Hay un término en la ceremonia del té japonesa que proviene del Zen y que se traduce como «una oportunidad en la vida» o «una vida, un encuentro». Es una idea tan bella: Cualquier encuentro que tengas con alguien es único, fugaz y nunca volverá a repetirse, aunque veas a esa persona todos los días.
¿Cómo sería la vida si pudiéramos aprender a apreciar con profundidad cada momento?
Muchas veces me doy cuenta de que tengo prisa por hacer algo que quiero que ocurra de inmediato. Quiero que esté totalmente terminado, para que sea ayer. Paso por alto el increíble momento que está sucediendo ahora mismo.
Me noto frustrado con otras personas, aunque no quiera admitir esa frustración. Quiero que la otra persona sea diferente de como es, quiero que cambie. Me estoy perdiendo la belleza de estar con esa persona tal y como es.
Me doy cuenta de que quiero apresurarme a hacer cosas y llenar cada momento con distracciones, acciones productivas, ocupaciones. Pierdo la oportunidad de la quietud, de detenerme y simplemente estar en la belleza del momento presente.
A menudo parece que pienso (sin darme cuenta) que hay algún momento especial en la vida que está por llegar, que será más especial de lo que es la vida ahora mismo. Lo que olvido es que la vida no puede ser más especial que lo que está ocurriendo ahora mismo.
Este aquí, este momento que está sucediendo ahora mismo, este es el momento de mi vida.
Qué hermoso es.
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