Estados Unidos condenó la emisión por parte del gobierno de Hong Kong de órdenes de detención y recompensas contra activistas prodemocráticos en el extranjero y la cancelación de siete pasaportes adicionales, calificando la medida como un intento flagrante de sofocar la disidencia y extender la represión transnacional.
En un comunicado emitido el 26 de diciembre, el Departamento de Estado estadounidense manifestó su rechazo a los esfuerzos del gobierno de Hong Kong por «intimidar y silenciar a las personas que deciden hacer de Estados Unidos su hogar».
«Estados Unidos no vacila en su defensa de quienes son blanco de ataques simplemente por ejercer su derecho a la libertad de expresión», decía la declaración.
Esto se produce después de que el secretario de Seguridad de Hong Kong, Chris Tang, acusara a seis activistas prodemocráticos de cometer delitos que incluyen incitación, secesión, subversión y connivencia con fuerzas extranjeras. Tang afirmó que los seis habían puesto en peligro la seguridad natural al abogar por que funcionarios y jueces de Hong Kong fueran sancionados por gobiernos extranjeros a través de discursos, publicaciones en redes sociales y actividades de presión.
En su declaración, el Departamento de Estado afirmó que las acciones de Hong Kong desprecian las normas internacionales y los derechos a la libertad de expresión y de reunión pacífica.
«Pedimos al gobierno de Hong Kong que deje de utilizar sus leyes de seguridad nacional para silenciar la disidencia», declaró el Departamento de Estado.
Leyes de seguridad nacional
Las medidas del gobierno de Hong Kong se derivan de sus controvertidas leyes de seguridad nacional, que según los críticos se utilizan para criminalizar la disidencia y silenciar las voces de la oposición en todo el mundo.
Estados Unidos y la comunidad internacional han expresado en repetidas ocasiones su preocupación por la erosión de las libertades democráticas en la antigua colonia británica después de que Beijing impusiera en 2020 una ley de seguridad nacional tras meses de protestas prodemocráticas. Hasta ese momento, Hong Kong había gozado de un alto grado de autonomía desde que la región fue devuelta a China en virtud de la Declaración Sino-Británica.
Sin embargo, la ley de seguridad nacional otorgó a Beijing amplios poderes para reprimir la disidencia y erosionar las libertades de la ciudad.
Las implicaciones más generales de las acciones de Hong Kong se han considerado parte de una tendencia más amplia de los regímenes autoritarios para ir más allá de sus fronteras para reprimir a los críticos en el extranjero.
La policía de Hong Kong anunció recientemente recompensas por seis activistas prodemocráticos que habían huido de la ciudad ante el creciente control de Beijing. El 24 de diciembre, las autoridades de Hong Kong emitieron órdenes de detención contra los seis activistas en virtud de la ley de seguridad nacional, ofreciendo una recompensa de 1 millón de dólares hongkoneses (128,800 dólares estadounidenses) por cualquier información que pudiera ayudar a localizarlos.
Esta última medida aumenta de 13 a 19 el número de personas incluidas en la lista de personas buscadas por la policía de Hong Kong por supuestas infracciones a la ley de seguridad nacional impuesta por Beijing.
Han surgido críticas internacionales en respuesta a estas acciones. La Alianza Interparlamentaria sobre China (IPAC), que incluye a cientos de legisladores de todo el mundo, condenó las recientes órdenes de detención en un post en X, afirmando que «la persecución política continua contra estas figuras pacíficas pro-democráticas».
El IPAC también declaró el 24 de diciembre que «el continuo fracaso de la comunidad internacional a la hora de exigir responsabilidades a China por el desmantelamiento de las libertades de Hong Kong exacerba la represión transnacional».
La acción de Hong Kong contra los activistas prodemocráticos en el extranjero se produjo tras la publicación, días antes, de un informe sobre China de la Comisión Ejecutiva del Congreso de Estados Unidos sobre China (CECC). El informe afirmaba que Hong Kong se ha vuelto «casi indistinguible de cualquier otra ciudad iluminada con luces de neón de la China continental» y que las autoridades hongkonesas «pueden ser ahora más celosas que sus homólogas continentales en la aplicación de las leyes de seguridad nacional».
El 26 de diciembre, el Departamento de Estado describió la aplicación extraterritorial de las leyes de seguridad nacional de Hong Kong como una forma de «represión transnacional» que «amenaza la soberanía de Estados Unidos y los derechos humanos y libertades fundamentales de personas de todo el mundo».
El Departamento de Estado también condenó por separado al régimen chino por tomar medidas contra dos instituciones canadienses y 20 personas implicadas en cuestiones de derechos humanos relacionadas con los uigures y el Tíbet.
Andrew Chen, Frank Fang y Eva Fu contribuyeron a este artículo
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