Hace poco, una querida amiga cuyo esposo había fallecido hacía unos meses me dijo que le costaba ir a la iglesia porque en algún momento de la comunión se le saltaban las lágrimas. Ella y su esposo siempre habían asistido a la iglesia juntos, y la tristeza de sentarse sola le resultaba abrumadora. Su dolor era totalmente comprensible; su esposo se había ido.
Hay otro tipo de dolor menos reconocido por nuestra cultura, un dolor que se produce cuando se sabe que alguien está muriendo, pero se desconoce la duración de sus días restantes. La etiqueta para este estado emocional puede denominarse «duelo anticipado». En un manual de estudio de Barbara Rubel, «Loss, Grief, and Bereavement», lo define como una reacción de duelo «relacionada con una pérdida inminente; incluye el duelo, el afrontamiento, la interacción, la planificación y la reorganización psicosocial antes de una muerte».
Un domingo reciente, tuve una experiencia similar a la de mi amiga. Después de la comunión, las lágrimas fluyeron, pero las razones eran diferentes. Mi esposo está vivo; ¿por qué debería llorar? Padece una enfermedad pulmonar crónica (sin cura) y superó el número de años previstos con su diagnóstico. Ahora lleva oxígeno las 24 horas del día, y sus salidas se limitan a viajes cortos a la tienda o a cualquier lugar donde haya asientos cerca. Algunos días parecen casi como «los viejos tiempos»; otras veces, él y yo experimentamos una sensación de fatalidad inminente. Dado que él ve nuevas limitaciones casi a diario, la necesidad de afrontar lo que le espera es mucho más conmovedora que la mía.
El duelo anticipado puede surgir no solo cuando alguien está a pocos días de morir, sino también cuando alguien recibe un diagnóstico terminal para el que puede haber muy poco tratamiento, o incluso para una enfermedad crónica que es un nuevo diagnóstico. Tenga en cuenta que la definición de Rubel no sólo incluye el duelo y el afrontamiento, sino también la interacción y la planificación.
Afrontamiento
Entonces, ¿cómo afrontamos la situación cuando sabemos que alguien va a morir? Hay algunas formas prácticas. Algunas personas querrán unirse a un grupo de apoyo, hablar con su ministro o con otros familiares y amigos. Mi esposo tiene el objetivo de intentar hacer una salida al día, incluso si eso significa que vamos a la tienda y él se sienta en el auto. Hace unas semanas, exploramos algunos sitios locales e incluso fuimos a dar un paseo en el monorraíl de Jacksonville, pero algunos días incluso eso es demasiado difícil. Si alguien puede salir de casa, o así sea solo sentarse en la entrada para observar a los vecinos, los perros y los bebés, o descansar en el porche trasero, es terapéutico.
La planificación puede ayudar al cuidador y a la persona enferma a tener una sensación de control. A algunas personas les gusta adelantarse y planificar un funeral; también trabajar para asegurarse de que las finanzas están en orden puede mantener a raya la ansiedad. Como pertenezco a una familia numerosa, mi madre envió una lista de reliquias familiares a los seis hijos adultos y pidió a cada uno que eligiera las tres más importantes. Estas «reliquias» incluían joyas, muebles, porcelana y cuadros. Mamá recopiló la lista e incluso puso el nombre de la persona en el reverso de algunos de los artículos. Luego nos la envió a todos. Su objetivo era que nadie discutiera sobre las pertenencias de la familia después de su muerte. Nadie lo hizo.
Estar juntos
Sobre todo, pasar tiempo juntos es la mejor manera de afrontar el duelo anticipado. En una reunión familiar o en un cumpleaños (en persona o por videollamada), el mero hecho de reconocer internamente que ahora estamos juntos puede aportar una sensación de paz.
Mi esposo y yo hemos hablado mucho sobre la muerte. Probablemente sea duro para él, que está casado con una enfermera de cuidados paliativos jubilada. Hemos llorado juntos, pero nos hemos reído aún más. La mayoría de los días no hablamos de la muerte en absoluto porque, y especialmente a la luz de COVID, él ha dicho y yo he dicho: «Queremos vivir».
Cambios
La última parte de la definición de Rubel, la reorganización psicológica, puede implicar muchos cambios en la estructura del individuo o de la familia. Quizás el cónyuge siempre sacaba la basura o cambiaba las pilas del detector de humos y ya no puede hacerlo. Tal vez la abuela solía comprar todos los regalos de cumpleaños o de vacaciones de los nietos y ya no puede hacerlo. Estos cambios requieren un cambio de mentalidad. Tal vez ayudar a la abuela a elegir los regalos en línea o encontrar una manera de hacer regalos familiares en lugar de regalos individuales puede facilitar estas transiciones mientras sigue dando a la persona opciones para hacer.
Hace mucho tiempo, llegó un momento con mi padre en el que me di cuenta de que ya no podía salvarme si me ahogaba en el mar. Toda mi vida, él había sido el fuerte. Me había sentido segura y protegida. Entonces llegó el momento en que supe que si estábamos en el océano, tendría que salvarle a él. Mirar a alguien con ojos nuevos produce tristeza, pero reconocer el ciclo de la vida nos ayuda a aceptar lo que es. Nos da la oportunidad de volvernos más compasivos y amables en lugar de impacientes y frustrados.
Pueden producirse otros cambios, como darse cuenta que la propia situación económica puede verse reducida tras la muerte del ser querido, o que algunas situaciones sociales se verán alteradas, como que los eventos festivos ya no se celebren en la casa familiar o incluso en la misma ciudad. Estos pensamientos también pueden crear más ansiedad sobre lo que está por venir, de modo que mantenerse centrado en el día a día, viviendo el presente, se convierte en el objetivo.
Cuando le pregunté a mi esposo si tenía algo más en su lista de deseos, me dijo: «Solo ámame». Qué comentario tan liberador, ya que ambos intentamos vivir cada día descubriendo la belleza y la alegría.
Penélope Burr reside con su esposo en Jacksonville, Florida. Una buscadora de toda la vida, encuentra satisfacción a través de la iglesia, la familia, los amigos y el tenis.
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