Comentario
Dice el viejo refrán «Un oso herido (o un panda, en este caso) es más peligroso que uno sano». La idea detrás de ese aforismo ampliamente utilizado es que los adversarios débiles o acorralados simplemente tienen más probabilidades de actuar de una manera más desesperada e impredecible. Como resultado, plantean mayores riesgos para sus competidores. Por supuesto, es una generalización, sin embargo también hay algo de sabiduría en ello.
El 2019, no es un buen año, es muy malo para el PCCh
Eso no quiere decir que China se sienta acorralada como tal; eso probablemente es exagerar el caso. Pero no significa que no se sientan presionados por sus distintos problemas, que ciertamente lo están. Los últimos 12 meses más o menos fueron particularmente desafiantes para el liderazgo del Partido Comunista Chino (PCCh).
No hay duda que China, y en particular el liderazgo del PCCh, ha tenido un año muy difícil. Quizás lo peor de todo es que muchos de los problemas de China no tenían que convertirse en los grandes desafíos en que se los han convertido ahora. Algunos fueron autoinfligidos y completamente evitables. Otros, sin embargo, fueron simplemente mal manejados, o una combinación de ambos.
La peste porcina africana, Huawei y el caos de «Made in China 2025»
Las epidemias ocurren, sin embargo en el caso de China, la decisión del Partido de imponer aranceles de represalia a la carne de cerdo de EE.UU. y de importar carne de cerdo de Rusia, donde se había producido una conocida epidemia de peste porcina africana, fue un monumental error de juicio. Luego, en una rara admisión de culpa, el Partido admitió su falta de acción rápida y de contención de la epidemia, que se ha vuelto peor de lo que se esperaba, amenazando los suministros de alimentos en todo el mundo.
Estos catastróficos fracasos políticos le costaron a China la mitad de su población porcina solo en 2019. La responsabilidad de la grave escasez de alimentos, las penurias y el aumento de los precios de los alimentos recae únicamente en el liderazgo del PCCh.
En el ámbito del comercio mundial, el continuo pecho inflado de los líderes del PCCh sobre su programa «Made in China 2025» fue totalmente innecesario. Declarar que China se convertiría en el centro mundial de desarrollo tecnológico y de manufactura a expensas de sus principales socios comerciales fue inmaduro, auto-indulgente y simplemente estúpido. El previsible contragolpe fue de alguna manera una sorpresa para el liderazgo del Partido.
Más aún, la promesa de vaciar las economías de sus mayores socios comerciales mostró una gran falta de respeto hacia los mismos países que hicieron rica a China. Ese punto fue resaltado por las revelaciones de los escándalos del software espía de Huawei en Polonia, Canadá, los países nórdicos y en Estados Unidos. Esto arrojó una luz brillante sobre la política oficial de China de robar la propiedad intelectual y la tecnología contra el resto del mundo a escala industrial.
También ayudó a validar la naciente guerra comercial del presidente Trump contra China. Para muchos, Beijing obtuvo -y sigue obteniendo- lo que se merecía.
La situación de Hong Kong se está complicando
Luego vino la insistencia de Beijing en impulsar un proyecto de ley de extradición esencialmente ilegal en Hong Kong. De nuevo, otro acto de arrogancia suprema y una incapacidad o falta de voluntad para evaluar la relación riesgo-recompensa de una determinada situación. Las protestas podrían haber terminado rápidamente en una semana.
Cuando las manifestaciones comenzaron en junio de 2019, la presencia de tres millones de personas en las calles de Hong Kong debería haberle aconsejado al liderazgo del Partido que el proyecto de ley de extradición costaría más de lo que valía. En cambio, Beijing se negó a utilizar el buen juicio. Si el proyecto de ley hubiera sido retirado inmediatamente, los manifestantes habrían tenido su victoria, muy probablemente con celebraciones en la calle durante un fin de semana, y luego continuarían con sus vidas.
En lugar de ello, el enfoque torpe de Beijing, trajo consigo la condena internacional, así como la pérdida de ingresos y el deterioro del prestigio del principal centro financiero de China. Sin embargo las protestas en Hong Kong continúan hoy en día, y es probable que sigan durante algún tiempo.
El Partido perdió la ventaja y el liderazgo fue humillado. Lo que es peor, habilitó de manera insensata a la «intromisión extranjera» en Hong Kong, lo único que el PCCh había advertido a sus ciudadanos durante décadas. Esto ha ocurrido desde que el presidente Trump pudo entrelazar el trato que Beijing brinda a los manifestantes de Hong Kong con las negociaciones de la guerra comercial con Estados Unidos.
Al no haber manejado la situación de Hong Kong a tiempo, Beijing le ha dado al presidente Trump una ventaja que nunca hubiera tenido. Para el liderazgo del PCCh es solo un desastre que solo parece empeorar cuanto más tiempo pasa. Lo que es bastante evidente para todos dentro del Partido en China, Hong Kong y el resto del mundo es que el liderazgo no tiene buenas opciones. Esta herida autoinfligida continúa infectando al PCCh hasta su mismo núcleo.
El doble juego con «El Donald»
Incluso la guerra comercial podría haberse resuelto en gran medida antes de que comenzara la crisis de Hong Kong. Recordemos que Trump anunció un acuerdo con China que se había alcanzado en mayo. Sin embargo, los líderes chinos socavaron y humillaron al presidente de Estados Unidos al retirarse de los términos acordados.
Una vez más, eso no fue ni sabio ni útil para la causa de China. No solo fue una mala evaluación por parte del liderazgo del Partido para saber por dónde y como servir mejor los intereses de China, sino que también fue un tremendo error de juicio en cuanto a no considerar la personalidad y las acciones del presidente Trump.
La falta de reconocimiento de las diferencias fundamentales entre el presidente Trump y sus predecesores ha dado lugar a la escalada de la guerra comercial en lugar de su resolución que estaba claramente a la vista. El liderazgo del PCCh tuvo una gran oportunidad el pasado mes de mayo para manejar exitosamente la relación con Estados Unidos sobre una base de la cooperación y la echó a perder.
La respuesta de Trump al haber actuado de mala fe de parte de China fue rápida. Inmediatamente elevó los aranceles, firmó una orden ejecutiva que prohibía a Huawei y a otros proveedores de redes chinas y restringió el acceso de China a tecnologías clave debido por las amenazas a la seguridad nacional. Lo que era una oportunidad para una resolución relativamente indolora de la guerra comercial para China se perdió sin ningún beneficio evidente.
Si Trump tenía alguna duda sobre el apetito del PCCh por hacer el doble juego y a la inclinación de su liderazgo por ejercer la humillación personal, ya no la tiene más. Lo que es más, si los miembros del PCCh no tenían ninguna duda sobre su futuro inmediato a principios de 2019, ciertamente ahora la tienen.
China está definitivamente peor que el año pasado en esta época.
La gran pregunta es: «¿Se volverá China más agresiva en 2020?» Es decir, ¿el año próximo verá a China flexionar su músculo militar como reacción a los desafíos crecientes y no satisfechos y al liderazgo fallido? ¿Continuará disparándose a sí misma en el pie, sin importar las consecuencias?
¿O el Partido reevaluará su proceso de toma de decisiones y buscará resolver sus problemas sobre una base más racional?
Será un año interesante.
James Gorrie es un escritor y conferencista que vive en el sur de California. Es el autor de «La crisis de China».
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Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor y no necesariamente reflejan las opiniones de The Epoch Times
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