Todos nosotros sufrimos ocasionalmente de «niebla cerebral». Es cuando no somos capaces de concentrarnos en una tarea, nos frustramos y nos irritamos con facilidad. ¿Ha notado alguna vez cómo al tomar una ráfaga de aire fresco se siente de repente renovado y rejuvenecido? Es como si le hubieran inyectado energía. La expresión «úsalo o piérdelo» es de uso común en el Reino Unido. Como todas las partes del cuerpo, los procesos pueden ralentizarse si el cerebro no se ejercita; mantenerlo activo es de enorme importancia. Ese descanso de 10 minutos de la pantalla del ordenador, observar a los pájaros silvestres en un comedero o a las ardillas corriendo por un parque mientras estira las piernas son ejemplos de cómo podemos interactuar mental y emocionalmente con la naturaleza y recargar parte de nuestro cerebro.
De niño, tuve la suerte de criarme en un pueblo en el campo. Cuando no estaba en la escuela, lo normal era salir a los campos de los alrededores a explorar, trepar a los árboles y disfrutar del aire fresco. Muchos de mis amigos recuerdan una infancia similar. No jugábamos a los videojuegos, había menos canales en la televisión y el entretenimiento en el interior solía consistir en la lectura o en actividades artesanales. Las clases en la escuela se interrumpían con tiempo de juego en el campo, corriendo a toda velocidad. Después nos sentíamos renovados y preparados para concentrarnos en el aprendizaje, ya que las telarañas se habían disipado por completo.
La ciencia demuestra ahora que la capacidad reconstituyente del mundo natural es cierta; la naturaleza nos refresca y también tiene un efecto positivo en nuestro cerebro. Cuando se estudia o se trabaja, es necesario concentrarse durante largos periodos de tiempo. Sin embargo, la capacidad de aplicar la atención directa (centrarse en una cosa específica o en un proceso cognitivo) disminuye con el tiempo; empezamos a soñar despiertos, se pierde la claridad de pensamiento y se reduce la capacidad de concentración. Las imágenes y los sonidos del entorno natural suelen despertar nuestra curiosidad de forma suave. No es necesaria la atención directa; la mente tiene la oportunidad de reponerse. Un entorno urbano puede ser estresante y peligroso; hay que prestar mucha atención a nuestro entorno para evitar accidentes; ser atropellado por vehículos o atropellar a los peatones. En un entorno así, nuestro cerebro no puede relajarse y recuperarse.
Estudios realizados con estudiantes universitarios en el Reino Unido demostraron que hacer descansos de 15 minutos en un entorno natural aumenta la capacidad de completar tareas y retener información. Cuando se les encargó la realización de cuatro pruebas de agilidad mental, su capacidad de atención dirigida se recuperó significativamente tras la pausa al aire libre. El estudio también demostró que las pausas breves con ejercicio en un entorno natural tenían un efecto más positivo en la recuperación de la fatiga de la atención dirigida que una pausa sedentaria en el interior. Aunque tanto la exposición real como la virtual a la naturaleza influyen en la capacidad cognitiva, la memoria y la atención, estar físicamente en un entorno natural produce un mayor efecto positivo.
Una investigación similar llevada a cabo con personas mayores, en la que se comparaban los efectos de las pausas reparadoras realizadas dentro de su residencia asistencial con las realizadas en su jardín, donde interactuaban con la naturaleza, demostró que, tras el tiempo pasado en el entorno natural, la capacidad de concentración de los participantes en la prueba había aumentado significativamente. Del mismo modo, los estudios realizados con pruebas de memoria (recordar una lista de números o símbolos) también mostraron que la interacción con el mundo natural mejoraba la memoria a corto plazo de los participantes. Con el envejecimiento de la población mundial, enfermedades como la demencia y el Alzheimer son una preocupación creciente. Recientes investigaciones australianas sobre los efectos del ejercicio en el deterioro cognitivo demostraron también que una cantidad óptima puede mejorar el aprendizaje espacial. Esta investigación se está utilizando para intentar revertir los efectos de la demencia, vinculando el ejercicio a la mejora de la conectividad neuronal en el hipocampo (el área del cerebro responsable de la memoria, el aprendizaje y las emociones). Esta posible mejora de nuestras redes neuronales, unida al aumento de la concentración y la memoria que supone estar rodeado de naturaleza, podría suponer una combinación ganadora para nuestra salud mental a largo plazo.
Para aquellos de nosotros cuyas vidas giran en torno al trabajo en una oficina, posiblemente con pocas posibilidades de escaparse a un espacio verde durante la pausa del almuerzo, la vista desde la ventana es un activo importante en el rendimiento laboral, así como en la satisfacción del trabajo. Se demostró que un entorno verde al aire libre aumenta la función mental de los trabajadores y su capacidad para organizar su trabajo y combatir la fatiga mental. Si el acceso físico a ese espacio verde no es posible, la vista desde la ventana proporciona un «microdescanso» en el que el cerebro puede relajarse.
Así, los entornos naturales proporcionan importantes «servicios psicológicos del ecosistema» que benefician la flexibilidad cognitiva, la memoria de trabajo y el control de la atención. Deberíamos intentar aprovechar los beneficios potenciales de las pausas al aire libre, incorporar espacios exteriores atractivos en los campus, los espacios de trabajo y las residencias de ancianos, y facilitar el movimiento a través de ellos para mejorar nuestra concentración y nuestra sensación general de bienestar.
EJ Taylor es biólogo medioambiental, entomólogo y profesor con más de 20 años de experiencia en el trabajo internacional. En la actualidad, EJ trabaja como especialista en inglés de intervención en un centro de formación continua y superior en agricultura y gestión de animales en Lincolnshire (Reino Unido). EJ siente fascinación por el mundo natural y las relaciones entre especies. Le interesan especialmente los efectos del entorno natural en el bienestar humano, la salud mental y la cognición. Cuando no está rodeado por la naturaleza, EJ puede encontrarse creando obras de arte, cocinando, haciendo macetas en el huerto o viajando (a veces en una moto clásica británica).
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