«Cada derrota, cada angustia, cada pérdida, contiene su propia semilla, su propia lección sobre cómo hacerlo mejor la próxima vez» -Og Mandino, piloto de bombardero de la Segunda Guerra Mundial
Tribulación. Dificultades. Crisis.
¿Qué le traen a la mente estas palabras cuando las escucha? ¿Invocan sentimientos de miedo y ansiedad, hacen que le sude las axilas o le dé ganas de correr en la otra dirección? Si es así, no está solo. Para muchos de nosotros, esa es nuestra primera reacción.
¿Pero qué pasa si miramos nuestras dificultades bajo una nueva luz? ¿Y si, en lugar de temerlas y tratar de evitarlas, viéramos nuestras dificultades como un regalo?
Uno de los beneficios de acumular años de vida en esta tierra es que nos damos cuenta de que nuestras lecciones más importantes no vienen cuando navegamos sin problemas en la vida, sino cuando nos encontramos con aguas agitadas y turbulentas. Es entonces cuando nos detenemos a examinarnos a nosotros mismos, reflexionamos sobre cómo podemos hacerlo mejor, y hacemos un balance de lo que realmente importa en la vida.
Lo sé, lo sé, me he preguntado: «¿Por qué siempre tengo que aprender de la manera difícil?». Supongo que es porque la manera difícil es lo que nos hace más sólidos y firmes, y lo que produce los mayores y más duraderos cambios en nuestro carácter.
Por muy impactante que sea la autorreflexión, también es importante cómo vemos nuestras dificultades en la vida. Nuestras percepciones tienen un impacto significativo no solo en nuestra salud mental, sino también en nuestra salud física. De hecho, algunos creen que nuestra felicidad también depende de cómo vemos la adversidad.
La raíz de la felicidad
Emma Sappala, de la Universidad de Stanford, escribe que abrazar a las dificultades, en lugar de limitarse a aceptarlas, es en realidad el secreto para vivir una vida feliz. «El dicho chino: ‘Chi Ku Shi Fu’ (comer amargura es buena suerte) resalta la idea de que existe la oportunidad de sabiduría y crecimiento en el sufrimiento», escribió.
La idea de que el sufrimiento conduce a cosas buenas es una parte inherente de la antigua cultura y sabiduría china. Ellos creían que nuestras dificultades vienen del cielo, y que las dificultades son el único medio a través del cual podemos realmente entendernos y mejorarnos a nosotros mismos, y así alcanzar la virtud y las bendiciones. Estar abierto a este concepto es vital si queremos lograr el crecimiento personal.
Sappala continuó: «Podemos elegir entre dejar que las experiencias negativas que encontramos nos depriman, o podemos elegir abrazarlas y así elevarnos por encima de ellas». Es nuestra aceptación de la vida y nuestra percepción de las dificultades, así como nuestra respuesta a ellas, lo que realmente importa.
Responder con bondad y compasión, así como con autocontrol, sin importar cómo se nos trate, es necesario.
«Al comprender fundamentalmente que nuestra vida se caracteriza por los conflictos, podemos empezar a experimentar gratitud y crecer a mayores niveles de bienestar, perspectiva y sabiduría», dijo Sappala.
Al ver las dificultades de esta manera, alcanzamos una paz mental y una sensación de serenidad que de otra manera se nos escaparía. Esta es una de las grandes lecciones que los seres humanos han transmitido, generación tras generación, durante milenios.
Véalo como un estoico
La antigua China no fue la única cultura tradicional que abrazó la inevitabilidad del sufrimiento. Los estoicos de la antigua Grecia y Roma también entendieron esto.
Isaac Wechuli, del sitio Sabiduría Sin Límites, descubrió la importancia de abrazar las penurias para obtener la paz interior, la cual es, quizás, un sinónimo de felicidad.
A través de la experiencia, llegó a apreciar la sabiduría del estoicismo, ya que descubrió que nadie puede escapar del sufrimiento y las dificultades, por mucho que lo intente.
«Las dificultades son, por lo tanto, parte del flujo de la vida», dijo. «Aceptarlas tiene como resultado la paz interior, porque dejamos de preocuparnos cuando esperamos dificultades, y nunca nos deprimimos o estresamos cuando llegan las dificultades».
Si examinamos las vidas de los estoicos, las suyas son historias de gran resistencia frente a tremendas dificultades. Pero ellos entendieron que es inútil esforzarse por evitar las dificultades en la vida. En cambio, buscaron en su interior para encontrar la fuerza para soportar la tormenta.
Los estoicos se centraron en vivir una vida virtuosa y en alinearse con el flujo de la naturaleza. Razonaron que la virtud del carácter, algo que siempre llevamos, que nunca nos puede ser arrebatado, es lo que importa, mientras que cosas como el dinero y la fama, que están fuera de nuestro control y son fugaces, deben ser vistas con desapego.
El psicoterapeuta Donald Robertson cree que el estoicismo ha tenido un impacto tan significativo en su campo que decidió destacarlo en un libro titulado: «Cómo pensar como un emperador romano». Busca aplicar la sabiduría del filósofo estoico y emperador romano Marco Aurelio a los problemas de la vida moderna.
Robertson señala que la forma en que enmarcamos las cosas juega un papel importante, diciendo: «Si alguien está ansioso en una reunión, dirá: ‘Ese tipo me derribó en llamas’. Podrían decir, ‘Oh, él expresó su desacuerdo conmigo’. Esto es muy obvio cuando se trabaja con clientes en terapia, pero cuando se describe la misma situación en términos más libres de valores, más objetivos y más prácticos, a menudo parece mucho menos angustiante. Los estoicos eran muy conscientes de este problema».
¿Pudo notar cómo las dos frases le afectan de manera diferente?
Aprendemos de los estoicos que el mayor determinante en el curso de nuestras vidas no es la situación, sino más bien nuestra reacción a ella.
Para un estoico, nada tiene valor fuera de nuestra propia elección razonada sobre lo que significa para nosotros personalmente. Este enfoque roba a los eventos externos su poder sobre nosotros, y coloca el poder en nuestras propias manos, o deberíamos decir, mentes.
Ligados universalmente
Puede ser un consuelo saber que las dificultades nos afectan a todos. Estas dificultades parecen ser el gran ecualizador de la vida, nadie está exento.
Aquellos que han logrado grandes éxitos siempre tienen historias de dificultades y fracasos, ya que las cosas de verdadero valor raramente vienen fácilmente.
Por ejemplo, Thomas Edison soportó más de 10,000 intentos fallidos antes de alcanzar el éxito. Cuando un periodista le preguntó sobre sus fracasos, Edison respondió: «No he fallado 10,000 veces. No he fallado ni una sola vez. He logrado demostrar que esas 10,000 maneras no funcionarán. Cuando haya eliminado las formas que no funcionarán, encontraré la forma de que funcionen».
Muchos se hubieran rendido mucho antes de los 10,000 intentos, pero como veía sus fracasos como valiosas lecciones, en lugar de fracasos, siguió intentándolo.
Winston Churchill también tuvo su parte de dificultades. Perdió cinco elecciones durante su carrera política, luchó contra la depresión, y tuvo un ceceo que hizo que dar discursos, e incluso hablar, fuera difícil a veces. Sin embargo, Churchill se convirtió en uno de los políticos y oradores más exitosos que el mundo haya conocido.
Las dificultades y las penurias vienen en todas las formas y tamaños, y cada una de ellas nos sirve tanto como prueba y como lección.
Actualmente, estamos tratando con la COVID-19. Y aunque esta crisis ha sido devastadora en muchos sentidos, hay lecciones que aprender.
Adriana Bankston, la principal analista legislativa de la Oficina de Relaciones del Gobierno Federal de la Universidad de California, reflexionó recientemente sobre esto en un posteo sobre Inside Higher Ed.
«El optimista se da cuenta de que cada adversidad es una oportunidad para el crecimiento personal y puede centrarse más en animar a los demás. El optimista también tiene la capacidad de mirar hacia el futuro y darse cuenta de las consecuencias a largo plazo de sus elecciones», escribe.
Descubriendo nuestras fortalezas
Las tribulaciones pueden revelar partes de nosotros mismos de las que tal vez no hayamos sido conscientes, tanto buenas como malas. Actuando como un catalizador para descubrir estas cosas, las dificultades pueden ayudarnos a corregir y mejorar las cosas que no están alineadas con nuestros valores, mientras que fortalecen lo que nos gustaría desarrollar.
Wechuli señala: «Epicteto, uno de los famosos estoicos, escribió, ‘¿Qué sería de Hércules, si no hubiera habido león, hidra, ciervo o jabalí, y no hubiera habido criminales para librar al mundo? ¿Qué habría hecho si no hubiera habido desafíos? ¿Qué habría sido del uso de esas armas, ese físico, y esa alma noble, sin crisis o condiciones para incitarlo a la acción?».
De hecho, es durante las dificultades de la vida que debemos cavar profundo, encontrar la fuerza y desarrollar nuestra sabiduría. Quizás muchos de nuestros nobles rasgos permanecerían latentes, o no alcanzarían todo su potencial, si no nos desafiaran a usarlos.
Es en tiempos de dificultad que tenemos la oportunidad de mejorarnos a nosotros mismos. Estamos hechos para enfrentar nuestros miedos y tenemos la oportunidad de hacer lo correcto a pesar de ellos.
Tal vez ningún grupo ejemplifique mejor esto que la generación de la Segunda Guerra Mundial. Samuel Baxter escribió en: «Días de adversidad»: Lecciones de la Gran Depresión», que «aquellos que aguantaron la Gran Depresión son famosos por su ética de trabajo, tenacidad, ingenio y carácter. ¿Qué hay de la década de 1930 que hizo que este grupo fuera más tarde apodado la ‘Gran Generación’?».
Alison Ensign, en Family Search, añade a la conversación, que a pesar de, o quizás debido a, las dificultades que esta generación soportó, tienen una fuerza y resistencia que no se encuentra en otras generaciones. Señala que exhiben muchas características admirables, como el sentido de la responsabilidad personal, la humildad, la frugalidad, una fuerte ética de trabajo, el compromiso, la integridad y el autosacrificio, todos ellos rasgos de un fuerte carácter moral.
Tal vez soportar las dificultades es bueno para nosotros. Al enfrentarnos a nuestros miedos y dolores en lugar de buscar una vida de comodidad y facilidad, aprendemos y crecemos. De hecho, es el mismo obstáculo que vemos en nuestro camino el que es el camino, el camino para dejar ir y alcanzar la sabiduría. Cuando podemos hacer esto, somos libres, ya que nada fuera de nosotros puede controlarnos.
Abrazando la adversidad
Cuando nos encontramos con dificultades, debemos buscar ser como la naturaleza. Incluso en tiempos de calamidad, cuando todo parece perdido y la destrucción parece completa, brotes nacen a través de los restos carbonizados del bosque. La vida continúa. La naturaleza no deja de avanzar frente a la calamidad, ni nosotros tampoco deberíamos hacerlo. La naturaleza nos enseña resistencia y capacidad de recuperación, incluso cuando toda esperanza parece perdida.
Cuando seguimos lo que la vida nos trae naturalmente, en lugar de tratar de resistir, podemos aprender las valiosas lecciones que contiene. Las dificultades no vienen sin razón. Se nos da un regalo, una oportunidad de mejorarnos a nosotros mismos.
He descubierto que cuando fluyo con lo que viene, las cosas funcionan mejor. A pesar de mi deseo de evitar a veces las dificultades, o de que las cosas vayan en cierto modo, cuando puedo dejar esto a un lado, e ir con lo que la vida trae, mejoro.
Como George Bailey en «It’s a Wonderful Life», podemos pensar que nuestras dificultades son demasiadas para que las soportemos, y nos sentimos desesperados a veces. Pero si damos un paso atrás, descubriremos que nuestros problemas son mucho más pequeños de lo que creíamos originalmente.
El filósofo romano estoico Séneca entendió que «una gema no puede ser pulida sin fricción, ni un hombre perfeccionado sin pruebas».
Por muy mal que se sienta ahora, no será así para siempre, y cuando miremos atrás, las dificultades que hemos soportado habrán perdido su aguijón. Es importante tener esto en mente, porque nuestra mente puede hacer que las cosas sean mucho peores de lo que realmente son. Todos hemos superado tiempos difíciles antes, y lo haremos de nuevo.
Citando a Epicteto: «Cuanto mayor es la dificultad, más gloria en superarla. Los pilotos hábiles ganan su reputación con las tormentas y las tempestades».
Tal y como yo lo veo, todos tenemos una opción. Podemos elegir ver las dificultades como fracasos y desgracias, ver la vida como injusta, y culpar a otros por nuestras miserias, o podemos elegir ver las dificultades como las oportunidades que son: oportunidades para fortalecer nuestra resistencia, resiliencia, empatía, valentía, tolerancia, paciencia, perdón y nuestra capacidad de sacrificio. Las dificultades nos dan la mejor oportunidad de mejorar nuestro carácter. Hay tantas cosas buenas que ganar, y tantas cosas malas que desechar.
El camino que elijamos depende en última instancia de nosotros.
Tatiana Denning, Doctora en medicina familiar que se centra en el bienestar y la prevención. Ella cree en darle a sus pacientes el conocimiento y las habilidades necesarias para mantener y mejorar su propia salud.
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