Mientras que los sistemas del Partido Comunista Chino (PCCh) para la guerra industrial están en el escenario principal, el PCCh está luchando sus propias batallas internas. China tiene una población de aproximadamente 1.400 millones de habitantes, a la que el PCCh está tratando de someter y controlar con la estrategia del débil legado transgeneracional del comunismo.
Por su propia naturaleza, el capitalismo y el comunismo no pueden coexistir, como demostró el PCCh a través de sus intentos de reformas económicas a partir de finales de la década de 1970. Estos dos sistemas fueron forzados a estar juntos como imanes deflectores. Las características del comunismo son someter, controlar, y regular este control dirigiendo a la población en una sola dirección: la lucha. Entre las pocas libertades que quedan bajo el PCCh está la libertad de hacer dinero.
Cualquier exposición a Dios, a la decencia, a la moral o a la reflexión sobre cómo viven otras personas alrededor del mundo simplemente no es tolerada, ni siquiera en la misma respiración. Pueblos enteros están siendo subyugados y reprimidos -incluida la propia raza china- y esto está llevando a una corrupción masiva en toda la estructura de control social. Esta corrupción se está volviendo tan mala y los imanes tan difíciles de mantener juntos, que está agotando completamente al PCCh.
Para aliviar esta presión interna, el PCCh construyó una enorme máquina de guerra industrial enfocada en ejercer esa fuerza hacia afuera. Esto dio como resultado en que el PCCh ordenó a la gente que utilice la inversión extranjera, el robo económico y otros métodos para apoderarse de la riqueza del mundo, y para alejar hacia afuera la presión interna del continente.
El trabajo bajo la superficie es una opción para los líderes de China. Pueden continuar con sus programas de robo en el extranjero y la competencia, o pueden relajar el sistema opresivo actualmente en vigor en China.
O se comprometen con la historia china y se convierten en una China diferente y más capaz, o luchan por mantener un sistema comunista que claramente se volvió obsoleto en pleno siglo XXI, un camino que se está volviendo menos viable a medida que el mundo ejerce más presión para detener los programas de competencia económica desleal del PCCh.
Esta presión internacional contra los programas económicos del PCCh está empujando al liderazgo de China hacia el restablecimiento de la justicia, la dignidad y el honor de la nación china, o de lo contrario lo perderá todo.
Sin embargo, si los líderes de China deciden tomar el camino alternativo, y en su lugar volver al sistema comunista completo ante la creciente presión económica de Estados Unidos; es muy posible que esto los lleve hacia la opción de la guerra. Sin embargo, todavía habrá una elección del campo de batalla; puede ser una guerra cinética o una guerra industrial.
La guerra cinética podría muy bien involucrar misiles, balas y armas nucleares. El PCCh desarrolló misiles hipersónicos, sistemas antisatélite, métodos de poder naval, sistemas de misiles basados en el mar, aviones de combate económicos, drones y casi todos los sistemas en los que América estuvo invirtiendo durante las últimas cinco décadas. El PCCh también tiene sus secretas armas “Asesino de Maza” que siguen siendo un misterio para Occidente. Estos son sistemas de armas hechos para un ataque sorpresa y una victoria rápida.
Los chinos ya tienen sus misiles en estado de alerta inmediato, lo que significa que están listos para la guerra del tipo más devastador. Esta posición suicida no puede sostenerse sin que se produzca algún tipo de intercambio, lo que conduce a una escalada basada en la velocidad, en la que niveles más altos de intercambio militar y orgullo nacional pueden dar lugar a que se tomen decisiones en contra de la supervivencia de la humanidad.
La guerra industrial, por otro lado, se trata de cuidar de tu gente. Se trata de cambiar la cultura sobre la que existe tu país. Esto no es cultura de accionistas. Es la cultura de la fuerza laboral.
Actualmente, el conflicto se dirige hacia la guerra industrial, y si el PCCh acuerda sentarse a negociar, y de acuerdo a los términos que se decidan, determinarán el futuro de este conflicto.
Para Estados Unidos, la guerra industrial significa preparar a la fuerza laboral para recuperar los puestos de trabajo en la industria manufacturera estadounidense, devolver esos puestos de trabajo al país y devolver el orgullo a la población estadounidense. Esta es una de las principales cosas que hizo que Donald Trump apenas fue elegido. Hizo promesas basadas en la batalla de una guerra industrial, que la población estadounidense y la población mundial esperaba a lo largo de su campaña presidencial de 2016.
Amar Manzoor es el autor del libro “El arte de la guerra industrial” y fundador del sistema de guerra industrial 7 Tao.
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