El Partido Comunista Chino (PCCh) está expandiendo su presencia e influencia en América Latina, utilizando incentivos económicos, propaganda y proyectos de infraestructura con etiqueta de precios oculta para influir en los gobiernos y las poblaciones de la región, describieron legisladores y funcionarios estadounidenses en una audiencia del subcomité del Senado el 31 de marzo.
El senador Marco Rubio (R.-Fla.) dijo que, contrario a la retórica del PCCh, Beijing no expande su presencia en América Latina con miras a promover la estabilidad y el desarrollo económico, sino para construir la influencia china y fomentar la dependencia al régimen.
«El PCCh está aprovechando su importancia económica y sus relaciones políticas para alentar a los gobiernos de la región a tomar decisiones que favorezcan al PCCh y socaven la democracia y el libre mercado», dijo Rubio en la audiencia del subcomité del Comité de Relaciones Exteriores del Senado.
El senador Tim Kaine (D-Va.) brindó un relato de un viaje que realizó el año pasado con un grupo bipartidista de colegas legisladores a México, Ecuador, Colombia y Guatemala. En el transcurso del viaje, inspeccionaron una región asolada por el COVID-19 y que esperaba desesperadamente vacunas, así como una presencia estadounidense más fuerte, dijo.
«Pero también vimos cómo China ha aumentado su propio compromiso en toda la región, acompañado de una agresiva campaña de diplomacia pública que promueve la propaganda china», dijo el legislador.
«China promueve la narrativa de que es un patrocinador benévolo o un modelo para el desarrollo económico y de estabilidad social a largo plazo. El genocidio chino contra el pueblo uigur y el asedio de los uigures en el extranjero muestra claramente al resto del mundo cuál es su visión de la estabilidad social», continuó.
En opinión de Kaine, la represa Coca Codo Sinclair en Ecuador, financiada y construida por China, es un ejemplo del enfoque de Beijing para cortejar a los gobiernos de la región con la promesa de proyectos cuyos costos a largo plazo los funcionarios locales puede que no comprendan del todo. Describió a Rafael Correa, presidente de Ecuador de 2007 a 2017, como un político que creyó en las promesas chinas y se comprometió a modernizar Ecuador con la ayuda del régimen. Como parte del acuerdo, Beijing proporcionaría préstamos y proyectos de infraestructura a cambio del petróleo de Ecuador.
Hoy, seis años después de su apertura, Ecuador tiene que lidiar con una presa que aún no está totalmente operativa, dudosamente situada junto a un volcán activo, dijo Kaine. La presa ha necesitado más de 7000 reparaciones que aún no han frenado la erosión, y en 2020 fue la causa de un derrame de petróleo que ha supuesto un peligro para los pueblos indígenas que viven río abajo del proyecto Coca Coda Sinclair, por el que Ecuador aún debe miles de millones de dólares a China, añadió Kaine.
Aprendiendo de los errores
Mientras China continúa su agresiva búsqueda de depósitos de litio en Argentina, Bolivia y Chile, y cobre en Perú, esas naciones deben considerar el ejemplo de Ecuador, advirtió Kaine.
«Más allá de su compromiso económico, sabemos que China quiere aumentar el compromiso diplomático y de seguridad, [como parte de] un esfuerzo por ejercer un poder blando», dijo Kaine.
Kaine agregó que él y sus colegas con frecuencia escuchan de los líderes políticos de América Latina y el Caribe que preferirían trabajar con Estados Unidos que con China, pero es esta última potencia la que se presenta de forma agresiva en la región.
Kerri Hannan, subsecretaria de estado adjunta para diplomacia pública, política, planificación y coordinación, describió el esfuerzo que ella y sus colegas han realizado para ayudar a las mujeres empresarias, a presentar a las empresas y al público las oportunidades económicas que las agencias estadounidenses pueden ayudar a fomentar. Estados Unidos también está trabajando para contrarrestar la propaganda del PCCh en América Latina, además de contrarrestar los esfuerzos de Beijing para lograr que el grupo de países sudamericanos que reconocen diplomáticamente a Taiwán cambien su reconocimiento a China.
Hannan describió una activa campaña china de «propaganda y desinformación» en la región, incluyendo, en las últimas semanas, desinformación sobre la invasión rusa a Ucrania.
Hannan señaló la existencia de 63 Institutos Confucio en toda América Latina. Estos centros de idiomas financiados por Beijing han sido criticados ampliamente por su papel en la promoción de la propaganda del PCCh y el silenciamiento del libre discurso académico en los campus universitarios de todo el mundo.
Pero denunciar el papel del PCCh en la difusión de su propaganda en las naciones de América Latina y el Caribe no refleja el alcance total del problema. Hannan señaló el problema de los vínculos del régimen con figuras de la industria de los medios de comunicación, lo cual sesga la cobertura relacionada con China en la región.
«Han establecido acuerdos de cooperación de medios con socios [en América Latina], y hemos visto cómo los periodistas se autocensuran o son alentados por los funcionarios de las embajadas a no decir la verdad ni poner de manifiesto las actividades de la RPC [República Popular China]», dijo Hannan.
A la luz de los esfuerzos del PCCh para sofocar la investigación independiente sobre sus diversas actividades, Estados Unidos ha fomentado programas destinados a reforzar la resiliencia de la sociedad civil y de los periodistas de investigación en particular, así como a rechazar la propaganda del PCCh, según Hannan.
Fomentar el crecimiento
Los problemas económicos de la región, agravados por la pandemia, pueden explicar en parte por qué algunos gobiernos y empresas han demostrado ser tan susceptibles a los préstamos chinos. Al igual que Kaine, Hannan destacó la urgencia de brindar oportunidades económicas que puedan resultar más atractivas para las entidades de la región que las que ofrece Beijing.
«Hay USD 150,000 millones de déficit de infraestructura en la región en este momento, y los préstamos de bajo costo respaldados por el estado son muy atractivos para nuestros socios. Nos enfocamos en [fomentar] un clima de inversión en el que puedan producirse inversiones lideradas por el sector privado estadounidense y de confianza», dijo.
Andrew Herscowitz, director de desarrollo de la Corporación Financiera de Desarrollo Internacional (DFC, por sus siglas en inglés) de EE. UU., describió el papel de su agencia en el suministro de financiamiento a empresas en América Latina y el Caribe, con miras a aliviar la persistente desigualdad y las «necesidades apremiantes de desarrollo» que caracterizan a la región. Su agencia se especializa en proporcionar inversiones de capital, préstamos, garantías de préstamos y evaluaciones de riesgo político, con un enfoque particular en el crédito para fomentar el crecimiento económico.
«El año pasado, la DFC aportó USD 2200 millones más», dijo, identificando la energía, el transporte, la agricultura y los servicios financieros como áreas centrales de inversión.
“Mientras que la República Popular China financia en gran medida el trabajo de las empresas chinas, la DFC brinda financiamiento directamente a las personas y a las empresas de América Latina y el Caribe”, dijo Herscowitz.
«La RPC prioriza solo la prosperidad de la RPC, a menudo en detrimento de la población local. La DFC ayuda a consolidar las reformas del mercado y el estado de derecho», agregó.
Peter Natiello, administrador adjunto principal de la oficina de América Latina y el Caribe de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), destacó el importante papel de USAID en la prestación de ayuda a la COVID-19. Señaló que USAID ha suministrado 65 millones de dosis de vacunas en los países que incluye su ámbito de actuación. Ningún otro país ha suministrado tantas en la región, dijo Natiello.
«Los gobiernos y los ciudadanos son cada vez más conscientes de las desventajas de trabajar con los chinos, mientras que la confianza en EE. UU. aumenta» como resultado de los esfuerzos de USAID, comentó Natiello.
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