En su artículo de mayo de 2023, «Quedémonos dentro», John Mac Ghlionn comienza con el fenómeno japonés del hikikomori, que lleva décadas produciéndose. Explica que hiki significa «retirarse» y komori «permanecer dentro». En Japón, 1.5 millones de personas, muchos de ellos hombres jóvenes, se han apartado completamente de la sociedad: no tienen citas, no trabajan, no socializan en persona.
El Sr. Mac Ghlionn luego señala que el hikikomori es una tendencia creciente en algunos otros países. Aquí en los Estados Unidos, por ejemplo, informa que el 60 por ciento de los hombres estadounidenses de 20 años son solteros y que el 50 por ciento de todos los hombres solteros no tienen interés en tener citas. Millones, incluidas algunas mujeres, se quedan en casa, miran televisión durante horas, juegan videojuegos y se niegan a buscar trabajo o hacer amigos.
Tampoco se trata simplemente de un síndrome de juventud. Muchos estadounidenses, nos dice el Sr. Mac Ghlionn, afirman no tener ningún amigo, y las personas mayores sufren a menudo física y mentalmente por la falta de vida social.
Peor aún, es probable que estos índices de soledad y autoconfinamiento empeoren en los próximos años. A menos que esta tendencia se invierta, el Sr. Mac Ghlionn advierte de que «la acelerada atomización de la sociedad provocará el colapso de todos los vínculos y nos conducirá a una nueva y aterradora era postpolítica».
Esta ausencia generalizada de conexiones humanas tradicionales es una triste situación. ¿Pero qué pasa con el resto de nosotros? ¿Nos dedicamos al hikikomori en grado menor? En otras palabras, ¿salimos al mundo o hacemos un trabajo sin hacer ningún intento de construir puentes con los demás? ¿Compramos cada mañana un café a la misma camarera sin aprender nunca su nombre? ¿Trabajamos al lado de un hombre sin saber dónde creció o incluso si tiene hijos? ¿Enviamos mensajes de texto a nuestros amigos y familiares, pero rara vez les llamamos por teléfono o quedamos para tomar una copa de vino?
Estas pequeñas conexiones con los demás pueden enriquecer el tapiz de la vida, pero algunas personas tienen problemas para entretejerlas. Son introvertidas, tienen demasiada prisa o, más sencillamente, son descuidadas y responden a un «¿Qué tal?» del cajero del banco con un «Tengo que hacer un ingreso».
Sin embargo, por insignificantes que sean, estas relaciones a pequeña escala son una de las ruedas que hacen que el mundo siga girando. Pueden aumentar nuestra sensación de bienestar y son sorprendentemente fáciles e incluso agradables de practicar.
He aquí algunas formas de relacionarse con los demás.
Sonría y mire a los ojos. No necesita una sonrisa que le quiebre la cara. Basta con una sonrisa natural. En cuanto al contacto visual, que sea breve y amistoso.
Aprenda y utilice los nombres de las personas con las que se encuentra habitualmente. Puede que la Julieta de Shakespeare se pregunte: «¿Qué hay en un nombre?», pero la mayoría de nosotros nos sentimos halagados cuando un mecánico o un bibliotecario nos saluda de esta manera.
Practique las pequeñas atenciones. Si le abre la puerta a una hija que empuja a su madre en silla de ruedas, probablemente le recompensarán con una sonrisa. Felicite a un compañero por un trabajo bien hecho, y puede que salga del trabajo caminando por las nubes.
En «Take It from a Bartender» (El consejo de un camarero), la escritora y camarera Haley Hamilton nos recuerda que estas breves interacciones no conllevan ningún compromiso, pero pueden «merecer la pena y ser francamente agradables». Y concluye: «La tecnología nos ha dado una forma de hablar con extraños a distancia, y aunque sienta bien ver esos pulgares arriba junto a sus mensajes y fotos, nada supera la emoción de establecer una conexión en la vida real. Puede que me paguen por hablar con desconocidos, pero no se me ocurre una mejor forma de ganarme la vida».
Dar a los demás una pequeña parte de nosotros mismos también es una forma estupenda de ganarse la vida.
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