El Juramento de Lealtad: Tejiendo hilos de patriotismo en el tejido de Estados Unidos

Por WILHELM HÖJER
05 de diciembre de 2020 8:24 PM Actualizado: 05 de diciembre de 2020 8:24 PM

En las escuelas públicas de todo el país, los niños se levantan —o pueden elegir sentarse y escuchar— mientras recitan «El juramento de lealtad«. ¿Pero lealtad a qué?

Se giran hacia la bandera, ponen su mano derecha sobre su corazón y dicen esta frase: «Prometo lealtad a la bandera de Estados Unidos de América, y a la República que representa, una Nación bajo Dios, indivisible, con libertad y justicia para todos».

Estas palabras se escribieron por primera vez en 1892 cuando el país aún se tambaleaba por la vergüenza del fratricidio durante la Guerra Civil. Aunque se había ganado la guerra en 1865, el país no estaba ni unificado ni en paz. Esa fue la época de «La Reconstrucción», un tiempo de gran agitación. Durante estas décadas de conflicto civil —incluso los esfuerzos por destituír al presidente— los estadounidenses también tuvieron que hacer frente a la creciente urbanización, así como a la introducción de una moneda nacional y a la colonización de Occidente.

Los movimientos de templanza y de sufragio comenzaron también en esta época, trayendo consigo una fuerza adicional a los ya duros vientos de cambio.

Los nuevos inmigrantes

Tal vez lo más importante es que en estos años se produjo el mayor aumento de la inmigración a Estados Unidos desde Europa del Este y del Sur en su historia. El nuevo inmigrante estadounidense era muy diferente de su predecesor. No pensaba como alguien de origen inglés, ni adoraba como él.

En otras palabras, aunque los Padres Fundadores habían creado Estados Unidos, el estadounidense aún no había nacido. Aquellos hombres y mujeres que habían hecho de este país su hogar se habrían identificado como ciudadanos de su estado.

Incluso antes de las divisiones de la Guerra Civil, este regionalismo era cierto tanto en el Sur como en el Norte. Tal regionalismo era por supuesto peligroso porque contenía el potencial de enfrentar a los estadounidenses entre ellos mismos, lo que finalmente hizo en la década de 1860. El presidente Abraham Lincoln salvó a la Unión, pero el conflicto debilitó el proyecto estadounidense. Por lo tanto, la cuestión de la desunión necesitaba urgentemente una solución.

Había muchas ideas sobre cómo unificar la nación, pero una de las más populares y novedosas era utilizar las escuelas públicas para fomentar un sentido de unidad o identidad nacional. Este era un concepto bastante revolucionario porque la escuela pública se practicaba de forma muy local en este país hasta bien entrado el siglo XX. Como Estados Unidos no tenía un sistema educativo organizado nacionalmente, la idea era crear un plan de estudios unificado.

El símbolo de la bandera

En el espíritu de los Padres Fundadores, que conocían bien su historia romana, se decidió que la solución debía centrarse en un símbolo que pudiera representar a todos. Los romanos tenían su lema republicano, «El Senado y el pueblo por Roma», los cristianos tenían la cruz, y los estadounidenses estarían representados por su bandera. Grupos de veteranos como el Cuerpo de Socorro de Mujeres y el Gran Ejército de la República jugaron un papel central al colocar banderas estadounidenses en todas las aulas de la nación. Este objetivo se conoció como el movimiento de la bandera de las escuelas. También había una revista popular, diseñada para atraer a toda la familia llamada «El compañero joven», que promovía el movimiento.

Hacia el final del siglo, el movimiento patriótico buscaba formas de renovarse. Estados Unidos se preparaba para celebrar el 400° aniversario de su descubrimiento con la Exposición Columbian de 1892. Un comité nacional de educadores y líderes cívicos también estaba organizando una celebración del primer «Día de Colón» el 12 de octubre, que se centraría en la bandera.

Francis Bellamy, quien era el director de marketing de «The Youth Companion» (El compañero de la juventud), también era el presidente del comité, y quería que las comunidades de todo Estados Unidos celebraran su propio «Día de la Raza» local con reuniones en las escuelas públicas. Para promover esta idea, «The Youth Companion» diseñó un sencillo kit que explicaba las actuaciones. Como parte de este kit, Bellamy incluyó su versión original de «El Juramento de Lealtad», que decía: «Prometo lealtad a mi bandera y a la República que representa: una nación indivisible, con libertad y justicia para todos».

Estas palabras han llegado a expresar tanto la herencia histórica que da a Estados Unidos su fuerza indeleble como su compromiso con la verdad, la unidad y la libertad.

Los estudiantes recitan el Juramento de Lealtad en 1899. (Dominio público)

Cambios en el compromiso

Los cambios posteriores a esta promesa, tal como la conocemos hoy en día, se basan en la preocupación sobre que no se mencione a qué bandera se está jurando lealtad. El Estado de Nueva York fue el primer estado en legislar que se recitara el juramento de lealtad en las escuelas públicas, pero ninguna forma del juramento recibió reconocimiento oficial del Congreso hasta el 22 de junio de 1942, cuando se incluyó formalmente en el Código de Banderas de Estados Unidos.

Finalmente, el último cambio en el lenguaje llegó el Día de la Bandera de 1954, cuando se añadieron las palabras «bajo Dios».

El mundo se encontraba en medio de la Guerra Fría, y en Washington se temía que Indochina, Malasia, Birmania, India e incluso Japón pudieran caer en manos de comunistas ateos. Después de todo, la Rusia soviética tenía dos revistas pro-comunistas llamadas «Godless». El temor era que desde Moscú a Asia, el comunismo pudiera prevalecer en el escenario geopolítico. El presidente Eisenhower usó repetidamente sus discursos para señalar la naturaleza impía del comunismo hasta que por orden ejecutiva, en el Día de la Bandera de 1954, ordenó específicamente la promesa de leer «una nación bajo Dios».

Esta historia nos enseña una importante lección de la identidad estadounidense: Una de las cosas más importantes en nuestras vidas —y en nuestro mundo— consiste en reconocer de dónde vienen nuestras libertades, derechos y verdades evidentes. El Juramento de Lealtad ha estado tejiendo las hebras del patriotismo piadoso en el tejido de la sociedad estadounidense durante más de un siglo. Ayudó a unificar la nación en el siglo XIX, a combatir la Guerra Fría en el siglo XX, y vale la pena conservarlo mientras avanzamos hacia el siglo XXI y esperamos proteger la unidad por la que nuestros valientes antepasados lucharon y murieron.

El periodista Wilhelm Höjer es un nativo sueco que estudió filosofía y periodismo en el Angelicum de Roma. En 2020 comenzó a enseñar en la escuela clásica cristiana Lindisfarne Hall en la Isla Amelia, donde él y su esposa Sally viven con su nuevo hijo Crispin.


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