Corea del Sur acogió los días 9 y 10 de septiembre la segunda cumbre de la historia sobre Inteligencia Artificial Responsable en el Ámbito Militar, durante la cual 60 países, entre ellos Estados Unidos, firmaron un «plan de acción» sobre el uso de la IA en el ejército.
Más de 90 países asistieron, y China estuvo entre las naciones que no respaldaron las directrices éticas.
La reunión inaugural se celebró en La Haya, Países Bajos, en 2023, donde las naciones participantes expresaron su apoyo a un marco internacional para el uso militar de la IA.
Entre los detalles del proyecto de este año se incluyen aspectos específicos sobre el uso de drones con IA, directrices para la evaluación de riesgos, la importancia de mantener el control humano y la prevención del uso de IA para la proliferación de armas de destrucción masiva.
El ministro de Defensa holandés, Ruben Brekelmans, afirmó que se están haciendo progresos, pero reconoció que «nunca tendremos a todo el mundo a bordo».
«¿Cómo afrontamos el hecho de que no todo el mundo cumpla? (…) Es un dilema complicado que también debemos poner sobre la mesa», dijo Brekelmans.
Giacomo Persi Paoli, responsable de seguridad y tecnología del Instituto de las Naciones Unidas de Investigación sobre el Desarme, declaró que los países deberían colaborar entre sí entre las cumbres para mitigar los riesgos. Las Naciones Unidas también debatieron sobre la creación de directrices internacionales para las armas autónomas letales.
«El plan es un paso adelante gradual», dijo el Sr. Paoli. «Al ir demasiado rápido, demasiado pronto, existe un riesgo muy alto de que muchos países no quieran comprometerse».
Aunque el anteproyecto no es un documento jurídicamente vinculante, la decisión de China de no participar sigue una pauta.
El régimen comunista chino se ha negado anteriormente a seguir las normas internacionales y las directrices éticas en otras áreas de tecnologías avanzadas, lo que ha llevado a naciones como Estados Unidos a preocuparse cada vez más por los avances tecnológicos en manos de un adversario extranjero como el Partido Comunista Chino (PCCh).
En 2018, un científico chino reveló que había creado bebés editados genéticamente. He Jiankui, que nunca había publicado una investigación revisada por pares, editó genéticamente embriones humanos, de ratón y de mono, e implantó varios embriones humanos editados genéticamente en un útero humano.
Las directrices internacionales sobre edición genética solo permiten la implantación de embriones editados genéticamente en casos limitados. Bajo la presión internacional, He Jiankui fue condenado a prisión, tras lo cual afirmó que continuaría sus investigaciones.
En marzo, una audiencia en el Congreso de Estados Unidos reveló que el PCCh también estaba creando una base de datos genéticos de todos los seres humanos de la Tierra, lo que supondría una violación de las leyes de privacidad médica y de las normas internacionales.
Ese mismo mes, una importante revista de genética publicó una retractación masiva de artículos publicados por investigadores chinos después de que una investigación revelara incoherencias y sugiriera que las muestras de ADN utilizadas podían proceder de presos de conciencia perseguidos por el PCCh.
Reuters ha contribuido a este informe.
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