El potencial pacto fáustico de los bancos globales para el acceso al mercado chino

Por Fan Yu
26 de enero de 2020 9:10 PM Actualizado: 30 de enero de 2020 10:31 PM

Comentario

Con el acuerdo comercial de fase uno firmado y archivado, los reguladores bancarios de China han comenzado a aliviar las restricciones a los bancos extranjeros para ingresar al mercado chino. A partir de este año, los bancos de inversión extranjera pueden comprar en su totalidad las firmas de valores chinas.

Y eso es música para los oídos de los ejecutivos bancarios que han salivado, durante mucho tiempo, por una porción de los mercados financieros de China.

Pero, ¿qué tan buen trato es? Si los bancos globales no tienen cuidado, pueden deshacer una década de buena voluntad de los inversores y una gestión prudente del riesgo tras la última crisis financiera.

Subsidio de propiedad extranjera

A partir del 1 de abril, los límites de propiedad extranjera para las firmas de valores chinas se levantarán como parte del acuerdo comercial de fase uno con Estados Unidos. Esa fecha se aceleró con respecto a la fecha límite de diciembre de 2020, previamente publicada por los reguladores de valores chinos.

Los bancos extranjeros ahora pueden competir para ser los principales suscriptores de ofertas de deuda y capital, poseer empresas de gestión de activos y negociar con corredores de bolsa.

Ha sido una construcción lenta hasta este momento. En 2014, Beijing estableció el Shanghai-Hong Kong Stock Connect, permitiendo a los inversores en cada mercado intercambiar acciones con sus pares utilizando sus corredores locales. Dos años después, se estableció un acuerdo similar entre Hong Kong y Shenzhen. El año pasado se lanzó una conexión entre Londres y Shanghai.

¿Quién se ha incorporado hasta ahora? El banco suizo UBS en diciembre de 2018 se convirtió en el primer banco extranjero en obtener una participación mayoritaria del 51 por ciento en una empresa de valores local. En 2018, el banco de inversión japonés, Nomura Holdings, recibió la aprobación de una empresa china para comprar un 51 por ciento de sus acciones. JPMorgan Chase también adquirió la propiedad mayoritaria de un negocio en diciembre de 2019. Otros, incluidos Morgan Stanley y Goldman Sachs, están en el proceso de establecer puntos de apoyo similares. Las nuevas reglas abren el camino para la compra, en adelante, del 100 por ciento de propiedad en empresas del sector financiero.

¿Cuál es el beneficio? Una porción del sector de servicios financieros de USD 45 billones de China, y los honorarios asociados con la organización de aumentos de deuda y capital, gestión de inversiones y asesoramiento en fusiones y adquisiciones.

Hoy, los bancos nacionales dominan las tablas de clasificación de la banca de inversión china local. Los primeros puestos de la mayoría de las listas de IPO, el crédito y los mercados de capital accionario son todos de entidades estatales, como CITIC, China Investment Corp., China Securities Co. y Guotai Junan Securities Co.

Como mínimo, una propiedad mayoritaria, o total, permitiría a los bancos globales consolidar sus ingresos y beneficios chinos en ganancias grupales para apaciguar a los inversores.

Un camino lleno de tensiones en su recorrido

Para los bancos globales, el primer desafío es la falta de personal competente dentro de China. Los principales banqueros de Nueva York y Londres, o incluso Singapur, no van a empacar y mudarse repentinamente a China, y el brote en curso del nuevo coronavirus no ayuda a que aumente el atractivo de China.

Los bancos pueden robar talentos de sus competidores chinos. Pero hay un montón de minas terrestres allí. Wall Street tiende a tener muy poca memoria, así que demos un paseo por los recuerdos que están cerca del olvido.

En 2018, UBS recibió una rápida lección de cómo Beijing hace negocios. Las autoridades prohibieron a un banquero de UBS, en un viaje de negocios a China, que abandonara el país. El empleado fue confinado e interrogado cerca de 24 horas.

En 2016, JPMorgan Chase pagó casi USD 300 millones para resolver una investigación de la Comisión de Valores y Bolsa de EEUU, esta se basaba en la contratación de hijos de funcionarios y ejecutivos chinos bien conectados. El escándalo de «princelings», como se lo denominó, fue un duro golpe para JPMorgan y para otros bancos globales que ejecutaron esquemas similares, con la esperanza de ganarse el favor de los funcionarios locales.

A medida que los bancos internacionales se preparan para expandir su presencia en China, también deben estar preparados para comprometer potencialmente las políticas comerciales existentes. Examinemos algunos ejemplos.

El líder del Partido Comunista Chino (PCCh), Xi Jinping, ha promovido cada vez más la llamada estrategia de «fusión civil-militar«. Esencialmente, es una estrategia para convertir a China aceleradamente en una superpotencia global, fusionando la innovación industrial civil con la innovación militar del ejército chino. En la práctica, significa que cualquier empresa con domicilio en China podría ser llamada para entregar información o, de cualquier manera, ayudar al Ejército Popular de Liberación.

«China ha fortalecido explícitamente los vínculos de las juntas corporativas con el Partido Comunista Chino», dijo Nazak Nikakhtar, secretario adjunto de Industria y Análisis de la Administración de Comercio Internacional del Departamento de Comercio de Estados Unidos, durante una declaración ofrecida el 23 de enero ante la Comisión de Revisión de Economía y Seguridad entre Estados Unidos y China en Washington. Nikakhtar se refirió a que el PCCh llamaba cada vez más a las empresas, incluidas las empresas de propiedad extranjera, para que apoyen la creación de comités, o células del partido del PCCh, dentro de sus oficinas.

La Ley de Sociedades de China, que se aplica tanto a las empresas chinas de propiedad estatal como a las de propiedad extranjera, está vinculada a las organizaciones del partido, pero no define sus funciones. No obstante, tales células pueden influir en la toma de decisiones corporativas y podrían otorgar indirectamente al PCCh «supervisión» de facto de la empresa.

Por ejemplo, los burócratas de Beijing, a través de las células del partido, pueden obligar a los bancos a prestar a las empresas privadas o estatales de China, independientemente de su mérito económico.

Tales actividades seguramente serían opuestas a los intereses políticos o de seguridad nacional de Estados Unidos (y Europa), y no entremos en la gran cantidad de violaciones que se harían a los códigos éticos de gobernanza corporativa. ¿Cómo pueden los inversores de los bancos internacionales resolver eso?

Por último, volvamos a Goldman Sachs, el gigante de la banca de inversión cuya hazaña más reciente en Asia fue la debacle de 1 Malasia Development Berhad (1MDB), en Malasia, donde el banco fue acusado de engañar a posibles inversores en emisiones de bonos diseñados para recaudar efectivo para 1MDB, la empresa estatal de desarrollo.

El 23 de enero, el CEO de Goldman, David Solomon, le dijo a CNBC que el banco ya no haría públicas las empresas (a través de una OPI) a menos que la junta directiva de la empresa tenga, al menos, un miembro «diverso».

Promover la diversidad de opiniones dentro del gobierno corporativo es un objetivo noble, y debe ser algo más que el color de piel o el género de la persona. Y Goldman podría forzar algunos cambios entre las compañías estadounidenses que buscan cotizar en bolsa.

¿Pero promoverá el banco la misma política de diversidad cuando se trata de sus clientes chinos? ¿Qué pasa con las juntas integradas en su totalidad por miembros del PCCh cuyo único papel es aprobar las decisiones sancionadas por el Partido? ¿Y qué pasa si esas decisiones perjudican a los accionistas o clientes estadounidenses del banco?

Los bancos de inversión global, que buscan ganar dinero rápido en China, deben tener cuidado con lo que desean.

Las opiniones expresadas en este artículo son las opiniones del autor y no reflejan necesariamente las opiniones de The Epoch Times.

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