El Departamento de Estado ha condenado al Partido Comunista Chino tras la muerte de un periodista encarcelado que no renunció a su fe.
La víctima, Pang Xun, locutor de radio de la estatal Sichuan Radio and Television, murió a la edad de 30 años, en diciembre, en una prisión china conocida por su brutalidad hacia los practicantes de Falun Gong, una práctica espiritual que ha sido objeto de la persecución sistemática del régimen chino durante más de 23 años.
En el momento de su muerte, el cuerpo demacrado de Pang estaba cubierto de cicatrices y hematomas, lo que contrasta con las afirmaciones de las autoridades penitenciarias que dijeron que había muerto de hipertiroidismo.
“Desde 1999, el Partido Comunista Chino (PCCh) ha buscado erradicar a Falun Gong, una práctica espiritual originaria de China, y a sus practicantes pacíficos y defensores de los derechos humanos que han luchado por su derecho a practicar sus creencias. Amplias pruebas demuestran que el gobierno de la RPC sigue reprimiendo y abusando de esta comunidad hasta el día de hoy», dijo un portavoz del Departamento de Estado en una declaración escrita a The Epoch Times, utilizando la abreviatura de la República Popular China.
“Hacemos un llamado al gobierno de la República Popular China para que ponga fin de inmediato al abuso y maltrato a los practicantes de Falun Gong, libere a los encarcelados debido a sus creencias y aborde el paradero de los practicantes desaparecidos”, dijo el portavoz, y agregó que el departamento “continúa considerando todas las medidas apropiadas para promover la rendición de cuentas de los responsables de violaciones y abusos a los derechos humanos en la República Popular China y en otros lugares”.
Falun Gong, también conocido como Falun Dafa, alienta a los practicantes a vivir según los principios universales de verdad, benevolencia y tolerancia y enseña una serie de ejercicios de meditación.
Pang, quien murió cumpliendo una sentencia de prisión de cinco años por repartir panfletos informativos sobre su fe, fue uno de un número desconocido de practicantes que murieron en las últimas dos décadas, durante las cuales millones han enfrentado abusos de gran alcance, como acoso, tortura, fuertes multas y sustracción forzada de órganos.
La prisión de Jiazhou en la provincia de Sichuan, en el suroeste de China, que retuvo a Pang, se ha destacado por sus métodos de tortura.
A Gu Zhiguang, practicante de Falun Gong de la capital provincial, Chengdu, se le permitió hasta 20 segundos para terminar las comidas durante más de 10 meses. Los guardias lo obligaron a estar de pie durante 10 horas sin moverse todos los días, bajo el sol abrasador del verano y el frío del invierno. También le rociaron gas lacrimógeno en los ojos, le preguntaron cómo se sentía al respecto y afirmaron que no representaba ningún daño para él. La experiencia lo dejó extremadamente demacrado, según Minghui, un sitio web con sede en EE.UU. que realiza un seguimiento sobre el número de víctimas de la persecución.
David Curry, comisionado de la Comisión de Libertad Religiosa Internacional de EE.UU., ha pedido al gobierno de EE.UU., al enterarse del caso de Pang, que imponga sanciones específicas, con aliados internacionales, a funcionarios y entidades chinas “responsables de estos horribles abusos”.
Hasta el momento, Estados Unidos ha sancionado a tres funcionarios chinos involucrados en la campaña de erradicación, incluido uno que presidió la persecución en Chengdu.
El caso de Pang se suma a las miles de muertes que Minghui ha verificado. Aun así, el sitio web y los analistas dicen que la cuenta real probablemente sea mucho más alta, considerando los arduos esfuerzos del PCCh para censurar cualquier información relacionada.
En 2022, Minghui registró más de 100 muertes de practicantes de Falun Dafa y cientos de sentencias debido a su fe. También identificó otras 41 muertes que no se informaron en 2021.
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