La crisis del virus del PCCh (Partido Comunista Chino), comúnmente conocido como nuevo coronavirus, también ha afectado la economía del narcotráfico en México, donde la reducción de espacios de oferta y la disrupción de las cadenas han llevado a los cárteles a diversificar sus operaciones, lo que exacerba la violencia en el país.
Reflejo de ello es la caída anual de 24.61 % en el primer cuatrimestre de 2020 de los delitos contra la salud, como se llama en México a los crímenes federales que involucran, entre otros, la producción, transporte, tráfico, comercio, posesión y suministro de drogas.
De enero a abril se registraron 12,544 de estos delitos comparados con 16,639 del mismo periodo del año anterior, revela un análisis de la base de datos actualizada esta semana por el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP).
Este abril, el segundo mes de la pandemia de COVID-19 en México, se reportaron 2364 de estos crímenes, un 33.5 % menos que en marzo y un 37.67 % menos que en abril de 2019.
«Claramente sí bajó la demanda porque muchos de sus lugares de trabajo son restaurantes, bares, y todo esto está cerrado», explica a Efe Vidal Romero, director del Centro de Estudios sobre Seguridad, Inteligencia y Gobernanza (CESIG) del Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM).
Otra muestra de la afectación es la reducción de decomisos en puntos de revisión de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP, en inglés) de Estados Unidos.
Comparado con el mismo periodo del año anterior, en el primer cuatrimestre de 2020 la cantidad de marihuana confiscada en esos puntos reportada por la CBP disminuyó en 18.71 %, la de cocaína 30.85 % y la de heroína 33.33 %.
El director del CESIG atribuye el fenómeno a una posible baja de demanda en Estados Unidos más que a la restricción de viajes no esenciales en la frontera entre ambos países, acordada del 21 de marzo al 22 de junio por la pandemia.
«La frontera la cierran para los ciudadanos a pie, para quienes quieren cruzar a Estados Unidos, pero la droga no se pasa por esos lugares, la droga se pasa por túneles, por avionetas, por botes. Esa parte nunca la han cerrado», apunta.
Diversificación y violencia
Pese al panorama, México registró 3000 homicidios en marzo, el mes más violento de la presidencia de Andrés Manuel López Obrador, quien asumió en diciembre de 2018.
Aunque el Gobierno presumió una reducción mensual de 1.66 % de este crimen en abril, con 2950, la organización Semáforo Delictivo recuerda que marzo tiene un día más, por lo que el promedio diario en abril fue de 98.33 frente a 96.77 de marzo.
Estos homicidios son «principalmente ajustes de cuentas entre bandas», expone Romero.
Los cárteles ahora son «empresas muy gordas, con muchos empleados» que, ante la baja demanda, aprovechan la pandemia para disputarse localidades, comenta el profesor del ITAM.
«Lo que ha pasado en México desde los últimos años es que esas organizaciones se diversificaron y ya no son solo organizaciones de tráfico de drogas o de producción, sino que se diversificaron a cuestiones como extorsión y secuestro», dice.
Mientras en 2006, al inicio de la «guerra contra el narco», había tres conflictos activos entre cárteles de la droga, en 2018 había 18, según el Instituto para la Economía y la Paz (IEP).
Otros crímenes
Ante la disminución de importación de precursores químicos de China y el cierre de espacios de distribución, las bandas se han volcado a la extorsión y el robo a transporte de pasajeros, manifiesta Gerardo Rodríguez, profesor de seguridad nacional de la Universidad de las Américas Puebla (UDLAP).
Seis de cada 10 empresas denuncian un aumento de violencia en la pandemia, informó esta semana la Confederación de Cámaras Industriales (CONCAMIN) en su informe «COVID Industrial».
«Ahí puede haber un efecto de sustitución. La delincuencia organizada va a buscar otros espacios que deje la economía formal, espacios que deje el Gobierno para buscar otros mecanismos de obtener ingresos», menciona Rodríguez, coautor del Índice Global de Impunidad.
Apoyo social
En la crisis, grupos como el Cártel de Sinaloa y el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJGN) desafían al Estado con la entrega masiva de despensas, menciona Rodríguez.
Asimismo, hay reportes de que se acercan a pequeños negocios y trabajadores a ofrecerles «créditos», añade.
«Tuvieron una merma, probablemente, los primeros meses, pero eso lo van a superar. Entonces ellos necesitan seguir dando flujo de efectivo, de alimento, a las familias desde su estructura criminal», comenta.
Los narcotraficantes, describe, tampoco son ajenos al miedo de los efectos sanitarios de COVID-19, que acumula 59,567 contagios y 6510 fallecidos confirmados en México.
«El campo y la producción de droga no han parado, entonces los productores deben de estar nerviosos porque sus familiares siguen yendo a trabajar y se pueden contagiar», opina el investigador.
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