Opinión
El carismático líder argentino Juan Domingo Perón murió hace casi 50 años, pero sus políticas siguen vivas. Ganó una popularidad duradera al poner en peligro para siempre la posición privilegiada de Argentina entre las naciones latinoamericanas.
Irónicamente, el peronismo sigue desempeñando un papel importante en el panorama de la nación: Se estima que aproximadamente el 40 por ciento de la población argentina se siente peronista.
“El peronismo es parte del ADN nacional, es parte de la identidad argentina. No se puede estudiar Argentina sin saber que es parte sustancial de nuestra vida social, política y económica”, dice el periodista argentino Rodolfo Muchela.
Uno de los legados perdurables de Perón en Argentina es la organización de la sociedad en corporaciones con fuerte poder político que solo se preocupan por su propio interés sectorial. Desde la época de Perón, muchas de las corporaciones de la nación han dependido totalmente del Estado y rechazan cualquier recorte en el gasto público que pueda afectarlas negativamente.
“El nacionalismo económico, la organización de la sociedad argentina en corporaciones con fuerte poder político que dependen económicamente de los gastos y subsidios del Estado, y la falta de un banco central independiente son los legados de Perón que han contribuido fundamentalmente al arraigo de la inflación en Argentina desde su primera presidencia. No sorprende entonces que estos legados han estado presentes durante los gobiernos peronistas de Cristina Fernández de Kirchner… y su difunto esposo Néstor Kirchner… y que en cierto punto la inflación golpee nuevamente”, según Eduardo Singerman.
El peronismo sigue dominando
Alberto Fernández, el actual presidente de Argentina, es un peronista declarado. El 22 de marzo de 2021 fue elegido por el congreso nacional del Partido Peronista como nuevo presidente del partido. Tiene credenciales peronistas muy fuertes, ya que desempeñó un papel importante en el gobierno de Néstor Kirchner, quien dirigió la nación de 2003 a 2007.
Kirchner fue un peronista de extrema izquierda que trabajó en estrecha colaboración con otros presidentes de extrema izquierda en América Latina, especialmente con Lula da Silva de Brasil, Fidel Castro de Cuba y Evo Morales de Bolivia. Estableció una fuerte alianza política con la Venezuela de Hugo Chávez.
Fernández fue designado jefe de Gabinete de ministros por Kirchner al asumir el cargo el 25 de mayo de 2003. Retuvo el mismo cargo bajo el mandato de la esposa y sucesora de Kirshner, Cristina Kirshner, tras su elección en 2007.
Continuó con las desbordantes políticas de gasto social y nacionalización iniciadas por el primer gobierno de Kirchner. Como resultado, a principios de 2008, el país enfrentó una carga de deuda pública de USD 23,000 millones y una inflación cercana al 25 por ciento que afectó en gran medida a la población más pobre de la sociedad argentina.
Ambos gobiernos Kirchner “gastaron como marineros borrachos y asumieron compromisos insostenibles con el sector público. Tales políticas fiscales irresponsables alimentaron una inflación galopante, que Buenos Aires trató de camuflar alterando las estadísticas oficiales”, escribió Jaim Daremblum, director del Centro de Estudios Latinoamericanos de Hudson (pdf).
En octubre de 2019, Alberto Fernández ganó las elecciones presidenciales con el Partido Peronista, teniendo a Kirchner como su vicepresidenta.
El presidente brasileño, Jair Bolsonaro, se negó a asistir a la toma de posesión de Fernández debido a diferencias ideológicas irreconciliables. El 9 de junio de 2021, Fernández se encontraba en una reunión con el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, en Buenos Aires cuando dijo: “Los brasileños venían de la selva, pero los argentinos veníamos de barcos. Y eran barcos que llegaban de Europa”.
Eduardo Bolsonaro, congresista e hijo del presidente brasileño, no se tomó a la ligera este comentario racista y respondió: “Yo digo que el barco que se está hundiendo rápido es el de Argentina”, recordándole a la gente en Twitter que la economía argentina está en recesión desde 2018.
El peronismo detrás del cambio económico y social
El peronismo todavía se conecta e integra con una variedad de movimientos y organizaciones sociales, desde sindicatos, asociaciones de estudiantes y ahora, incluso, con grupos LGBTQI+ activos.
Argentina se convirtió en el primer país de América Latina en legalizar el matrimonio entre personas del mismo sexo en 2010. Fue el segundo país de América en hacerlo y el décimo en el mundo.
En Argentina, según Culture Trip, “las leyes sobre el trato a las personas LGBTQ han resultado en una cultura de aceptación y celebración”.
Bajo la administración de Fernández, Argentina se convirtió en uno de los primeros países del mundo en reconocer legalmente el género no binario en toda la documentación oficial. El 4 de septiembre de 2020, Fernández firmó el Decreto N° 721/2020, que establece que, al menos, el uno por ciento de todos los trabajadores del sector público en el gobierno nacional deben ser transgénero.
El 20 de julio de 2021 firmó otro decreto que obliga al Registro Nacional de las Personas (RENAPER) a permitir una tercera opción de género en todas las cédulas de identidad y pasaportes.
Tanto en términos económicos como humanitarios, la presidencia “progresista” de Fernández puede considerarse un completo desastre.
La tasa de inflación anual del país podría alcanzar el 90 por ciento para fin de año, el nivel más alto en tres décadas.
Durante la pandemia de COVID-19, su gobierno anunció un confinamiento en todo el país, en vigor del 20 al 31 de marzo, que luego se extendió hasta el 12 de abril. Este confinamiento draconiano se renovó 10 veces más de abril a septiembre e incluyó medidas restrictivas como prohibición de viajes, restricciones de transporte y movimiento de ciudadanos, órdenes de quedarse en casa, cierre de tiendas y reducción de horas de funcionamiento.
Estas medidas resultaron en graves violaciones a los derechos humanos. Ahora cuatro de cada diez argentinos viven por debajo del umbral de la pobreza, “una tasa que se ha disparado durante la pandemia del coronavirus la cual, por su parte, exacerbó tres años de recesión económica en el país”.
Esta tasa provocó el colapso de todos los sectores de la economía argentina, siendo las finanzas, el comercio, la industria manufacturera y la minería los más afectados. Junto con políticas fiscalmente irresponsables, estos cierres provocaron que, al menos, el 40 por ciento de la población cayera por debajo del umbral de la pobreza.
Los argentinos piden más de la misma política
Sin embargo, el gobierno de Fernández sigue gastando mucho más de lo que ingresa, y el banco central controlado por el gobierno contribuye a un déficit fiscal imparable al imprimir más dinero, lo que empeora aún más la inflación.
Según Lucas Ribeiro, periodista brasileño, “tal actitud demagógica no hace más que aumentar la deuda, aumentar las tasas de interés, aumentar la inflación, reducir las inversiones y pagar aún más caro y amargo con la pobreza del pueblo el precio de la irresponsabilidad fiscal”.
Miles de manifestantes se reunieron en Buenos Aires el 17 de agosto para exigir una mayor intervención del gobierno con el propósito de expandir las políticas de bienestar, aumentar artificialmente los salarios y brindar beneficios por desempleo luego de la inflación de los precios al consumidor y el debilitamiento de la moneda nacional.
Curiosamente, la mayoría de estos manifestantes eran peronistas que pedían más aumentos salariales y fondos de bienestar social para supuestamente aliviar la crisis económica. Hablándole a la multitud, Pablo Moyano, líder del sindicato de trabajadores de la CGT y también peronista, le exigió al gobierno de Fernández que “tome el control de los precios”.
Albert Einstein aparentemente dijo que la definición de locura es hacer lo mismo una y otra vez y esperar un resultado diferente.
“Para los que llevamos más tiempo viviendo en este país, todo tiene una sensación de déjà vu”, dice Carlos Gervasoni, profesor asociado y presidente del departamento de ciencias políticas de la Universidad Torcuato Di Tella de Buenos Aires.
No estaría de más decir que la sociedad argentina padece un grave caso de “locura colectiva”.
Sea como fuere, el pueblo argentino debería estudiar mejor su historia y tomar la decisión consciente de reconstruir su sociedad basándose en los valores liberales clásicos de sus Fundadores.
Como comentan los autores latinoamericanos de la perspicaz “Guía del perfecto idiota latinoamericano”: “Si todo argentino tiene un Perón en el fondo de su alma, hay que extirparlo, con cruz benigna si es posible, y si no, entonces con un bisturí afilado”.
De hecho, Argentina nunca volverá a ser un país rico y próspero hasta que el fantasma del peronismo sea finalmente exorcizado.
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Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor y no necesariamente reflejan las opiniones de The Epoch Times
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