La pandemia mundial por el virus del PCCh (Partido Comunista Chino), comúnmente conocido como nuevo coronavirus se está ensañando particularmente con la empresa de transporte compartido Uber, que entre enero y marzo triplicó sus pérdidas y se ha visto forzada a retirar las proyecciones internas que apuntaban a alcanzar la rentabilidad a finales de este año.
En los primeros tres meses de 2020, Uber perdió 2946 millones de dólares, unos números rojos tres veces mayores que los 1016 millones que dejó de percibir en el mismo período del año pasado.
Pese al incremento de las pérdidas, la compañía con sede en San Francisco (California, EE.UU.) vio durante los pasados tres meses cómo aumentaba su facturación interanual, que pasaba de los 3099 millones de dólares ingresados a principios de 2019 a los 3543 millones actuales.
La aparente discrepancia entre los ingresos y los beneficios se explica por los costes extraordinarios que el COVID-19 supuso para la empresa a principios de año, y que, aunque no se vio reflejado en las cuentas presentadas este jueves, también la han llevado a anunciar el despido de 3700 empleados, alrededor de un 14 % de su plantilla.
Entre enero y marzo, los accionistas de Uber perdieron 1,70 dólares por título, frente a las pérdidas de 2,23 dólares de marzo pasado.
Las restricciones a la movilidad y las órdenes de distanciamiento social decretadas en gran parte del mundo para hacer frente a la pandemia tuvieron un efecto directo sobre el principal negocio de Uber, el transporte de personas, que durante los pasados tres meses ingresó un 5 % menos que en el mismo período del ejercicio anterior.
Sin embargo, los mismos motivos que hicieron caer el transporte de personas, dispararon los otros dos segmentos de negocio de la compañía, la entrega de comida a domicilio (Uber Eats) y la de paquetería (Uber Freight), que subieron un 52 y un 55 % interanual respectivamente.
Uber tiene en la actualidad 103 millones de usuarios mensuales activos en todo el mundo, un 11 % más que los que tenía en marzo de 2019 y, pese al COVID-19, realizó entre enero y marzo 1658 millones de viajes, un 7 % más, algo que se explica por el crecimiento experimentado en enero y febrero, antes de que la pandemia fuese declarada en Occidente.
Por regiones del mundo, Estados Unidos y Canadá siguen siendo el principal mercado de Uber y supusieron un 60 % de su facturación; seguidos muy de lejos por Europa, Oriente Medio y África (15 %); Latinoamérica (14 %) y Asia-Pacífico (10 %), esta última, sin embargo, siendo la de mayor crecimiento interanual.
«Aunque la pandemia ha golpeado con fuerza nuestro negocio de transporte, hemos tomado acciones rápidas para preservar la fuerza de nuestra hoja de balance, destinar recursos adicionales a Uber Eats y prepararnos para el escenario de recuperación», apuntó al anunciar las cuentas el consejero delegado de la firma, Dara Khosrowshahi.
Khosrowshahi también lanzó un mensaje optimista al asegurar que, tras haber «tocado fondo» a mediados de abril, los trayectos en Uber se han ido recuperando poco a poco en las últimas semanas y que, aunque parece claro que el objetivo de conseguir ser una empresa rentable no va a lograrse en 2020, el retraso será cuestión «de trimestres, pero no de años».
Además de los problemas derivados del coronavirus, Uber sigue teniendo varios frente abiertos con las administraciones públicas de distintas partes del mundo, y este mismo martes, el fiscal general de California -el mayor mercado de la empresa en EE.UU.- presentó una demanda contra la firma por clasificar a sus conductores como contratistas y no como empleados, en contra de la legislación local.
Pese a todo, los malos resultados de Uber no desanimaron a los inversores en Wall Street, y las acciones de la compañía subían un 9,15 % hasta los 34,17 dólares por título en las operaciones electrónicas posteriores al cierre de los mercados neoyorquinos.
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