Comentario
El presidente Donald Trump tiene a sus homólogos chinos justo donde los quiere tener.
Es una posición incómoda para los chinos, quienes, a todos los efectos, estuvieron “manejando la situación” en lo que respecta a las administraciones anteriores –tanto demócratas como republicanas– en los últimos 30 años.
Aunque la reunión del Presidente con el mandatario chino Xi Jinping durante la Cumbre del G-20 en Japón no produjo un acuerdo final, sí expuso la debilidad fundamental de la posición de China, permitiendo a Trump reabrir las negociaciones estancadas. El gesto magnánimo probablemente dará a Estados Unidos una ventaja en la próxima ronda de conversaciones.
China, con su economía mucho más vulnerable de lo que Beijing quisiera reconocer, está desesperada por llegar a un acuerdo que elimine los aranceles punitivos que Trump impuso en represalia por las décadas de engaño comercial de China. La economía china se está tambaleando por la presión de los aranceles, y la situación de Xi solo empeoró desde que sus negociadores renegaron de los compromisos contraídos durante las negociaciones comerciales entre Estados Unidos y China. En consecuencia, Trump se vio obligado a suspender las conversaciones e imponer una nueva ronda de aranceles.
Estados Unidos además tomó una postura cada vez más dura contra el gigante tecnológico chino Huawei, prohibiendo la venta de tecnología sensible a la compañía y presionando a los aliados de EE. UU. para que no compren la tecnología 5G de Huawei, debido a las preocupaciones por la seguridad nacional. Huawei espera perder alrededor de 30.000 millones de dólares en ingresos como resultado de la campaña de presión de Estados Unidos.
La tan esperada reunión entre Trump y Xi en la Cumbre del G-20 fue vista como una oportunidad para salir del punto muerto. En un movimiento sin precedentes que señala su renovado compromiso con las negociaciones de buena fe, una escarmentada China realizó una compra masiva de soja estadounidense incluso antes de que comenzara la reunión.
Se trató de un soborno al descubierto diseñado para apaciguar a Trump antes de la reunión comercial, no de una transacción comercial común y corriente. La demanda de soja en China en realidad cayó recientemente debido a una epidemia de gripe porcina que devastó sus granjas de cerdos, y los expertos dicen que el país cuenta con amplias reservas de soja.
Sumado a los llamamientos públicos de Xi para que Estados Unidos levante las restricciones sobre Huawei, la compra de soja fue una fuerte indicación de que Trump estaba entrando a la reunión con ventaja.
Jugó bien sus cartas, posponiendo la próxima ronda de aumentos arancelarios planificados mientras las negociaciones comerciales se reanudan, tiempo durante el cual China acordó hacer grandes compras adicionales de productos agrícolas estadounidenses. Mientras tanto, Estados Unidos permitirá ventas limitadas de tecnología no sensible a Huawei como un recordatorio de cuánto tiene que ganar China –y de cuánto depende su economía– en una relación comercial justa y abierta con Estados Unidos.
Significativamente, el Presidente también dejó en claro que no tiene “ninguna prisa” por alcanzar un acuerdo bilateral cabal. Sabe que China está sufriendo y que Estados Unidos obtendrá mejores condiciones haciendo que el régimen chino se retuerza un poco más.
Congelar la próxima ronda de aumentos de aranceles fue una jugada particularmente brillante, porque tranquilizó a los inversores temerosos que no comprenden del todo la estrategia de negociación del Presidente. En la medida en que los nervios del mercado de valores representan para EE. UU. la única presión real a corto plazo para hacer un trato, esto debería dar a los negociadores de la administración Trump mucho más espacio para tomar un respiro.
Sus contrapartes chinas, por otro lado, tendrán que llevar a cabo las futuras negociaciones con la amenaza de aranceles sobre exportaciones chinas por valor de 300.000 millones de dólares que pesan sobre sus cabezas como la espada de Damocles.
En los últimos dos años Trump llevó hábilmente a China hacia un rincón, y su reunión con Xi durante la Cumbre del G-20 ofreció la confirmación de que tiene a los negociadores chinos justo donde los quiere tener. Yo predigo que seguiremos viendo progresos a partir de la comprensión cabal del Presidente de las vulnerabilidades económicas de China, y que este progreso producirá beneficios a largo plazo para Estados Unidos y nuestros aliados.
El teniente coronel Tony Shaffer es un oficial superior retirado de operaciones de inteligencia y presidente del Centro de Investigación de Políticas de Londres.
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Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor y no necesariamente reflejan las opiniones de The Epoch Times
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