Doctora de 72 años es torturada por su fe y muere días después de salir de prisión en China

Por Jocelyn Neo
15 de octubre de 2024 2:28 PM Actualizado: 15 de octubre de 2024 2:28 PM

Una doctora en medicina interna que fue detenida, condenada y torturada repetidamente en China por no renunciar a su fe murió días después de ser puesta en libertad de su última condena.

Antes de fallecer a los 72 años, Liu Dongxian, antigua médico jefe del Hospital de la Cruz Roja del condado de Taoyuan, en la provincia china de Hunan, había pasado casi 16 años entre rejas, sufriendo abusos y tormentos por dar a conocer la práctica espiritual de Falun Gong. Fue perseguida en todos los frentes.

En el trabajo, Liu fue degradada a realizar tareas ocasionales en un almacén de medicamentos. Mientras estuvo encarcelada, la golpearon y le aplicaron descargas eléctricas con porras, la obligaron a permanecer de pie durante largas horas en el frío después de desnudarla, la esposaron y la colgaron de las muñecas, y la alimentaron a la fuerza. En una ocasión se le negó el acceso a los baños durante una semana y se vio obligada a lamer el suelo cuando los guardias encontraron orina en su celda. La tortura extrema le dejó las piernas y los pies hinchados y supurantes, según Minghui.org, una organización sin ánimo de lucro con sede en Estados Unidos que informa sobre la persecución de Falun Gong por parte del Partido Comunista Chino (PCCh).

Falun Gong, también conocido como Falun Dafa, es un sistema de cultivación de superación personal que incluye ejercicios meditativos suaves y enseñanzas morales basadas en los tres principios fundamentales de Verdad, Benevolencia y Tolerancia. Introducido en 1992, Falun Gong se hizo muy popular en China a finales de la década de 1990. En 1999, el entonces líder del PCCh, Jiang Zemin, percibió las enseñanzas morales de Falun Gong y su creciente popularidad como una amenaza a la cultura de lucha, ateísmo y materialismo del PCCh, y lanzó una campaña nacional de persecución para erradicar la práctica el 20 de julio de 1999. La violenta represión continúa hasta la fecha.

Practicantes de Falun Gong participan en un desfile en Washington, D.C., para conmemorar el 24º aniversario de la persecución de la disciplina espiritual en China por parte del PCCh el 20 de julio de 2023. (Samira Bouaou/The Epoch Times)

La última detención

Liu fue detenida en diciembre de 2016 por concienciar sobre la persecución en curso contra Falun Gong.

Posteriormente fue condenada a nueve años por la corte del Condado de Taoyuan. Intentó apelar, pero la Corte Intermedia de la ciudad de Changde confirmó el veredicto y fue enviada a la Prisión de Mujeres de la provincia de Hunan para cumplir su condena, según el informe.

En prisión, los guardias obligaban a Liu a permanecer de pie durante largas horas sin moverse. Como seguía negándose a renunciar a su fe, no la dejaban ir al baño a menos que el jefe de reclusos le diera permiso.

Un dibujo de la tortura extrema utilizada rutinariamente contra los practicantes de Falun Gong encarcelados en cárceles chinas. (Minghui.org)

En enero de 2022, la división de «alta seguridad» de la prisión donde Liu y otros practicantes de Falun Gong estaban recluidos fue trasladada a la quinta planta. La metieron en una celda con otros practicantes de Falun Gong, la mayoría de los cuales padecían graves problemas de salud tras haber sufrido abusos durante mucho tiempo.

En mayo de 2024, Liu desarrolló una afección cardiaca y su presión arterial era notablemente alta. En un intento de eludir la responsabilidad por su estado crítico, las autoridades la pusieron en libertad 19 meses antes de lo previsto. Murió pocos días después, a los 72 años.

Una pintura que representa el método de tortura de alimentación forzada. (Minghui.org)

Maltratada, amenazada, vigilada

Antes de su última detención en 2016, Liu había sido detenida y encarcelada varias veces y pasó un año y nueve meses en un campo de trabajos forzados.

Fue detenida por primera vez en 2000 por realizar los ejercicios de meditación de Falun Gong y permaneció recluida un mes. La volvieron a detener en julio de ese año y pasó otro mes en la cárcel. En 2001, Liu fue detenida de nuevo y permaneció recluida cinco días. Tras su liberación, viajó a Beijing para apelar por el derecho a practicar Falun Gong, pero fue detenida por cuarta vez y enviada a un centro de detención. Allí fue golpeada y electrocutada durante cinco horas.

Liu fue condenada a un año y nueve meses de prisión y enviada al campo de trabajos forzados de Baimalong. Allí la sometieron a diversos métodos de tortura: la obligaron a sentarse en un pequeño taburete o a permanecer de pie durante largas horas, la esposaron y la alimentaron a la fuerza tras declararse en huelga de hambre. Estuvo a punto de asfixiarse durante el proceso de alimentación forzada y posteriormente sufrió una grave hemorragia gástrica. Su presión arterial subió a 300 mmHg después de que los guardias de la prisión le inyectaran por la fuerza drogas desconocidas.

El 5 de noviembre de 2002, Liu fue puesta en libertad, pero no sin antes firmar un acuerdo de vigilancia y ser informada por la policía de que su marido tendría que pagar una multa de 20,000 yuanes (2830 dólares) y su hermano sería despedido de su trabajo si ella incumplía los términos del acuerdo.

Liu, que seguía negándose a dejar de practicar su fe y a informar a la gente sobre la persecución en curso, fue detenida de nuevo en 2003 y 2004 y recluida en un centro de lavado de cerebro.

En agosto de 2006, Liu fue detenida de nuevo. Se declaró en huelga de hambre y fue alimentada a la fuerza hasta que vomitó sangre. En febrero de 2007 volvió a ponerse en huelga de hambre, que duró tres meses, informó Minghui.org. La alimentaron a la fuerza todos los días y llegó a perder la mitad de su peso corporal original.

Fue condenada a tres años en una audiencia celebrada el 3 de abril de 2007.

En agosto de 2011, Liu fue detenida de nuevo y condenada a cuatro años de prisión. Allí la privaron del sueño y del uso de un baño y también la obligaron a permanecer de pie durante largas horas.

Durante todos los años que estuvo encarcelada, Liu no sólo sufrió abusos físicos, sino también psicológicos. Los reclusos la amenazaban a menudo con matarla si no cooperaba con ellos y renunciaba a su fe. A pesar del deterioro de su salud debido a los constantes malos tratos, se mantuvo fiel a su fe.

Con información de Arsh Sarao.


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