Opinión
Como si de un combate cuerpo a cuerpo se tratara, Washington no solo tiene ante sí la misión de luchar contra el ciberespionaje y proteger nuestra propiedad intelectual, sino también la de asumir una mentalidad de guerrero para ganarle a China en la batalla por la supremacía tecnológica.
Como meros espectadores de esta pelea, podríamos decir que el gigante asiático ya lleva las de ganar, pero, según expertos en la materia, nuestro país aún estaría a tiempo de enfrentarse a este oponente, y vencer, si deja a un lado la burocracia y la autocomplacencia, y se enfoca en lo realmente importante: el desarrollo de las nuevas tecnologías.
Rivalidad tecnológica
Cuando el triunfo y la derrota son resultados posibles, no hay razones para dormirse en los laureles. Recordemos que, hasta no hace mucho, nuestra nación lideraba los esfuerzos sobre el avance tecnológico, sin embargo, poco a poco, permitió que el país asiático fuera ganando terreno, al punto de terminar siendo nuestra mayor amenaza.
«Más allá de convertirse en una potencia manufacturera, China se ha convertido en un serio competidor en las tecnologías fundacionales del siglo XXI: inteligencia artificial (IA), 5G, ciencia de la información cuántica, semiconductores, biotecnología y energía verde», dicen investigadores de Harvard Kennedy School citados por El Economista.
En calidad de autores del estudio La gran rivalidad tecnológica: China contra EE. UU., aseguran que «en algunas carreras, [el gigante asiático] ya se ha convertido en el número uno. En otras, según la trayectoria actual, nos superará en la próxima década», básicamente, porque el quid de la cuestión radica en quién establecerá las normas futuras en lo que a tecnología se refiere.
Renuncia de talentos: el caso de Preston Dunlap
Preston Dunlap, quien fungió por tres años como el primer arquitecto jefe de la Fuerza Espacial, no solo coincide con el criterio de los citados expertos: acaba de renunciar a su puesto como alto funcionario del Departamento de Defensa (DoD), no sin antes publicar una advertencia sobre el desarrollo tecnológico en los Estados Unidos y sus adversarios.
Dirigido a sus antiguos colegas del Pentágono y divulgado en su perfil de LinkedIn, su mensaje aboga por «no adormecernos en la autocomplacencia cuando deberíamos estar funcionando a toda máquina, no distraernos con el proceso cuando deberíamos centrarnos en el producto, no comprar las mismas cosas cuando deberíamos estar invirtiendo en lo que necesitamos y no competir entre nosotros cuando deberíamos estar compitiendo con China», entre otras ideas.
En su mensaje de partida, Dunlap también ilustró este escenario, alegando que conducir el cambio no era tan diferente a acelerar un cohete a 25,000 millas por hora, la velocidad necesaria para escapar de la gravedad. Según él, «impulsar la innovación y el cambio en una gran organización —por no hablar de la organización más grande del planeta, el Departamento de Defensa— es difícil, pero no imposible».
Para este experto que estuvo a cargo de supervisar el manejo de 70,000 millones de dólares destinados a programas de investigación, desarrollo y adquisición de las fuerzas aéreas y espaciales de EE. UU., cualquier persona con capacidad y recursos podría acceder a nuestra tecnología, lo que nos pone en riesgo frente a actuales y potenciales adversarios.
Desde su punto de vista, esos adversarios «también tienen acceso a muchas de las capacidades de nuestras empresas, así que podríamos asegurarnos de que no solo compitamos globalmente en esa escala tecnológica, sino que [también] podamos adaptarnos», es decir, «adoptar las tecnologías de nuestros propios negocios y [nuestro] ecosistema comercial, pues tenemos la oportunidad de hacer lo mismo, aquí, en casa».
Más adelante tras su renuncia, el experto dijo a Fox News que «los militares solían sobresalir en áreas como la inteligencia artificial en [el programa de televisión] «Fox & Friends First», pero ahora el sector comercial está superando a la comunidad de defensa», hecho que favorece a nuestros enemigos.
A propósito de la invasión de Rusia a Ucrania, Dunlap señaló que esta guerra es una señal de cuán pertinente es que nuestro Ejército tenga acceso a la tecnología más moderna posible, como sistemas de armas, datos o inteligencia artificial. «Es muy fácil caer en la complacencia cuando no hay una preocupación o amenaza presente», aseveró.
En declaraciones a Bloomberg, entretanto, puntualizó que el Pentágono necesita un «cambio estructural» y debería comportarse más como SpaceX, la compañía de fabricación aeroespacial y servicios de transporte al espacio del magnate Elon Musk, considerado el hombre más rico de 2021.
Dunlap agregó que el Pentágono necesita dejar de lado las guerras territoriales internas y los proyectos que equivalgan a reinventar la rueda, y, en su lugar, enfocarse en aprovechar los logros del sector privado, defender el país y mantenerse al día con respecto a China.
A su modo de ver, el Gobierno debería seguir un enfoque comercial, al igual que SpaceX, empresa que le sirvió de inspiración para lograr una serie de “primicias” en el DoD en menos de dos años, entre ellas, la vinculación de sensores y redes de EE. UU. en todo el mundo en tiempo real y el uso de algoritmos de IA.
Ostensiblemente preocupado por el futuro de nuestro país en este sentido, subrayó que estamos en peligro de perder nuestra ventaja global. «Nos estamos quedando atrás en áreas clave, por lo que tenemos que ponernos al día», advirtió no sin razón.
Dimisión de talentos: el caso de Nicolas Chaillan
Nicolas Chaillan, quien fungió como director de software de la Fuerza Aérea por tres años, renunció a su puesto en 2021 porque no podía seguir viendo cómo el gigante asiático supera a EE. UU. Para él, «es un hecho: no tenemos posibilidades de competir contra China en [los próximos] 15 o 20 años».
La lentitud en la innovación, la renuencia de ciertas empresas, como Google, a trabajar con el Gobierno en IA, los extensos debates éticos sobre la tecnología y la falta de respuesta a la victoria de China en esta batalla, serían las principales causas de la situación que enfrenta hoy nuestro país en este aspecto, según sus declaraciones al Financial Times.
Desde el punto de vista de este experto en el tema, «hay buenas razones para estar enojado», básicamente, porque los avances tecnológicos emergentes representan un aspecto mucho más importante para la defensa de lo que comúnmente se piensa.
Tras conocer la renuncia de su colega Dunlap, Chaillan no dudó en expresar su opinión en Twitter, diciendo que ese era «un mal día para los Estados Unidos», a lo que agregó: «Esto es malo, muy malo. He perdido oficialmente la esperanza. Perdimos a todos los innovadores y al mejor talento. No veo a nadie cerca que pueda reemplazar a Preston».
Chaillan también es de los que se preocupa por la forma en que nuestra nación se está quedando atrás de sus adversarios (China y Rusia, principalmente) en el desarrollo de armas hipersónicas, capaces de viajar a una velocidad 25 veces más rápida que la del sonido y evadir los sistemas convencionales de defensa antimisiles.
La debilidad evidente
Naturalmente, estos dos talentos que decidieron abandonar sus respectivas misiones en el DoD no son los únicos abiertamente preocupados por este escenario. El mismísimo director del Centro Tecnológico del Pentágono, Michael Brown, reconoció hace poco que la lentitud en el desarrollo y la compra de tecnologías es una debilidad evidente.
En una alocución frente al Comité de Servicios Armados del Senado, Brown puntualizó que «estamos en una competencia tecnológica seria con China y [ellos, nuestros adversarios] no están esperando por nuestros plazos democráticos», o sea, que, si no nos damos prisa sobre este particular, habría mucho que lamentar en lo adelante.
Para que se tenga una idea más clara acerca de la gravedad de esta situación, deberíamos tener en cuenta el estudio realizado por la Universidad de Stanford al respecto, en el que se asegura que el gigante asiático ya ha superado a EE. UU. y se ubica como primera potencia mundial en cuanto a inteligencia artificial.
Reseñado por El Confidencial, el informe de esta prestigiosa institución arroja datos realmente alarmantes sobre el tema. En 2020, por ejemplo, el 20.7 % del total de citas académicas sobre IA fueron sobre investigaciones chinas contra el 19.8 % de expertos estadounidenses.
Tal diferencia aumenta si se tiene en cuenta la cantidad de estudios difundidos por los dos países en diarios científicos. Es decir, de 2012 a 2021, la nación asiática había publicado 240,000 trabajos investigativos, mientras que EE. UU. solo había sacado a la luz unos 150,000.
Además, China está realmente enfocada en el uso de IA para aplicaciones prácticas, como la red de cámaras de alta definición para el seguimiento de personas en todas sus ciudades. Expertos en este campo aseguran que una de las claves de su vertiginoso avance radica, precisamente, en la cantidad de dispositivos conectados, lo que genera una cantidad increíble de datos que son usados para entrenar a sus inteligencias artificiales, puntualiza la misma fuente.
Cabe mencionar igualmente que China tiene un plan nacional de desarrollo de IA desde 2017, mediante el cual ha estado inyectando miles de millones de yuanes en decenas de universidades punteras, entre ellas, la Tsinghua University, la Shanghai Jiao Tong University y la Academia de IA, de Beijing.
Aparte de eso, cuenta con 2000 investigadores trabajando exclusivamente en este sector, sin enumerar a los que laboran en universidades estadounidenses. Según la propia fuente, tal avance quedó confirmado en la conferencia internacional de IA de 2019, que contó con un 29 % de presentaciones chinas frente a un 20 % de norteamericanas.
A propósito del personal chino que se ha introducido en nuestro país, de un modo u otro, conviene que mencionemos el estudio efectuado por el Centro de Seguridad y Tecnologías Emergentes (CSET, por sus siglas en inglés), vinculado a la Universidad de Georgetown.
De acuerdo con los resultados de esa investigación, divulgados a fines de 2021, tras hacer un seguimiento a contratos chinos con empresas americanas, se halló que 343 estaban vinculados con la inteligencia artificial. Lo peor del caso, sin embargo, es que esos contratos están relacionados con la actividad militar.
Al parecer, según reveló El País, ha habido fisuras en el llamado control de exportaciones de material sensible, o, dicho de otro modo, los chinos se han estado haciendo de nuestra tecnología puntera en nuestra propia casa. Luego, la aplican en su país, fundamentalmente en su Ejército, donde muchos de los contratos ejecutados tienen que ver “casualmente” con la inteligencia artificial.
Si lo anterior ya es preocupante, aseveró la fuente, téngase en cuenta el cariz que toma el asunto cuando llega la cifra del dinero. Y es que la estimación de que el Ejército chino se está gastando más de 1600 millones de dólares al año solo en IA, es, cuanto menos, llamativa.
La tecnología del futuro
La IA se utiliza mayormente en la detección facial de los móviles mediante asistentes virtuales de voz como Siri, de Apple; Alexa, de Amazon o Cortana, de Microsoft, y está integrada a muchos de los dispositivos que usamos cotidianamente. Su alcance, sin embargo, va mucho más allá, pues ofrece ventajas comunicacionales, comerciales y operacionales que la convierten en la tecnología esencial del futuro.
En realidad, no hay una rama que se resista a los beneficios que brinda, desde la creación de medicamentos y vacunas hasta motores espaciales, sin dejar de mencionar su aporte al entorno militar a través de drones autónomos y misiles capaces de maniobrar por sí solos, por solo citar algunos ejemplos.
Para el exdirector ejecutivo de Google, Erick Schmidt, que China se esté acercando a nosotros más rápido de lo que estimábamos, es realmente un problema. Por tanto, remarcó, si queremos ganar la competencia tecnológica, «Estados Unidos debe mantener su liderazgo en áreas «estratégicas» como IA, semiconductores, energía, computación cuántica y biología sintética».
Schmidt es de los que piensan que quien domine la inteligencia artificial, dominará el mundo, algo en lo que también coincide el director del Centro Nacional de Contrainteligencia y Seguridad, Michael Orlando, quien opina que EE. UU. no puede darse el lujo de perder.
Según dijera Orlando a LA Times, nuestro país no puede perder terreno ante China en varias áreas claves, como inteligencia artificial, sistemas autónomos, computación cuántica, semiconductores y biotecnología. Como tampoco puede olvidar la posición de los empresarios y académicos chinos que están comprometidos hasta la médula con su Partido Comunista.
Definitivamente, nuestra nación debe tener muy presente que, en el caso que nos ocupa, tecnología e ideología muchas veces van de la mano. Y ya sabemos lo que podría hacer la primera en función de la segunda cuando se trata de ir en nuestra contra e intentar vencernos.
Así como en el combate cuerpo a cuerpo hace falta concentración y reacción instintiva, nuestro país debe mantener la ventaja en esta batalla. No más letargo. No más tibieza. No más complacencia. Tenemos el personal y los recursos para liderar este campo. EE. UU., inobjetablemente, tiene que seguir siendo la superpotencia mundial que siempre ha sido.
*Sobre el Dr. Rafael Marrero
Multipremiado economista, empresario, comentarista de noticias y autor Bestseller. Graduado de las universidades de Stanford y Cornell, es un reconocido experto en EE. UU. en contratación federal, emprendimiento para pequeñas y medianas empresas y gestión de proyectos de infraestructura.
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Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor y no necesariamente reflejan las opiniones de The Epoch Times
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