El dilema de los que escapan del virus: Fronteras sin médicos

Por Froma Harrop
31 de marzo de 2020 6:58 PM Actualizado: 31 de marzo de 2020 6:58 PM

Comentario

En «El Decamerón», siete mujeres y tres hombres escapan de la Florencia atormentada por la plaga, a una villa en las colinas, donde se cuentan uno al otro historias picarescas. Escrita hace casi 700 años atrás, el cuento sigue fresco, durante un tiempo en que los neoyorquinos tratan de escapar del brote del coronavirus mudándose a sus segundas casas en la playa o los bosques.

Pero hay dos grandes diferencias. En la Italia renacentista, la gente que vivía afuera de la ciudad no patrullabas las fronteras. En contraste, Florida y Rhode Island han tratado de detener a los visitantes de Nueva York pidiéndoles que se sometan a dos semanas de aislamiento. Luego que Nueva Orleans se volviera un sitio caliente para el coronavirus, Texas comenzó a revisar los autos en la frontera estatal con Louisiana, ordenando a los pasajeros a hacer lo mismo. Texas ya había impuesto cuarentena a los pasajeros de aerolínea que volaban desde Miami, Atlanta, Detroit y otros lados.

Otra gran diferencia es que en el pasado distante, lo único que la gente podía hacer sobre la plaga era evitar tenerla. Ellos lo hacían manteniéndose lejos uno del otro. Eso es todavía esencial, pero hoy hay intervenciones médicas que ayudan a que la mayoría de los afligidos sobrevivan. Los sistemas de salud de las grandes ciudades tienen los hospitales, los doctores y el equipamiento para proveerlos.

Es verdad, muchos de estos hospitales urbanos están colapsados por el peso de los pacientes, pero el número de casos está ahora creciendo a un ritmo mayor en áreas rurales, que generalmente tienen poblaciones mayores más vulnerables. Funcionarios de la salud de todos lados están ahora preocupados por la falta de respiradores, mascarillas y pruebas.

Más de la mitad de los condados en EE. UU. no tienen ni una sola cama de cuidado intensivo en el hospital. En contraste, los funcionarios de salud de las grandes áreas metropolitanas tienen la opción de mover pacientes de hospitales atestados a otros edificios de la región. Eso fue lo que se hizo en el área de Seattle, una de las partes peor golpeadas del país.

Y hay una chispa de buenas noticias de Seattle. Su temprana y rigurosa política de distanciamiento social podría estar disminuyendo las tasas de infección y mortalidad —aún cuando el estado de Washington ve un aumento de contagios en áreas rurales.

Que un estado pueda legalmente restringir el viaje o comercio desde otro sigue siendo cuestionable. La mayoría de los abogados constitucionales dicen que solo el gobierno federal puede hacer esto. Por ejemplo, el Departamento de Agricultura de EE. UU. prohibe la entrada al continente de EE. UU. de muchos productos de granjas de Hawaii porque podrían tener pestes invasivas o enfermedades. Si la USDA puede impedir que los hawaianos envíen frutas y plantas de cactus a otros estados (las flores leis y piñas están bien), ¿por qué no podría el gobierno federal impedir que los estadounidenses crucen fronteras de estados para disminuir la diseminación de la enfermedad?

El sábado a la mañana, el presidente Donald Trump habló sobre poner a los viajantes del área metropolitana de la ciudad de Nueva York en cuarentena, pero descartó la idea en la noche. En cambio, se les emitió una recomendación para que eviten viajes no esenciales —una política que ya estaba vigente.

La reciente tasa de contagio en la ciudad de Nueva York fue de 1 en 1000 personas. Ese es un alto número de casos (aunque en parte un reflejo de las pruebas más agresivas en Nueva York). Pero —y no es para endulzarlo— también significa que 999 de 1000 personas no fueron contagiadas. Los neoyorquinos que siguen las reglas de lavado de manos y mantener la distancia de otros parecerían tener una buena chance de evitar el virus.

Obviamente, los estadounidenses que consideran escaparse de un lugar caliente de coronavirus tienen más cálculos que hacer que los que tenía la aristocracia de Florencia durante la plaga. Por un lado, los estadounidenses podrían ir a áreas menos pobladas donde están menos confinados y el virus no se ha desparramado tanto. Por el otro, los centros médicos son más escasos allí y quizás no están a tan alto nivel como los de la ciudad. Para ponerlo simple, ¿hay respiradores, camas de hospital y doctores al otro lado de la frontera?

Froma Harrop ha recibido numerosos premios y honores, Harrop ha trabajado en el escritorio de negocios de Reuters, editó informes económicos para el New York Times y News Service, y fue miembro de la junta editorial de Providence Journal. Ha escrito para diversas publicaciones como The New York Times, Harper’s Bazaar y Institutional Investor.

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Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor y no necesariamente reflejan las opiniones de The Epoch Times

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