Comentario
De acuerdo con la sabiduría convencional de la clase ordenada de expertos económicos y analistas de Washington, esto no debería estar sucediendo.
Sin embargo, la fuerte y creciente economía de Trump continúa desafiando las proyecciones de los pesimistas, dando a los republicanos una ventaja crucial que los conduce a la temporada electoral 2020.
Bien entrado el segundo año de una guerra comercial cada vez más intensa con China, en medio de una desaceleración de la economía mundial, con un presidente de la Reserva Federal poco cooperativo y recalcitrante, decidido a mantener las tasas de interés considerablemente por encima de las de los competidores en el extranjero, y enfrentándose a un impeachment de una mayoría demócrata en la Cámara de Representantes, que no está interesada en tomar medidas pro-crecimiento que puedan ayudar al Presidente, la economía de Estados Unidos continúa su crecimiento récord.
Estados Unidos tiene actualmente la tasa de desempleo más baja en 50 años. Está experimentando la expansión económica más larga registrada, así como tasas históricas de empleo para minorías y mujeres. Todos estos indicadores impulsan las perspectivas de reelección del presidente Donald Trump el próximo noviembre.
Es una pesadilla para los demócratas, que ya están luchando con un campo sorprendentemente débil de perspectivas presidenciales y colapsando los índices de aprobación en medio de la debacle del impeachment.
Agreguemos a eso el hecho de que el índice de aprobación de Trump entre los afroamericanos es el más alto que tuvo cualquier presidente republicano desde Dwight Eisenhower (a pesar de cuatro años de acusaciones histéricas de racismo por parte de los demócratas y sus principales medios de comunicación), y no es de extrañar que los expertos agentes demócratas estén comenzando a elaborar estrategias contra el segundo mandato de un presidente cuya legitimidad ha sido negada por los líderes del partido demócrata desde el primer día.
Puede ser un indicio de desesperación demócrata que le hayan dado a Trump su primera victoria importante en el Capitolio desde que Pelosi tomó el mazo en enero pasado. Después de meses de retraso, los demócratas finalmente llegaron a un acuerdo con la administración respecto a la aprobación del USMCA, el acuerdo comercial con Canadá y México que el presidente negoció para reemplazar el impopular y obsoleto NAFTA.
Con el fracaso del impeachment en las encuestas y los votantes comenzando a entender el tema de Trump y de un Congreso demócrata que no hace nada, respaldar el Acuerdo Estados Unidos-México-Canadá debe haber parecido la mejor defensa para los demócratas asediados. Aprobar el acuerdo sin duda producirá grandes beneficios para los trabajadores estadounidenses, incluso si eso le otorga a Trump el derecho a presumir el cumplimiento de otra promesa central de su campaña.
En este punto, parece que esta es la elección de Trump para avanzar, y si la economía continúa ganando impulso, incluso es posible que los republicanos retomen la Cámara en un importante realineamiento de la coalición política republicana, algo que no se ha visto desde la aplastante victoria de Reagan en su reelección de 1984.
Pero incluso si un escenario tan optimista se desarrolla para los republicanos, hay algunas nubes oscuras en el horizonte. Durante décadas, los demócratas han estado en un juego largo y muy efectivo sobre inmigración, con la esperanza de inclinar el equilibrio demográfico de la nación a favor de su Partido. El estado de California, que le permitió a Richard Nixon y Ronald Reagan llegar a la presidencia con mayorías sólidas, se ha vuelto irrevocablemente azul, y ahora, otros antiguos estados rojos como Virginia están siguiendo el mismo curso.
Si la fortuna le sonríe a Trump y los republicanos reclaman el control de ambas cámaras del Congreso, se les puede dar una última oportunidad para detener la ola de inmigrantes ilegales que ha continuado inundando nuestra frontera sur, transformando permanentemente la composición cultural y política del país.
Cuando el entonces presidente de la Cámara de Representantes, Paul Ryan, estaba a cargo, el Partido Republicano desperdició una oportunidad histórica para construir el muro y asegurar la frontera, en su lugar, utilizó su capital político para forzar votos controvertidos en una lista de políticas favorecidas por el antiguo establecimiento republicano, las cuales tenían poco que ver con la agenda de America First.
Contra todo pronóstico, Trump está dando a los republicanos una última oportunidad para salvarse de ser relegados a un estatus de minoría permanente, y para salvar a la nación de una transformación permanente hacia una cacofonía políglota de tribus en guerra y políticas de identidad divisivas.
Si juegan bien sus cartas, los republicanos podrían convertirse en el partido de una nueva y amplia clase media estadounidense donde se incluyen votantes tradicionalmente demócratas que se unen en torno al populismo económico denominado America First del presidente Trump. Pero si vuelven al viejo libro de jugadas anteriores al Partido Republicano de Trump, serán consignados a la basura de la historia, en una división de Estados Unidos entre una clase media en vías de desaparición y una mayoría demócrata permanente conformada por las élites de la clase dominante y los siervos nacidos en el extranjero.
Con todas las noticias económicas positivas que prometen aumentar el apoyo a Trump y a los republicanos el próximo noviembre, el Partido Republicano tiene una oportunidad única en una generación para remodelar el panorama político en 2020.
Si los líderes republicanos siguen el ejemplo del Presidente, podrán frustrar la estrategia de dominación demográfica de los demócratas.
Robert Wasinger se desempeñó en funciones de asesoramiento y enlace senior en los equipos de campaña y transición del presidente Donald Trump, después de una amplia experiencia en Capitol Hill.
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Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor y no necesariamente reflejan las opiniones de The Epoch Times
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