Recientes investigaciones descubrieron que el virus del COVID-19 puede infectar directamente las arterias cardiacas, aumentando el riesgo de infarto de miocardio (ataque cardiaco) y accidente cerebrovascular, e incluso provocando síntomas de COVID prolongados y persistentes. Este fenómeno es especialmente pronunciado en individuos que ya padecen enfermedades cardiovasculares, ya que el virus tiende a acumularse dentro de las placas ateroscleróticas.
Además de causar síntomas respiratorios, la infección por COVID-19 también eleva el riesgo de enfermedades cardiovasculares. Estudios anteriores descubrieron que la probabilidad de sufrir un ictus en pacientes con COVID-19 es más de siete veces mayor que en los que padecen gripe.
Un estudio publicado en la revista Nature Cardiovascular Research el 28 de septiembre dilucidó el mecanismo por el que el COVID-19 aumenta el riesgo de enfermedades cardiovasculares. El virus SARS-CoV-2 responsable de la COVID-19 no sólo desencadena en el organismo la producción de una cantidad considerable de factores inflamatorios, sino que también puede infectar directamente las arterias cardiacas, exacerbando la inflamación dentro de las placas ateroscleróticas y, en última instancia, provocando infartos de miocardio y accidentes cerebrovasculares.
Los investigadores examinaron muestras de arterias coronarias de ocho pacientes que habían sucumbido al COVID-19 entre mayo del 2020 y mayo del 2021. Los ocho pacientes tenían un diagnóstico previo de enfermedad arterial coronaria. Los resultados revelaron que el ARN viral del SARS-CoV-2 es detectable y se replica en las lesiones coronarias de estos pacientes.
En experimentos in vitro con arterias carótidas humanas, se descubrió que el SARS-CoV-2 estimula los macrófagos y las células espumosas, desencadenando una fuerte respuesta inflamatoria y la liberación de citoquinas conocidas por desencadenar eventos cardiovasculares, como la interleucina-1β y la interleucina-6. Los macrófagos cargados de lípidos (células espumosas) pueden contribuir al desarrollo de la aterosclerosis y la formación de placas. En particular, el virus COVID-19 infecta a los macrófagos en mayor proporción que a otras células arteriales, siendo las células espumosas cargadas de colesterol especialmente susceptibles a la infección y difíciles de eliminar una vez infectadas.
Los investigadores creen que en los pacientes con aterosclerosis preexistente, el virus prolifera de forma significativa en los lugares de la placa arterial. Natalia Eberhardt, autora principal del estudio y becaria posdoctoral en NYU Langone Health, explicó: «El virus crea un entorno altamente inflamatorio que podría facilitar que la placa crezca, se rompa y bloquee el flujo sanguíneo al corazón, el cerebro y otros órganos clave».
Además de causar accidentes cerebrovasculares, la invasión de las arterias coronarias por el virus también puede estar relacionada con los síntomas prolongados de COVID. Chiara Giannarelli, autora correspondiente del estudio y cardióloga, sugirió que las células inmunitarias más estrechamente relacionadas con la aterosclerosis pueden servir de reservorio para el virus, permitiendo potencialmente que persista en el organismo a lo largo del tiempo.
Reducir el riesgo de enfermedad cardiovascular mediante una alimentación sana
Mientras persista la pandemia de COVID-19, es esencial dar prioridad a la salud cardiovascular. En julio de este año, la revista European Heart Journal publicó un estudio en el que participaron 147,642 individuos de 21 países, en el que se examinaba cómo una dieta sana contribuye a preservar el bienestar cardiovascular.
Durante un periodo medio de seguimiento de 9,3 años, se descubrió que, en comparación con la dieta menos sana (con una puntuación de 1 punto o menos), la dieta más sana (con una puntuación de 5 puntos o más) reducía el riesgo de mortalidad en un 30 por ciento, el de enfermedad cardiovascular en un 18 por ciento, el de infarto de miocardio (ataque al corazón) en un 14 por ciento y el de ictus en un 19 por ciento.
La puntuación de la dieta saludable se elaboró a partir de seis categorías de alimentos asociadas a la longevidad, entre las que se incluyen:
1. Fruta: De dos a tres raciones al día.
2. Verduras: De dos a tres raciones al día.
3. Legumbres: De tres a cuatro raciones por semana.
4. Frutos secos: Siete raciones a la semana.
5. Pescado: De dos a tres raciones por semana.
6. Lácteos: 14 raciones a la semana.
Se asignó una puntuación de 1 (saludable) a la ingesta superior a la mediana, mientras que se asignó una puntuación de 0 (no saludable) a la ingesta igual o inferior a la mediana, dando como resultado una puntuación total que oscila entre 0 y 6.
La clave de una dieta cardiosaludable: Alimentos naturales variados
Los investigadores también descubrieron que, según datos de todo el mundo, la clave de una dieta cardiosaludable es el consumo de diversos alimentos naturales, en lugar de restringir la ingesta a categorías de alimentos específicas.
Andrew Mente, investigador del Population Health Research Institute de la Universidad McMaster de Hamilton (Canadá), declaró en un comunicado de prensa que las dietas bajas en grasas estuvieron en el punto de mira de la opinión pública, pero este estudio sugiere que la prioridad debería ser aumentar el consumo de alimentos protectores como los frutos secos, el pescado y los lácteos, en lugar de restringir la ingesta de frutos secos y lácteos enteros.
Únase a nuestro canal de Telegram para recibir las últimas noticias al instante haciendo click aquí
Cómo puede usted ayudarnos a seguir informando
¿Por qué necesitamos su ayuda para financiar nuestra cobertura informativa en Estados Unidos y en todo el mundo? Porque somos una organización de noticias independiente, libre de la influencia de cualquier gobierno, corporación o partido político. Desde el día que empezamos, hemos enfrentado presiones para silenciarnos, sobre todo del Partido Comunista Chino. Pero no nos doblegaremos. Dependemos de su generosa contribución para seguir ejerciendo un periodismo tradicional. Juntos, podemos seguir difundiendo la verdad.