Fuerzas Armadas de Francia, que presenta una visión completa de las operaciones de influencia china en todo el mundo.
El régimen también ejerce presión directa sobre nueve Estados extranjeros. En tales naciones exige el arresto de personas que son buscadas por las autoridades chinas.
Estados Unidos tiene la población china de más rápido crecimiento por fuera de China, según la Oficina de Asuntos Chinos en el Extranjero, un organismo administrativo dependiente del Consejo de Estado que se relaciona con los chinos en el extranjero. Cerca de 60 millones de chinos étnicos viven fuera de China.
Para el régimen, esta población es un «objetivo prioritario» en sus operaciones de influencia, según el informe, porque en ese entorno pueden reconocer a quienes critican al PCCh en el extranjero y a quienes llevan dichas críticas a sus familiares en China continental.
A pesar de que la gran mayoría de ellos tienen ciudadanía extranjera y, por lo tanto, no se consideran ciudadanos chinos, Beijing ha sostenido que todos los chinos en el extranjero son miembros de una «gran familia china» unida por lazos de sangre, al tiempo que califica a los que se salen de su doctrina como «traidores».
El 23 de agosto de 2019, el embajador chino en Lituania y funcionarios de la embajada china participaron en protestas que buscaban interrumpir una manifestación en apoyo al movimiento democrático de Hong Kong. Después de que la policía interviniera y detuviera a dos ciudadanos chinos, varios diplomáticos chinos se acercaron a la policía con sus insignias de la embajada exigiendo la liberación de los detenidos. Lituania protestó más tarde convocando al enviado chino y dijo que el personal de la embajada china «estaba involucrado en la organización de acciones ilegales».
En Suecia, dos empresarios que representaban al estado chino habían intentado silenciar a la activista Angela Gui, hija del librero sueco nacido en China, Gui Minhai, a quien Beijing sentenció a 10 años de cárcel en 2020. Durante una reunión en febrero de 2019, en Estocolmo, los empresarios prometieron asegurar la liberación de su padre si dejaba de hablar con los medios, según el informe. Uno de los hombres le dijo que, si no confiaba en ellos, tal vez nunca volvería a ver a su padre.
«¿Qué es lo más importante para ti? ¿Tus valores o tu padre?, recordó la hija del librero.
La reunión, en la que fue intimidada la señora Gui, fue iniciada por la embajadora de Suecia en China, Anna Lindstedt. Tras una protesta pública en Suecia, el país retiró a Lindstedt de Beijing y la puso bajo investigación.
Gui estuvo lejos de ser el único chino en el extranjero que experimentó amenazas de los agentes del PCCh.
Anastasia Lin, una actriz canadiense, provocó la ira de Beijing por ser una practicante de Falun Gong y por su franqueza a la hora de hablar sobre los derechos humanos. Beijing la declaró “persona non grata” y le negó la visa china. Después de ser coronada Miss Mundo Canadá en 2015, recibió una llamada de su padre, que dirigía un importante negocio en la provincia de Hunan, en el sur de China, diciéndole que había recibido la visita de las fuerzas de seguridad chinas. Presionado por las autoridades, el padre de Lin le suplicó que detuviera su activismo.
‘Le puede pasar a cualquiera’
La intimidación es otra táctica desplegada por el PCCh, señaló el informe. Las personas que son señaladas por el régimen, por ejemplo, han recibido llamadas telefónicas abusivas a medianoche, mientras que activistas y políticos que adoptan una postura crítica contra China también han sido chantajeados.
El régimen ha tratado de desacreditar a los disidentes haciéndose pasar por ellos, por ejemplo, enviando correos electrónicos insultantes a funcionarios extranjeros, según el informe.
El político chino-canadiense Richard Lee, vicepresidente de la Asamblea Legislativa de la Columbia Británica, fue detenido en 2015 durante ocho horas cuando llegó a un aeropuerto de Shanghai, las autoridades dijeron que lo retenían por actividades que «ponían en peligro la seguridad nacional». La policía examinó sus teléfonos personales y gubernamentales antes de expulsarlo del territorio chino. Lee reveló su experiencia en 2019 y creía que estaba relacionada con su apoyo vocal a los derechos humanos en China, incluida su participación anual en una vigilia con velas para conmemorar a los asesinados durante la masacre de la Plaza Tiananmen.
El hecho de que un funcionario de alto perfil como Lee «pueda ser acosado significa que, como él mismo dice, eso «le puede pasar a cualquiera», escribieron los investigadores.
El informe decía que lo que sucedió en Canadá se había desarrollado «contra una gran cantidad de chinos en el extranjero, en todas las democracias liberales».
Apuntando a los practicantes de Falun Gong
En un intento por acabar con el grupo espiritual Falun Gong, que desde 1999 se convirtió en el objetivo de una campaña de persecución, Beijing ha reclutado a más de 1000 agentes en Canadá, incluidos canadienses chinos, empresarios y estudiantes, dijo el informe refiriéndose a declaraciones de Hao Fengjun: un exoficial de policía de la Oficina 610, un organismo similar a la Gestapo, creada específicamente para reprimir a Falun Gong.
El régimen había establecido redes de informantes para perseguir al grupo en Australia y en Estados Unidos, según Chen Yonglin, exprimer secretario del consulado chino en Sydney, cuyo trabajo era «monitorear y perseguir» a Falun Gong, de acuerdo con el informe. A los diplomáticos también se les dieron instrucciones para identificar a los practicantes de Falun Gong y ponerlos en una lista negra que impidiera su regreso a China, según Chen, quien desertó a Australia en 2005 y obtuvo asilo el mismo año.
Las redes de informantes descritas por Hao también existen en Estados Unidos y Australia y tienen una escala similar a la de Canadá, dijo Chen.
En 2004, Pan Xinchun, Cónsul General Adjunto de China en Toronto, fue condenado por difamación tras usar palabras difamatorias para atacar a un practicante de Falun Gong. Por su parte, dos empleados del Consulado Chino en Calgary fueron vistos distribuyendo literatura de odio contra Falun Gong en la Universidad de Alberta.
Suprimir los medios de comunicación extranjeros
Algunos periodistas de The Epoch Times también han sido víctimas de la campaña de intimidación del régimen. En 2010, Tao Wang, un reportero de NTD en idioma chino, un medio asociado de The Epoch Times, reveló que había recibido amenazas de muerte en llamadas telefónicas de agentes chinos.
Las amenazas se intensificaron después de que él se negó a cumplir con sus demandas.
«Dijeron: ‘¿De verdad crees que no hay nada que podamos hacerte porque estás en Canadá?». También mencionaron: ‘Si alguna vez haces público sobre esto, estás, en palabras chinas, buscando la muerte’”, relató Tao a los medios locales en ese momento.
Tao, que tenía una empresa en China, se enteró de que agentes chinos visitaron a sus clientes y les dijeron que el empresario estaba participando en actividades ilegales en Canadá que dañaban la seguridad nacional de China. El mismo día, después de recibir esa llamada telefónica, se congelaron las cuentas bancarias de su empresa.
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