El empeoramiento del brote de coronavirus en Italia ha llevado al gobierno italiano a reevaluar su relación con Beijing y a alinearse más con Washington, dijo un experto.
Casi un año después de que Italia se convirtiera en el primer país del G-7 en firmar el proyecto insignia de la política exterior del régimen chino —representada por la iniciativa de “La Franja y la Ruta” (OBOR, por sus siglas en inglés), que suscitó duras críticas entre sus aliados occidentales—, la gestión actual del país mediterráneo ante el brote de coronavirus indica un cambio en sus relaciones con el gigante asiático.
«El brote del coronavirus en Wuhan ha llevado al gobierno italiano a reevaluar su enfoque hacia China, mientras que envía un mensaje a la administración Trump», dijo a The Epoch Times en un correo electrónico Nicola Casarini, académico titular y jefe de investigación para Asia en el Istituto Affari Internazionali, un centro de estudios con sede en Roma.
Casarini dijo que la actual administración italiana de centro-izquierda, es diferente del gobierno populista que firmó la iniciativa del OBOR en marzo de 2019, y que utiliza el brote para aumentar sus vínculos con Washington. Italia fue el primer gobierno occidental en anunciar la suspensión de los vuelos desde China, y su prohibición de vuelos está actualmente establecida para cubrir el período más largo entre los países occidentales, que dura hasta el 28 de abril, dijo.
«Esta medida puede explicarse por la voluntad del Primer Ministro, Giuseppe Conte, y del Ministro de Salud, Roberto Speranza, de presentarse como aliados transatlánticos de confianza, algo que tradicionalmente ayuda en Italia si alguien quiere hacer carrera política», dijo Casarini.
A pesar de este esfuerzo inicial por contener la enfermedad, Italia se convirtió en el país más afectado fuera de China, donde se originó el brote. En febrero, se descubrió que el virus había estado circulando sin ser detectado en el norte de Italia. Desde allí, el virus se propagó en todo el país europeo. Italia tiene ahora más de 12.000 infecciones y 800 muertes, y el país fue puesto bajo llave.
Los vínculos de Italia y China
La decisión de Italia de adherirse al proyecto chino del OBOR en marzo de 2019 suscitó preocupación de Estados Unidos y los aliados occidentales.
La iniciativa del OBOR de Beijing, un proyecto de inversión masiva en infraestructura destinado a conectar Asia, África y Europa a través de una red de ferrocarriles, puertos y rutas, fue muy criticado por imponer a los países en desarrollo un endeudamiento que no pueden cumplir. Mientras tanto, a Washington le preocupa también que el plan esté diseñado para fortalecer la influencia militar de China y difundir tecnologías capaces de espiar a Occidente.
El Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca advirtió en su momento a Italia que su respaldo al OBOR «da legitimidad al enfoque depredador de China en materia de inversiones y no aportará ningún beneficio al pueblo italiano».
El Ministro de Asuntos Exteriores alemán, Heiko Maas, se hizo eco de ese sentimiento, diciendo en ese momento que algunos países que «creen que pueden hacer tratos inteligentes con los chinos, bajarán a la tierra de un golpe y se encontrarán dependientes de China».
Italia ha defendido su decisión, con el ministro de Relaciones Exteriores, Luigi Di Maio, el mes pasado diciendo que firmó la iniciativa por «razones comerciales» y «ventajas económicas», informó Bloomberg.
Pero según los datos recopilados por la Vigilancia y Alerta de Radar de La Franja y la Ruta, que hace un seguimiento de las inversiones chinas en el marco de la iniciativa, a Italia no le trajo muchos proyectos en el último año, con la excepción de un acuerdo entre Jetion Solar (China) Co. y Eni SpA para invertir unos 2200 millones de dólares y desarrollar nuevos proyectos solares.
Un plan chino para desarrollar el puerto de Trieste tampoco fue puesto en marcha, declaró Bloomberg.
Mientras tanto, Italia también siguió teniendo un déficit comercial con China, que en enero se situó en 2400 millones de euros (2700 millones de dólares), según los datos preliminares publicados en febrero por la agencia de estadísticas italiana, Istat.
Desde el brote, los economistas esperan que la economía del país europeo, que ya se encuentra en dificultades, se dirija hacia una recesión a finales del primer trimestre, con el sector del turismo y la industria de lujo particularmente afectadas.
El impulso del régimen en las relaciones públicas
Recientemente, el régimen de Beijing ha donado suministros médicos a Italia y ha enviado un equipo de expertos médicos para ayudar en las medidas locales de contención.
Estas medidas, según los analistas, forman parte de una campaña del régimen para posicionarse como líder mundial en los esfuerzos de control de la enfermedad y desviar la atención de las críticas de que su encubrimiento inicial del brote permitió que el virus se propagara al extranjero. Este impulso propagandístico «positivo» incluye declaraciones recientes de funcionarios chinos que sugieren que el virus no se originó en China y que simplemente se propagó primero allí.
Casarini creía que después de que la crisis disminuya en Italia, el régimen chino «empezará a invertir dinero (a través de inversiones) en Italia, en particular en el norte industrializado más afectado por la epidemia», en un intento de impulsar las relaciones bilaterales.
«Sin embargo, a medio y largo plazo, las relaciones entre Roma y Beijing seguirán atravesando altibajos, dependiendo no solo de sus lazos bilaterales, sino sobre todo de la evolución de las relaciones entre Italia y Estados Unidos», añadió.
Casarini sugirió que la forma en que Italia y otros países europeos abordarán las relaciones con el régimen chino tras el brote, depende de cómo «los políticos y los medios de comunicación presenten el caso».
Dijo que «si se culpa a China y a su régimen, que ha retenido información crítica desde el principio del brote, permitiendo de esta manera que el virus se extienda por todo el mundo», entonces es probable que los países europeos endurezcan su postura hacia el régimen. Sin embargo, si el relato promovido por el régimen de «luchar juntos contra el enemigo común» toma fuerza , entonces puede ocurrir lo contrario.
«Admito que pueda resultar llamativo aceptarlo en esta etapa, pero podría suceder, especialmente si China comienza a invertir más dinero en Europa», dijo Casarini.
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