Según la secretaria del Tesoro, Janet Yellen, la propuesta de un impuesto mundial sobre los activos de las grandes fortunas que impulsan algunos países del G20 no cuenta con el apoyo de la administración Biden.
En una rueda de prensa celebrada el 25 de julio durante la reunión de ministros de Finanzas del G20 en Río de Janeiro (Brasil), Yellen declaró que Estados Unidos considera que un acuerdo mundial sobre la fiscalidad de los grandes patrimonios no es ni práctico ni una buena idea.
«La política fiscal es muy difícil de coordinar a nivel mundial», dijo Yellen. «No vemos la necesidad ni creemos realmente que sea deseable intentar negociar un acuerdo global al respecto».
El nuevo impuesto mundial a los multimillonarios fue propuesto por el Observatorio Fiscal de la Unión Europea el año pasado, y el mes pasado, la presidencia brasileña del G20 pidió a sus investigadores que expusieran su propuesta con más detalle.
El economista francés Gabriel Zucman, uno de los artífices de la propuesta, ha planteado que los individuos con más de USD 1000 millones de patrimonio neto deberían pagar un impuesto mínimo anual equivalente al 2 por ciento de su riqueza, según una versión básica de lo que él denomina un «impuesto a los ultra ricos».
La razón por la que el mínimo se expresa como una fracción de la riqueza y no de los ingresos es que la riqueza es mucho más difícil de manipular, según la propuesta.
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El Sr. Zucman estima en su informe al G20 que el impuesto mínimo sobre los multimillonarios igual al 2 por ciento de su riqueza recaudaría entre USD 200.000 y USD 250.000 millones al año de unos 3000 individuos. Si el impuesto se ampliara a los individuos con un patrimonio superior a USD 100.000 millones, se generarían entre USD 100.000 y USD140.000 millones más al año.
Los países participantes coordinarían sus esfuerzos a escala mundial para recaudar el impuesto a través de diversos instrumentos nacionales, incluido un impuesto sobre el concepto amplio de renta, así como un impuesto sobre el patrimonio.
Según el economista francés, ahora es un buen momento para implantar un impuesto de este tipo, porque las leyes sobre el secreto bancario se han reducido en los últimos 15 años gracias a un mayor intercambio de información a escala mundial. Un obstáculo clave para el éxito de la aplicación son las lagunas en el intercambio de información, que según el Sr. Zucman podrían superarse mediante una mayor vigilancia para identificar a los beneficiarios efectivos de los activos.
Según el Sr. Zucman, la propuesta de un impuesto mundial para los grandes patrimonios es una forma de hacer más eficaz la fiscalidad progresiva, ya que los sistemas fiscales actuales no gravan eficazmente a las personas más ricas, lo que socava la progresividad fiscal y todas sus supuestas ventajas.
«Un sistema fiscal progresivo refuerza la cohesión social y la confianza en que los gobiernos trabajan por el bien común», escribe Zucman en el resumen de su informe sobre el G20. «Es fundamental financiar los bienes y servicios públicos —como la educación, la sanidad, las infraestructuras públicas— que son motores del crecimiento económico, así como las inversiones necesarias para hacer frente a la crisis climática».
En su intervención en Río de Janeiro, Yellen echó un jarro de agua fría sobre el impuesto mundial a los patrimonios muy elevados, pero no sobre la fiscalidad progresiva.
«Creemos que todos los países deben asegurarse de que sus sistemas fiscales sean justos y progresivos», dijo Yellen.
La Secretaria del Tesoro añadió que el gobierno de Biden es «firme partidario de la fiscalidad progresiva, y de asegurarse de que las personas muy ricas con ingresos elevados paguen lo que les corresponde».
Destacó las políticas propuestas por el presidente Joe Biden, como un impuesto para multimillonarios, que describió como «una iniciativa muy valiosa».
El presidente Biden ha presentado una propuesta de impuesto de los multimillonarios que establecería un impuesto mínimo del 25 por ciento para los multimillonarios del país, generando unos ingresos estimados de USD 500.000 millones en una década.
Los detractores de un impuesto a los multimillonarios han argumentado que se enfrentaría a importantes obstáculos legales, incluidos recursos de inconstitucionalidad por considerarse un tipo de impuesto directo no permitido por la Constitución estadounidense.
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