Cuando David Hanscom dio positivo por COVID-19, estaba devastado.
«Estaba conmocionado», dijo Hanscom, que vive en el área de la bahía. No pensó que la prueba daría positivo, y minimizó su frustración cuando su esposa terminó con una prueba negativa. «Quiero decir que estadísticamente era uno de los cientos de personas de entre millones en California, me quedé sorprendido. Estaba bastante desanimado, pero luego me di cuenta de que en realidad resultó ser un regalo, ¿verdad?».
Porque Hanscom es ahora parte del gran porcentaje de personas que contrajeron el virus del PCCh, conocido como el nuevo coronavirus, y se han recuperado. Actualmente se entiende que las personas que se han recuperado no deberían contagiar de nuevo, y son inmunes.
Fatiga extrema
Hanscom y su esposa habían salido a esquiar a Utah, del 5 al 8 de marzo,pero en la tarde del 10 de marzo, comenzó a sentirse mal. Se produjo de repente, y le dolía todo el cuerpo y sentía como si tuviera una fiebre muy alta. Resultó ser apenas una fiebre, de 99,4 ºF (37 ºC), pero junto con los dolores musculares y la extrema fatiga que sentía, él y su esposa fueron al médico.
Nadie en la estación de esquí se ha enfermado desde entonces, como Hanscom sabe, y nadie con quien hayan estado en contacto desde su regreso tampoco. Hanscom y su esposa no fueron a un área de alto tráfico, así que técnicamente no se les requirió hacer pruebas para COVID-19. Pero Hanscom y su esposa querían saber, y su esposa lo pidió específicamente.
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«Así que me hice la prueba con un hisopo nasal, que dio positivo el 16», recordó Hanscom.
Él experimentó un dolor que duró dos o tres días, una leve tos seca sin otros síntomas respiratorios, y una extrema fatiga que duró alrededor de una semana.
«Después, desde el 23, he estado completamente normal», comentó.
Desde entonces, su esposa se queda en casa, mientras que Hanscom hace los mandados esenciales como la compra semanal, teniendo cuidado, haciendo cosas como lavarse las manos una vez que está en casa con ella.
Ansiedad y aislamiento
En el condado de Alameda, donde se encuentra Hanscom, se le aconsejó que se quedara en casa hasta que estuviera asintomático durante tres días consecutivos, lo que significa que desde entonces se le ha autorizado a estar fuera de casa a pesar de los mensajes de autocuarentena; desearía que más personas fueran claramente conscientes de esto.
«De hecho, se me autorizó a entrar en la sociedad el día 21», señaló. «Miren, estamos reteniendo a la gente, de lo cual estoy a favor, pero estamos metiendo a la gente en prisiones y no les decimos cómo salir».
Hanscom cree que es fundamental que personas como él vuelvan a participar en la sociedad y la economía, y que se muestren, lo que podría dar esperanza a otras personas. Piensa que se deben hacer más pruebas, para que la gente que se ha enfermado pueda estar segura de que se ha recuperado de COVID-19, o en lugar de un resfriado.
«Estamos encerrando a la gente en sus casas sin mucha esperanza. Sabemos que tres cuartas partes de la gente va a estar expuesta al virus, así es como va a ser. La mayoría de la gente no se va a enfermar, pero algunas personas sí, y un cierto número de personas va a morir, lo cual es horrible».
Él dice que volver a poner a la gente en circulación es vital, y cree que cuantas más pruebas podamos hacer, más rápido podremos lograrlo.
Además subraya la gravedad de los efectos del aislamiento, ya que la gente está en autocuarentena voluntaria en todo el país y sin compensaciones, tanto económicas como en términos de nuestra ansiedad.
Hanscom es un cirujano de la columna vertebral cuya práctica se centraba en pacientes con cirugías de espalda fallidas, y desde entonces abandonó su práctica para centrarse en ayudar a la gente a controlar el dolor crónico. Como experto en dolor crónico, también sabe mucho sobre la ansiedad, y ha escrito muchos artículos sobre cómo disminuirla, lo cual se relaciona con esta enfermedad de varias maneras.
«Paradójicamente, la ansiedad no es una cuestión psicológica. Es solo una sensación generada por sustancias químicas elevadas de estrés, es una respuesta al estrés», afirmó. «Y lo que sucede cuando la respuesta al estrés se mantiene, es que en realidad compromete tu sistema inmunológico».
«Los humanos tienen pensamientos que crean la misma reacción que una amenaza física, y no podemos escapar de nuestros pensamientos, así que cada humano tiene algún nivel de ansiedad basado en la amenaza, una amenaza percibida o una amenaza real», aseguró Hanscom.
Por lo tanto, la preocupación de Hanscom es doble: sin saber si habrá una forma de salir de nuestro estado de emergencia, la ansiedad cobra un precio en el sistema inmunológico de muchas personas, y el propio aislamiento social físico añade un obstáculo para disminuir esta respuesta de estrés porque no estamos viendo a otras personas.
Expresó: «Cuando te aíslas socialmente, estás desregulando el sistema nervioso autónomo», porque no estamos viendo y procesando regularmente las reacciones faciales de otras personas, que es una forma de medir el nivel de amenaza.
«Así que mi esposa ahora mismo está bastante aterrorizada porque no sabe si está a salvo o no. Sé que estoy a salvo», exclamó.
«Soy libre. Quiero decir, sé que lo tenía y que me curé», destacó,
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