La pandemia del COVID-19 se ha cebado con el sector de los taxistas de la ciudad ecuatoriana Guayaquil, entre los que hay más de cien muertos y un número incierto -aunque alto- de contagiados por su constante exposición callejera el virus del PCCh (Partido Comunista Chino), comúnmente conocido como nuevo coronavirus.
«Nuestra situación es preocupante por la gran cantidad de compañeros fallecidos que tenemos en toda la provincia y especialmente en Guayaquil», cuenta a Efe con pesar George Mera, presidente de la Unión de Taxistas de la provincia de Guayas, gremio que registra 125 conductores y socios fallecidos.
Un panorama que catalogan como desolador.
Porcentaje alto entre los muertos
La mayoría de los compañeros que han fallecido, asegura, se han contagiado realizando su trabajo al circular por la que es la zona cero de la pandemia en Ecuador y donde las estadísticas oficiales concentran al 67,1% de los contagios de todo el país.
«Trabajan en los exteriores de los hospitales, centros comerciales, comisariatos e interactuaban diariamente con cientos de personas», denuncia el dirigente gremial sobre la función que suelen realizar los miembros de un sector que está autorizado a circular como el resto de la ciudadanía, de acuerdo con su placa, una vez a la semana.
El porcentaje de los taxistas muertos dentro de la suma global de fallecidos en la zona de Guayas, y en su capital Guayaquil, se desconoce, básicamente porque los datos de muertos en esa zona son altamente confusos.
Oficialmente hay en Ecuador 560 personas fallecidas por COVID-19 (alrededor del 45% en Guayas), más otras 1028 calificadas como casos «probables». Pero además, desde el 1 de marzo hay un desfase de casi 8000 muertos, con respecto al promedio normal de 2000 al mes, cuyas causas se desconocen.
En cualquiera de los tres casos, los taxistas son uno de los grupos más castigados.
Unos 3000 con síntomas compatibles
Además de los fallecidos, alrededor de unos 3000 taxistas a nivel provincial, de un total de 12.000, reportaron haber tenido síntomas compatibles con la enfermedad, aunque la mayoría no ha podido acceder a una prueba confirmatoria.
Uno de ellos es Wilson López, presidente de la cooperativa Taxicol y miembro del cuerpo administrativo del gremio provincial, quien asegura que vivió días «muy complicados», pero ha podido recuperarse gracias a la ayuda de su familia.
«La mayoría estuvimos con fiebre. Yo sentí mucha agitación, malestar, ganas de no moverme de la cama y la alta temperatura no me bajaba. Fue muy desconcertante, tuve que aislarme completamente», rememora el conductor.
Afirma que varios compañeros han requerido oxígeno y que desde la cooperativa han intentado ayudarlos «de todas las formas posibles».
Y es que Guayaquil es a día de hoy territorio comanche para quienes trabajan al volante, ya que ahí están alrededor de la mitad de los casos de contagio a escala nacional según la última estadística oficial.
El doble de contagiados
El titular de Salud, Juan Carlos Zevallos, elevó este jueves a casi el doble el número de contagiados en el país, unos 22,160, tras dar a conocer datos de miles de pruebas atrasadas que no figuran en las infografías oficiales.
Pero solo mañana, viernes, se conocerá cuál el impacto porcentual en esa provincia, donde fueron tomadas la mayoría de las pruebas.
Pese a los cuidados que tomaron los taxistas desde el principio, con el paso de las semanas algunos se han confiado demasiado.
«Nunca nos preparamos para esta pandemia en el nivel en el que está. Creíamos que era algo pasajero, que iban a haber unos cuantos casos. No imaginamos todo lo que podía venir», lamenta López.
Actualmente solo un 10 por ciento del total de taxistas de la provincia está trabajando: Algunos han dejado de salir a las calles por la restricción, muchos otros, por el miedo a tener que pasar lo mismo que sus compañeros.
«Tenemos casos de familias enteras que han fallecido. Presidentes de cooperativas, sus esposas e hijos. Es muy doloroso», agrega el líder gremial.
El dilema: salud o comer
Pero pese a las cuantiosas víctimas de la pandemia, muchos taxistas se plantean salir a trabajar para llevar comida a sus hogares, incluso si tienen algún síntoma relacionado con el COVID-19, lo que a su vez puede ser una trampa mortal para sus pasajeros.
López asegura que en su cooperativa han tenido que utilizar un fondo de contingencia que habían ahorrado para ayudar a muchos de sus asociados, lo que «no les alcanza para subsistir».
«La gente está desesperada, sin dinero. Un 80 por ciento de los compañeros taxistas vivimos del día a día, no tenemos otro ingreso. Hay algunos que tienen tiendas o trabajan en el mercado y ellos se han preocupado de ayudar para evitar que los que están con síntomas no salgan a trabajar, pero es difícil», aclara.
Los representantes del taxi han pedido ayuda al Gobierno de Lenín Moreno, así como a la alcaldesa de Guayaquil, Cynthia Viteri, para que les facilite bonos sociales para su alimentación, como ya hace con unas 400,000 familias de bajos de recursos.
«La crisis nos está quebrando. Ya no aguantamos más. Hemos pedido que les hagan llegar una ración alimenticia a los compañeros enfermos, porque me llaman diciendo que no tienen qué comer y que tienen que salir», concluye.
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