Se ha hecho prevalente un método de discusión que remplaza a los argumentos y al debate por los ataques personales. En su raíz está la misma filosofía usada por sistemas totalitarios y líderes del siglo XX —desde Hitler, hasta Stalin y Pol Pot— para etiquetar a las personas como enemigos del plan social del régimen, y así movilizar a los ciudadanos en actos de supresión y violencia contra los que han sido marcados así.
Estos métodos de ataque y movilización han hecho camino entre los argumentos de la izquierda posmoderna y los liberales tradicionales han quedado impactados ante este problema emergente.
El actor y comediante británico Tom Walker comentó sobre esto en un video viral del 10 de noviembre, poco después de la elección del ahora presidente de EE.UU. Donald Trump, y dijo que el mismo asunto condujo al Brexit (la salida de Gran Bretaña de la UE) y a la mayoría de Tory. Él culpó a la izquierda «porque la izquierda ha decidido que cualquier otra opinión, cualquier otra forma de mirar el mundo es inaceptable».
La consecuencia de esta mentalidad, dijo, es que «ya no debatimos», y que recurrimos a insultos y etiquetas. «Si estás en la derecha, eres un monstruo —eres malo, racista, eres estúpido, eres una ‘canasta de deplorables'».
«¿Cómo piensas que va a votar la gente si le hablas de esa manera?», preguntó.
Jon Stewart, el ex conductor de “The Daily Show”, notó un problema similar durante una entrevista del 18 de noviembre con CBS sobre la victoria de Trump. Él dijo: «Existe ahora esta idea de que cualquiera que haya votado por él tiene que ser definido con la peor de las retóricas».
Stewart hace notar que la mayoría de los progresistas «odian esta idea de crear a la gente como monolitos». Un ejemplo, dijo, es que no puedes ver a los musulmanes como un monolito, basado en las acciones negativas de unos pocos individuos. «Pero cualquiera que haya votado por Trump es un monolito, es un racista. Esta clase de hipocresía también es real en nuestro país».
Por supuesto, evitar el debate directo era parte de la intención original que está causando esta nueva forma de pensar, una que embolsa a la gente en definiciones extremas, y que se saltea la discusión y los ataca personalmente.
Una nueva ideología
Este método de debate tiene su raíz en la idea marxista de «ideología» y tiene el objetivo de infiltrar una visión del mundo reinterpretada por las enseñanzas del marxismo.
Karl Marx y Friedrich Engels argumentaron que la gente no tiene control sobre sus opiniones, y que su visión está formada por el sistema. Todos los valores, conceptos, opiniones, teorías y creencias que muchos de nosotros consideramos evidentes por sí mismas, se ven bajo esta teoría como productos de desarrollos políticos.
Las únicas ideas que están fuera de este sistema y no deberían ser reconsideradas, según la ideología marxista, son las enseñanzas de Marx. Esto es porque retrata su propia ideología como una Utopía: el punto final del progreso humano.
Crea una forma de pensar en la cual aquellos que suscriben a la ideología marxista creen que están entre los pocos iluminados, y que todas las otras creencias e ideas son parte de ideologías arcaicas del pasado, cosas que ellos creen que deberían ser descartadas o destruidas.
«El concepto se arraigó con una popularidad sin precedentes, principalmente debido a que probó ser la herramienta más conveniente en los conflictos políticos: permitía desacreditar al oponente sin entrar en una discusión sustantiva», escribe el ministro polaco de educación Ryszard Legutko en su libro «El demonio en democracia: Tentaciones totalitarias en las sociedades libres».
En vez de involucrarse en debates y discusiones directas, este nuevo concepto enseñó a sus adherentes a excavar características sociales del individuo con los que hablaban, para reinterpretarlas según la visión marxista de la lucha, y luego atacarlos basados en esas etiquetas.
Este concepto también introdujo la idea de partidismo propuesta por Vladimir Lenin: una persona esta a favor de algo o en su contra. Aún más, las ideas de Lenin crearon el entendimiento de que todas las cosas deberían ser vistas sólo en blanco o negro. El espectro de ideas y creencias se colapsa en dos extremos opuestos en la cual sólo la ideología socialista es la válida.
La ideología marxista fue usada con un efecto terrorífico bajo casi todos los regímenes comunistas, con un saldo estimado de 150 millones de muertes en todo el mundo, incluyendo 80 millones tan sólo en China, y en solo un siglo.
En la Rusia soviética bajo Joseph Stalin, los enemigos eran catalogados como «burgueses», «fascistas», «capitalistas» y «sionistas»; bajo el Partido Comunista Chino de Mao Zedong, los enemigos eran llamados «derechistas», «contrarrevolucionarios», la «clase propietaria» y aquellos que creen en «superstición».
«Al ser identificados como los que sirven a la causa de la burguesía, los filósofos, artistas y escritores podían ser citados por la corte por ser enemigos de la revolución socialista y por obstaculizar el camino del futuro, a menudo con lamentables consecuencias para los defendidos», escribe Legutko.
«Esto puso en la práctica un corte a cualquier forma de discusión intelectual», escribe. «Nadie discutía, pero todos acusaban a alguien de traición ideológica o se defendían de tales acusaciones».
Marxismo en occidente
La idea marxista de «ideología» fue introducida en occidente bajo el disfraz de «teoría crítica».
La teoría crítica fue llevada a Estados Unidos por la Escuela de Frankfurt, fundada como una escuela marxista de teoría social y filosofía, la cual estuvo afiliada con la Universidad de Columbia en Nueva York desde 1935 hasta después que finalizó la Segunda Guerra Mundial, en ese momento regresó a Frankfurt.
La Escuela de Frankfurt ha intentado entender el conocimiento a través de la teoría crítica, como algo que se define ya sea por un contexto social o una meta utópica, pero no por la realidad objetiva. Los pensadores de esta escuela han usado una variedad de perspectivas dadas por Georg Hegel, Sigmund Freud, Friedrich Nietzsche, y por supuesto Marx. No obstante, esta escuela sí ha sometido al propio pensamiento de Marx al tratamiento crítico.
El Dr. John Lenczowski, fundador y presidente del Instituto de Políticas del Mundo, describió a la teoría crítica en un evento el 29 de enero de 2016 como un «análisis nihilístico marxista de nuestra sociedad basado en su materialismo» que trata de alienar a la gente de los valores tradicionales. En particular, este análisis hace de Estados Unidos su blanco, el cual establece un «orden moral» que nos da la ley internacional y conceptos globales de derechos humanos.
Durante el mismo evento, Michael Walsh, autor de «El palacio del placer del diablo: el culto a la teoría crítica y la subversión de occidente», explicó aún más el concepto. Él cree que sólo con mirar lo que hay detrás de la teoría crítica podemos entender sus ataques a la libertad de expresión, libertad de creencia y nuestros valores como nación.
Walsh dijo que la mayoría de la gente, religiosa o no, cree que hay algunas verdades absolutas basadas en la condición humana, y que hemos desarrollado un código moral basado en este reconocimiento. «Eso ahora está siendo atacado».
«Lo que la Escuela de Frankfurt trató de hacer con el mecanismo de la teoría crítica, fue socavar su creencia en la razón», dijo Walsh. «Han eregido un ‘palacio de placer del diablo’ de ilusión para darle la sensación de que las cosas en las que antes creía ya no son más verdad y ya no son más operables».
«Entre los tratados de la Escuela de Frankfurt está la guerra al lenguaje, y la guerra a lo que puedes decir y lo que no puedes decir, y eso es la corrección política», dijo. «La corrección política tiene el objetivo de prohibir que pienses. Eso es lo que es, es fascismo de la mente. La teoría es que si no lo puedes decir, no lo pensarás».
La nueva ideología es una manera de usar el debate para cortar el debate. Es una forma de desacreditar a la gente basado en su raza, creencias, género o credo. Y es una forma de usar etiquetas políticas para deshumanizar a una persona para que pueda ser despojada de sus derechos y en última instancia ser silenciada.
Se estima que el comunismo ha matado al menos a 100 millones de personas, aún así sus crímenes no han sido compilados y su ideología aún persiste. La Gran Época busca exponer la historia y creencias de este movimiento, el cual ha sido una fuente de tiranía y destrucción desde que emergió.
Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor y no necesariamente reflejan las opiniones de The Epoch Times
Cómo puede usted ayudarnos a seguir informando
¿Por qué necesitamos su ayuda para financiar nuestra cobertura informativa en Estados Unidos y en todo el mundo? Porque somos una organización de noticias independiente, libre de la influencia de cualquier gobierno, corporación o partido político. Desde el día que empezamos, hemos enfrentado presiones para silenciarnos, sobre todo del Partido Comunista Chino. Pero no nos doblegaremos. Dependemos de su generosa contribución para seguir ejerciendo un periodismo tradicional. Juntos, podemos seguir difundiendo la verdad.