Un importante estudio internacional encontró la primera evidencia de que el ejercicio tiene beneficios directos en relación a COVID-19. La investigación revela que las personas físicamente activas tienen 2.5 menos probabilidades de morir de la enfermedad causada por el nuevo coronavirus que aquellos que son constantemente inactivos.
La investigación de casi 50,000 pacientes de COVID-19, que se mantuvieron inactivos durante los dos años anteriores a la pandemia, descubrió que tenían más del doble de probabilidades de ingresos en un hospital que los pacientes que habían hecho más de 150 minutos de ejercicio semanal. También tenían un 73 por ciento más de probabilidades de requerir cuidados intensivos.
El profesor Jim Sallis, catedrático del Instituto de Investigación Sanitaria Mary MacKillop de la Universidad Católica de Australia, y uno de los autores del estudio, recomendó a los médicos que animaran a sus pacientes a realizar actividades físicas, especialmente a los que tienen otros factores de riesgo.
«Estos resultados deberían ser una llamada de atención para la medicina clínica y la práctica de la salud pública», dijo Sallis.
La petición de Sallis de que se preste más atención a la actividad física como control de la pandemia en Australia se debe también al reto cada vez más difícil de cumplir los objetivos de aplicar la vacunación.
«Recomendamos a las autoridades de salud pública que informen a todas las poblaciones de que realizar una actividad física regular puede ser la medida más importante que pueden tomar las personas para prevenir la COVID-19 grave y sus complicaciones, incluida la muerte», dijo Sallis.
Esto contrasta con los consejos de los funcionarios de salud del gobierno, incluidos los del Dr. Anthony Fauci, principal asesor médico de la Casa Blanca, quien sugirió en una conferencia universitaria que Australia hiciera del despliegue de la vacuna la prioridad número uno.
«Es notable que el hecho de ser constantemente inactivo fue un factor de riesgo más fuerte para los resultados del COVID-19 severo que cualquiera de las condiciones médicas subyacentes y los factores de riesgo identificados por los Centros para el Control de Enfermedades, excepto la edad y los antecedentes de trasplante de órganos», dijo Sallis.
La edad media de los pacientes del estudio fue de 47 años, y el 62 por ciento eran mujeres. Su IMC medio era de 31, lo que se clasifica como sobrepeso.
La investigación se publicó en el British Journal of Sports Medicine y fue financiada y realizada entre enero y octubre de 2020 por el proveedor de servicios sanitarios estadounidense Kaiser Permanente.
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