El sábado, los votantes checos echaron a los comunistas del parlamento por primera vez desde el final de la Segunda Guerra Mundial, expulsando a un partido cuyos predecesores, apoyados por los soviéticos, gobernaron la nación centroeuropea con mano de hierro desde 1948 hasta la Revolución de Terciopelo de 1989 que dio paso a la democracia.
El Partido Comunista de Bohemia y Moravia (KSČM) no logró conservar suficientes escaños para entrar en el parlamento checo por primera vez desde la formación de la República Checa en 1993, después de que Checoslovaquia se disolviera pacíficamente en dos, pasando el otro estado a ser Eslovaquia.
El KSČM se hizo con el 3.62 por ciento de los votos, sin alcanzar el cinco por ciento necesario para conservar los escaños en el Senado y en la Cámara de Diputados.
Por otro lado, de forma sorprendente, la alianza SPOLU, una coalición liberal-conservadora de tres partidos, obtuvo el 27.8 por ciento de los votos, superando al partido Acción para los Ciudadanos Descontentos (ANO) 2011 del primer ministro Andrej Babis, que obtuvo el 27.1 por ciento.
Otra coalición liberal de centro-izquierda, formada por el Partido Pirata (PIR) y el Partido de los Alcaldes e Independientes (STAN), obtuvo el 15.6 por ciento de los votos, quedando en tercer lugar, según la oficina de estadísticas.
Antes de las elecciones, la alianza SPOLU se comprometió a formar un gobierno de coalición con la coalición Pirata/Stan. Durante el fin de semana, la alianza firmó un memorando sobre su intención de crear un gobierno de mayoría checa con la coalición Pirata/STAN.
El fracaso en la obtención de los votos suficientes se produce en medio de la disminución del apoyo al partido comunista que, durante su mandato, encarceló a decenas de miles de personas en campos de trabajo forzado en la década de 1950 y reprimió brutalmente a los disidentes, incluido el dramaturgo convertido en presidente Vaclav Havel.
«Me agrada, me agrada mucho», dijo Jiri Gruntorad, de 69 años, un antiguo disidente que firmó la declaración de la Carta 77 de los disidentes y que fue encarcelado por subversión de 1981 a 1985 por el régimen comunista. «Pero está llegando demasiado tarde».
«Fue uno de los últimos partidos comunistas del mundo, aparte del chino y el cubano, que mantuvo su nombre».
Aunque los comunistas se desvanecieron en gran medida después de 1989, siguieron cooperando con otros partidos en busca de votos para aprobar leyes en el parlamento. También se esforzaron por atraer a las personas mayores y a los miembros de la clase trabajadora de la república, pero no lograron resonar entre los votantes más jóvenes, dado su anterior régimen totalitario.
«Estoy muy decepcionado porque es un fracaso muy grande», dijo el líder del KSČM, Vojtech Filip, que también dimitió, tras el resultado de la votación.
Los comunistas también habían mantenido una estrecha relación con el actual presidente Milos Zeman, que fue trasladado al hospital el domingo tras los últimos resultados electorales.
El director del Hospital Militar Central de Praga, Miroslav Zavoral, dijo que Zeman, de 77 años, fue ingresado debido a complicaciones relacionadas con una enfermedad crónica no revelada.
«Conocemos el diagnóstico con precisión, lo que nos permite orientar el tratamiento», dijo Zavoral, añadiendo que no tenía la aprobación del presidente para revelar los detalles del diagnóstico.
La hospitalización seguramente creará una incertidumbre añadida en un momento en el que Zeman se dispone a dirigir las conversaciones políticas sobre la formación de un nuevo gobierno.
Según la constitución, el presidente puede nombrar a cualquier persona como primer ministro y encargarle que nombre un gabinete. Un nuevo gabinete debe enfrentarse a un voto de confianza en la cámara baja en el plazo de un mes desde su nombramiento.
Antes de las elecciones, Zeman había dicho que nombraría al líder del partido individual más ganador, y no a una coalición, para intentar formar gobierno, que en este caso sería Babis.
Aunque Babis ha reconocido que la alianza SPOLU obtuvo más votos como coalición, no señaló un paso a la oposición, diciendo: «Si el presidente me autoriza a hacerlo, dirigiré las conversaciones para formar un gabinete».
Con información de Reuters.
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