La pandemia de COVID-19 arroja una sombra preocupante en forma de síndrome de taquicardia ortostática postural, o POTS (por sus siglas en inglés). Este desconcertante problema de salud, marcado por un aumento significativo en la frecuencia cardíaca al estar de pie, está ganando cada vez más atención en la comunidad médica debido al aumento de casos.
Dos viajes, un diagnóstico
Phoebe Eaton y Aubrey George, dos mujeres activas de veinticinco años, interrumpieron sus vidas abruptamente por los desconcertantes síntomas del síndrome de taquicardia postural ortostática (POTS).
La Sra. Eaton, una maestra en formación de 25 años, notó la aparición de síntomas después de su vacuna inicial contra el COVID-19. Informó infecciones recurrentes del tracto urinario, fatiga persistente, migrañas, pérdida de peso y niveles erráticos de azúcar en la sangre. Su salud se deterioró después de su última dosis de vacuna.
“Empecé a desmayarme y a tener convulsiones, lo que me obligó a abandonar mi formación docente”, recuerda la Sra. Eaton.
Para la Sra. George sus síntomas surgieron después de sufrir tres conmociones cerebrales en seis meses. Los dolores de cabeza crónicos, los mareos y la fatiga se convirtieron en sus acompañantes no deseados.
Conocida anteriormente como la “conejita energizante”, la Sra. George ahora se enfrenta a muchos síntomas que abarcan sus sistemas cardiovascular y digestivo. “Cada actividad requiere una deliberación y preparación adicionales, lo que puede ser agotador”, explica Aubrey.
El POTS plantea un desafío único, ya que con frecuencia se pasa por alto. “Mucha gente me dice, ‘pero te ves tan bien’, lo cual es agradable de escuchar, pero cuando te sientes como basura, es como si estuvieras mintiendo o inventando”, dice la Sra. Eaton.
Desenmascarando el desorden oculto llamado POTS
El síndrome de taquicardia ortostática postural (POTS por sus siglas en inglés) es parte de una categoría más amplia de trastornos llamados disautonomía. Significa un mal funcionamiento en el sistema nervioso autónomo, el que controla silenciosamente funciones cruciales como la respiración, la digestión y la frecuencia cardíaca. Cuando este sistema falla, como en el POTS, puede socavar la salud y la calidad de vida diaria.
El POTS se manifiesta principalmente como un aumento sustancial en la frecuencia cardíaca al pasar de una posición sentada o acostada a estar de pie. Por lo general se diagnostica cuando la frecuencia cardíaca de una persona aumenta más de 30 latidos por minuto en solo diez minutos de estar de pie. Por ejemplo, si el ritmo cardíaco de alguien salta de 70 mientras está sentado a 100 o más al ponerse de pie, es una fuerte indicación del POTS.
Para niños y adolescentes el umbral de diagnóstico es más alto y requiere un aumento de 40 latidos por minuto o más. La frecuencia cardíaca acelerada no coincide con una caída en la presión arterial.
El POTS presenta una amplia gama de síntomas, que incluyen fatiga, dolores de cabeza, mareos, palpitaciones cardíacas, náuseas y trastornos cognitivos como confusión mental. La combinación e intensidad de estos síntomas, que deben estar presentes durante al menos tres meses, pueden fluctuar significativamente entre los pacientes.
Históricamente el POTS ha sido visto como un trastorno raro. Dysautonomia International, una organización clave sin fines de lucro dedicada a la investigación y la concientización sobre la disautonomía, estima que el POTS afecta a alrededor de 6 millones de estadounidenses. Este número, informan, se ha duplicado desde que comenzó la pandemia de COVID-19. Sin embargo, debido a la naturaleza esquiva de la enfermedad y a su limitada comprensión en la comunidad de atención médica, la prevalencia real puede ser significativamente mayor.
La variabilidad de los síntomas del POTS se compara solo con su impacto en la vida diaria de los pacientes. Mientras que algunas personas con síntomas leves logran mantener al día sus actividades laborales, escolares y sociales regulares, otras pueden encontrar sumamente desafiantes las tareas rutinarias como bañarse, hacer las labores del hogar, comer, sentarse erguido e incluso pararse o caminar, debido a la gravedad de los síntomas.
“No puedo conducir. Me canso muy rápido y tengo dolor de corazón y falta de aire cuando realizo tareas. No puedo hacer cosas simples, como acomodar las compras o el lavavajillas, sin desmayarme. He perdido la mayor parte de mi independencia”, informa la Sra. Eaton.
Los especialistas que tratan al POTS a menudo comparan el deterioro funcional observado en estos pacientes con aquellos con condiciones como cáncer o insuficiencia cardíaca congestiva.
Un estudio pivote con más de 5,500 participantes ha descubierto los impactos económicos y laborales de vivir con el síndrome de taquicardia ortostática postural (POTS).
La investigación realizada en colaboración con Dysautonomia International reveló que solo el 48 por ciento de los pacientes con POTS estaban empleados. Entre ellos, el 67 por ciento deseaba trabajar más horas pero su condición se los impedía.
Casi las tres cuartas partes de los participantes informaron pérdidas de ingresos atribuidas al POTS, y un tercio de ellos perdió más de 10,000 dólares el año anterior a la encuesta. La investigación también destacó efectos sociales más amplios, ya que el 28.5 por ciento de los cuidadores sufrieron pérdidas de ingresos debido a sus deberes como cuidadores.
Los autores afirmaron: el «POTS representa un riesgo significativo de reducción del empleo y aumento de las pérdidas económicas en las personas con este trastorno y sus cuidadores».
El Dr. Tae Chung, quien dirige el programa del Síndrome de Taquicardia Ortostática Postural (POTS) en la Facultad de Medicina de la Universidad Johns Hopkins, observa diariamente la cruda realidad de estas estadísticas en su clínica.
“Muchos pacientes del POTS que siguen empleados tienen que modificar su estilo de vida debido a sus síntomas”, explicó a The Epoch Times. “Por ejemplo, un número significativo logra conservar sus roles de tiempo completo, principalmente porque tienen la flexibilidad de trabajar de forma remota. Esta condición afecta especialmente a los jóvenes, ya que a menudo tienen que trabajar para mantener su seguro médico”.
A partir de su experiencia en primera línea, el Dr. Chung enfatiza la situación crítica. «Por estas razones», subraya, «existe una necesidad apremiante de desarrollar un tratamiento modificador de la enfermedad para el POTS, junto con un mejor reconocimiento, diagnóstico y tratamiento».
COVID-19 y el aumento inesperado del POTS
El POTS continúa planteando preguntas desafiantes, cuya causa clara aún elude a los científicos. Sin embargo, la comunidad científica está descubriendo cada vez más conexiones con el COVID-19 y sus vacunas asociadas.
Si bien la causa precisa del POTS post-COVID aún está bajo escrutinio, las teorías potenciales incluyen la producción de autoanticuerpos, efectos tóxicos directos del virus o una respuesta estimulada del sistema nervioso simpático.
“Ha habido un aumento significativo en las referencias a nuestra clínica POTS desde la pandemia de COVID”, señala el Dr. Chung. Sugiere que COVID puede predisponer a las personas al POTS, una teoría que, según él, está respaldada por investigaciones emergentes.
Haciéndose eco de esto, el Dr. Jordan Pastorek, médico supervisor en The POTS Treatment Center, observa este cambio: “Una parte significativamente grande de nuestros pacientes ahora informan que sus síntomas de POTS comienzan después de una infección por COVID o una dosis de la vacuna. Este es un cambio notable con respecto a los tiempos previos a la pandemia, cuando comúnmente veíamos casos del POTS como resultado de infecciones como la influenza, la enfermedad de Lyme y la mononucleosis, así como conmociones cerebrales”.
Las ideas del Dr. Pastorek se alinean con el aumento de los informes de casos globales que sugieren una tendencia de individuos previamente sanos que desarrollan el POTS después de las vacunas de ARNm contra COVID-19. Otro informe detalla a un hombre de 42 años sin síntomas previos del POTS que desarrolló la afección después de su primera dosis de la vacuna de ARNm contra COVID-19.
Los hallazgos pueden estar asociados al funcionamiento de las vacunas de ARNm. Estas vacunas utilizan un fragmento del código genético del virus para crear una proteína en nuestras células, lo que hace que el sistema inmunitario genere anticuerpos. “La formación de anticuerpos desencadena una respuesta autoinmune que estimula la enfermedad POTS”, especulan los autores.
Un estudio detallado en Nature Cardiovascular Research, publicado en diciembre, también identificó una posible correlación entre el POTS y la vacunación contra COVID-19, pero destacó un vínculo más fuerte entre el POTS y los efectos residuales de una infección por SARS-CoV-2.
Utilizando un conjunto de datos de 284,592 personas vacunadas, el 93 por ciento de las cuales recibió la vacuna de ARNm, el estudio encontró un aumento del 33 por ciento en la probabilidad de desarrollar POTS. Más de la mitad de los 4526 diagnósticos totales de POTS ocurrieron después de la vacunación.
“Los diagnósticos relacionados con POTS parecen adquirirse después con mayor frecuencia, en comparación con el antes de la vacunación contra el COVID-19, particularmente en comparación con las afecciones diagnosticadas con mayor frecuencia, pero a una tasa aproximadamente cinco veces menor que después de la infección por SARS-CoV-2”, concluyeron los autores.
Los autores advirtieron que no debían utilizarse los resultados del estudio para evitar la vacunación.
«Estos resultados no pretenden desaconsejar el uso de la vacuna contra COVID-19, sobre todo teniendo en cuenta el riesgo relativamente mayor de desarrollar POTS tras la infección por SARS-CoV-2», escribieron.
Los obstáculos de atención médica que enfrentan los pacientes con POTS
En medio de un sistema de salud tenso por las secuelas de una pandemia global, los pacientes del POTS enfrentan problemas de tiempo y recursos. “Nos enfrentamos a un retraso de más de dos años solo para que los pacientes ingresen a nuestro centro de tratamiento”, informa el Dr. Chung.
A pesar de su impacto global en millones, el POTS sigue siendo en gran parte desconocido para muchos profesionales de la salud, lo que a menudo resulta en un camino largo y desafiante para un diagnóstico preciso. Una encuesta de 2013 realizada por Dysautonomia International destacó esta lucha para más de 700 pacientes con POTS.
En promedio, los pacientes enfrentan un retraso de seis años antes de recibir un diagnóstico correcto. Solo el 25 por ciento son diagnosticados dentro del primer año del inicio de los síntomas, y muchos viajan más de 100 millas para recibir atención médica relacionada con el POTS. Para complicar aún más las cosas, el 59 por ciento de los pacientes son descartados inicialmente por médicos que creen que sus síntomas graves son puramente psicológicos.
El Dr. Chung destaca muchos otros obstáculos que enfrentan los pacientes con POTS: falta de compresión, biomarcadores esquivos, opciones de tratamiento limitadas y gravedad debilitante de la enfermedad.
No obstante subraya un obstáculo crítico: «Si bien mi punto de vista puede estar sesgado, creo que la escasez de fondos para la investigación presenta uno de los desafíos más formidables para avanzar en la atención de POTS», compartió con The Epoch Times.
Enfoque de tratamiento multifacético para pacientes con POTS
Una de las complejidades en el tratamiento de POTS surge de las marcadas variaciones en los síntomas individuales, lo que requiere una estrategia de tratamiento personalizada. En el Centro de Tratamiento POTS de Johns Hopkins, el proceso comienza con un enfoque centrado en el paciente, diseñando estrategias que van desde ajustes sutiles en el estilo de vida hasta el uso de medicamentos.
Una piedra angular vital de esta estrategia consiste en mejorar la ingesta de líquidos para reforzar el volumen de sangre y ajustar las actividades diarias, como alterar la forma en que los pacientes pasan de estar sentados a estar de pie. Los ejercicios de fisioterapia, adaptados a los niveles de tolerancia de cada paciente, también son parte integral del régimen terapéutico.
El papel de la medicación es doble, dirigido tanto a los síntomas del POTS como a cualquier afección subyacente. Esto podría incluir el uso de bloqueadores beta u otros medicamentos para reducir la frecuencia cardíaca. Para algunos se pueden recomendar medicamentos que aumentan la capacidad del cuerpo para absorber sal y líquidos, o aquellos que promueven la constricción de los vasos sanguíneos para mejorar el flujo de sangre al corazón y al cerebro.
La prescripción de modificaciones dietéticas, como el aumento de la ingesta de sal y la hidratación, forman otra línea de ataque, proporcionando alivio sintomático. Un pequeño estudio de la Universidad de Vanderbilt corrobora este enfoque, demostrando una mejoría de los síntomas en pacientes con POTS con una dieta alta en sal, aunque no logró la erradicación completa de los síntomas.
Las medias de compresión se han mostrado prometedoras para ayudar en el control del POTS al ayudar a mejorar el flujo sanguíneo y aliviar los síntomas. Eaton defiende esta intervención y afirma: «Las mallas de compresión realmente ayudan a controlar mis síntomas diarios».
El último elemento crucial del enfoque implica el asesoramiento, brindando a los pacientes y a sus familias estrategias prácticas para manejar la vida con POTS.
Abordar el POTS con enfoques holísticos
Si bien la medicina convencional generalmente se enfoca en controlar los síntomas de POTS, hay un cambio hacia las causas fundamentales.
POTS Care en Texas es pionera en este enfoque al integrar biorretroalimentación, suplementos especializados y dietas poco inflamatorias en su tratamiento. La biorretroalimentación, un método no invasivo, permite a los pacientes controlar funciones corporales como la frecuencia cardíaca. El centro ofrece regímenes de suplementos personalizados para satisfacer las necesidades nutricionales individuales y recomienda una dieta poco inflamatoria para minimizar los desencadenantes de los síntomas.
“Nuestros esfuerzos se dirigen a localizar y tratar la causa subyacente del POTS y sus numerosas condiciones comórbidas”, afirma su sitio web. El objetivo se extiende más allá del alivio de los síntomas: apunta a una mejora duradera y sostenible de la salud.
El cardiólogo certificado por la junta, el Dr. Jack Wolfson, elogiado por su éxito en el tratamiento de pacientes con POTS a través de métodos naturales, dirige la clínica Natural Heart Doctor. Conocido por su afinidad con las terapias holísticas, Wolfson se hace eco del espíritu de POTS Care, estableciendo una postura firme en el tratamiento curativo sobre el sintomático.
“El POTS es una condición inflamatoria en esencia”, compartió el Dr. Wolfson con The Epoch Times. “Nuestro enfoque consiste en identificar y tratar la causa. Para algunos pacientes, es toxicidad por moho. Para otros, es una alta carga de otras toxinas. Aun así, para otros, es un desequilibrio en el sistema nervioso. Hemos visto un progreso notable en nuestros pacientes al abordar directamente estos factores”.
El cambio hacia tratamientos alternativos y una comprensión más profunda del POTS señala un nuevo capítulo en el manejo de este intrincado síndrome. A pesar del desafío continuo de comprender completamente el POTS, la integración de terapias alternativas con métodos tradicionales ofrece una esperanza renovada para muchos pacientes.
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