La República Popular China (RPC) está construyendo nuevas centrales eléctricas a carbón en todo el mundo, exportando un modelo sucio de desarrollo energético, a pesar de las consecuencias ambientales.
China está construyendo o planificando más de 300 plantas a carbón en todo el mundo, incluso cuando el resto del mundo está cambiando a fuentes de energía menos dañinas, según los informes de noticias.
Según Global Energy Monitor, China es el principal Gobierno que apoya proyectos de centrales a carbón en todo el mundo, financiando actualmente más de 53 gigavatios de energía de carbón en el extranjero (en inglés).
China también está aumentando su dependencia del carbón a nivel nacional. En la primera mitad de 2020, China había propuesto 40.8 gigavatios de nuevas centrales a carbón, casi el equivalente de todo el suministro de carbón de Sudáfrica.
El profesor de la Universidad de Harvard Edward Cunningham, que se especializa en los mercados energéticos de China, declaró a la Radio Pública Nacional (de Estados Unidos) en abril de 2019 que las nuevas plantas a carbón en países como Turquía, Bangladés y Vietnam podrían contaminar el medioambiente durante décadas.
“Cuando se pone dinero y se pone acero en el suelo para una central eléctrica a carbón”, dijo Cunningham, “se hace un compromiso para 40 o 50 años”.
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.@SecPompeo: Gran parte de la economía del Partido Comunista Chino se basa en un desprecio deliberado por la calidad del aire, la tierra y el agua. El pueblo de China, y el mundo, merecen algo mejor. pic.twitter.com/RC0GMxpzJw— USA en Español (@USAenEspanol) September 3, 2020
La RPC es el principal emisor anual de gases de efecto invernadero del mundo, y las emisiones relacionadas con la energía de la RPC aumentaron más del 80 por ciento entre 2005 y 2019.
La RPC también es el principal emisor del mundo de contaminación atmosférica por mercurio procedente de las centrales eléctricas a carbón, tanto en el país como en el extranjero. Como principal financiador mundial de nuevas plantas a carbón, está exportando la producción de energía sucia a países en desarrollo como parte de su iniciativa “la Franja y la Ruta” (OBOR) y a través de préstamos gubernamentales.
OBOR promete nuevas inversiones a países en desarrollo, pero también implica construcciones de mala calidad, abusos laborales, deuda insostenible y daños ambientales que los países anfitriones deben enfrentar por años en el futuro.
Una mejor opción
Estados Unidos trabaja con asociados internacionales y el sector privado para apoyar el desarrollo en países de bajos y medianos ingresos de una energía asequible y limpia, mediante proyectos de infraestructura de alta calidad.
La iniciativa Asia EDGE (Mejora del Desarrollo y el Crecimiento por medio de la Energía) del Gobierno de Estados Unidos ha dedicado más de 140 millones de dólares en asistencia técnica para apoyar la seguridad energética, la diversificación, el acceso y el comercio en toda la zona del Indopacífico.
Hasta noviembre de 2019, el programa ya había movilizado más de 1500 millones de dólares en inversiones privadas y públicas para 11 proyectos de energía renovable en Indonesia, incluido el primer parque eólico del país en Célebes Meridional. La Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional también trabaja con el Banco Asiático de Desarrollo para movilizar 7000 millones de dólares para inversiones en proyectos de energía en la región.
La Corporación Financiera de Desarrollo Internacional de Estados Unidos (DFC) invertirá hasta 2000 millones de dólares para suministrar energía fiable y sostenible a los 800 millones de personas de todo el mundo que actualmente carecen de electricidad, y a 2800 millones más que tienen un acceso poco confiable. La DFC es una institución del Gobierno de Estados Unidos que apoya infraestructura del sector privado y proyectos de desarrollo en países de bajos ingresos.
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