Análisis de noticias
Se espera que el crecimiento del PIB de China caiga por debajo del 5 por ciento este año, rompiendo la línea de aceptabilidad de Beijing. Las políticas del Partido Comunista Chino (PCCh) tienen la culpa.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) recortó el 25 de enero su pronóstico de crecimiento de China para 2022 al 4.8 por ciento y advirtió que los efectos del colapso del mercado inmobiliario se están sintiendo en otras industrias. Un sector inmobiliario en ruinas, combinado con la política de «reducción a cero COVID» de Beijing, está mermando la movilidad de la mano de obra, así como el empleo.
Estos factores dan como resultado una supresión del consumo privado, lo que tiene implicaciones para la mayoría de los otros tipos de negocios. En consecuencia, el Banco Mundial recortó su pronóstico al 5.1 por ciento, Fitch Ratings lo redujo al 4.8 por ciento, mientras que Goldman Sachs prevé un crecimiento aún menor del 4.3 por ciento.
Unas perspectivas de crecimiento negativas tienen importantes implicaciones políticas para el líder chino Xi Jinping, ya que durante mucho tiempo se ha considerado que el 5 por ciento es la tasa de crecimiento mínima aceptable del PCCh. Para el resto del mundo, un crecimiento más lento en China significa un crecimiento global más lento.
El FMI también rebajó su perspectiva de crecimiento para Estados Unidos porque se espera que la Reserva Federal eleve las tasas de interés para frenar la inflación. La política monetaria contractiva es un paso lógico para Estados Unidos. Después de dos años de endeudamiento, gastos y recortes de tasas durante la pandemia, la Reserva Federal está intercambiando crecimiento por sostenibilidad.
Beijing, por el contrario, está apuntando al crecimiento a toda costa. En consecuencia, el Banco Popular de China es uno de los pocos bancos centrales que está recortando las tasas de interés. Como resultado, el PCCh está debilitando el yuan y disminuyendo el atractivo de China para la inversión extranjera. Sin embargo, se espera que el crecimiento de China siga sin alcanzar el umbral mágico del 5 por ciento.
Hasta ahora, la administración Biden no ha podido aprobar su proyecto de ley de gastos. Esta es una buena noticia, dado que la deuda de EE. UU., al igual que la deuda de China y la deuda global, han aumentado drásticamente como resultado de los últimos dos años de inyecciones de estímulo. Por otro lado, se espera que China aumente el gasto público.
China se está enfrentando a la inflación, provocada por la escasez de mano de obra, las interrupciones en la cadena de suministro, las continuas restricciones de COVID, los problemas de transporte y el aumento de los costos de energía. El año pasado, los intentos de Beijing de reducir la contaminación afectaron la actividad industrial, al tiempo que aumentaron el costo de la electricidad. Estos problemas se sumaron a la inflación en las fábricas, lo que significa que cada vez era más caro para los fabricantes chinos producir bienes.
Las continuas medidas enérgicas contra el sector tecnológico están frenando la innovación, desalentando la inversión, acabando con las fortunas, haciendo bajar los precios de las acciones y eliminando puestos de trabajo. Y el control del sector inmobiliario por parte de Beijing se está sintiendo en diversas industrias, desde bancos hasta empresas constructoras. En una de las medidas drásticas, Beijing eliminó efectivamente el sector de la enseñanza, junto con millones de puestos de trabajo. Mientras tanto, las restricciones al sector del entretenimiento están provocando la pérdida de puestos de trabajo en la industria del streaming.
La campaña de Xi para controlar el sector privado ha provocado que los jóvenes tengan dificultades para conseguir trabajo. Los solicitantes de empleo que se presentan al examen del servicio civil han aumentado en un 40 por ciento. Si todos estos jóvenes encontraran puestos en el gobierno, esto engrosaría a un sector público inflado, aumentando la deuda pública de China, que ya se sitúa en alrededor del 300 por ciento del PIB.
El crecimiento económico futuro de China también se ve amenazado por el descenso de las tasas de natalidad, que en última instancia reducirá el tamaño de la fuerza laboral. Para restaurar el crecimiento, Beijing tiene que hacer que la cosecha actual de graduados universitarios trabaje, mientras que alienta a las familias a tener más hijos. Sin embargo, en un círculo vicioso, el desempleo entre los adultos jóvenes es un factor más que desalienta a las familias a tener más hijos.
Además de las políticas económicas destructivas de Xi, la intensificación de tensiones en Ucrania provocará un aumento en los precios mundiales de la energía. Aunque se espera una inflación en todos los ámbitos, es difícil cuantificar la futura recuperación económica y las tasas de crecimiento del PIB en Estados Unidos y en China. La salud económica depende de las políticas de COVID, así como de las reacciones de los gobiernos a futuras variantes de COVID.
En la actualidad, es probable que Washington aumente las tasas de interés, lo que debería ayudar a frenar la inflación. Además, las políticas contra COVID de EE. UU. parecen estar relajándose, permitiendo que los mercados vuelvan gradualmente a la normalidad. Esto indica que Estados Unidos debería tener una recuperación económica más rápida y fluida que China. El PCCh, por su parte, está recortando las tasas de interés, aumentando la deuda y restringiendo la economía con políticas de «reducción a cero COVID».
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Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor y no necesariamente reflejan las opiniones de The Epoch Times
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