Comentario
Con la extensa dictadura de Xi Jinping en China, ¿está el mundo presenciando la aparición de Mao Zedong 2.0?
Ciertamente parece que sí.
Recordemos que Mao fue el fundador de la China comunista, y su gobierno estuvo marcado por políticas económicas fallidas, opresión y caos social, purgas del Partido Comunista, y hambrunas y muertes a escala industrial. Esta fue la realidad desde la revolución de 1949 hasta la Revolución Cultural que llevó a cabo desde 1966 hasta su muerte en 1976.
El Partido Comunista Chino (PCCh) posterior a Mao llegó sabiamente a la conclusión de que una sola persona rigiendo no era una buena idea. De 1976 a 2012, China fue gobernada por un comité con un liderazgo rotativo, que por diseño era deliberativo y mayormente cauteloso, aunque todavía opresivo.
Luego, en marzo de 2013, Xi triunfó sobre los poderosos miembros del Partido Bo Xilai y Sun Zhengcai —ambos ahora encarcelados— y otros formidables contendientes para convertirse en primer ministro. Luego, en 2018, Xi fue capaz de cambiar la constitución y convertirse en el dictador de por vida de China. No es casualidad que Xi sea un gran admirador de Mao y crea que la visión de Mao sobre la estructura del Partido era la correcta.
Esto no augura nada bueno para China, ni para el mundo.
La personalización de la política
Al igual que Mao a mediados del siglo XX, Xi ha personalizado su régimen sobre China asumiendo el control de prácticamente todos los aspectos del país. Eso es increíblemente peligroso.
Las políticas que antes se hacían por un comité y por consenso en todo el aparato estatal, ahora están determinadas en gran medida por una sola persona. Ningún ser humano puede tomar las decisiones correctas en todas las disciplinas burocráticas, desde la seguridad interna hasta la seguridad nacional, las políticas financieras y agrícolas, la política exterior, la política industrial y todo lo demás.
Uno de los aspectos fundamentales del régimen de una sola persona es que todo se vuelve personal. Cada decisión política, cada declaración política, cada éxito —y, lo que es más preocupante, cada fracaso— se remite al hombre que está en la cima.
Al menos, así debería ser.
Pero el régimen bajo un solo hombre tiende a volverse inestable y caprichoso con el paso del tiempo, ya que la experiencia en la toma de decisiones, los conocimientos y los controles y equilibrios se ven suprimidos, y los puntos de vista contradictorios se consideran una traición. El objetivo principal del régimen unipersonal se convierte pronto en aferrarse al poder a toda costa, y no en el desarrollo y la mejora de la nación, o incluso del Partido.
Se cometen graves errores
Este tipo de dictaduras dejan un amplio margen para cometer graves errores, y Xi está cometiendo muchos.
Solo un par de ejemplos recientes incluyen la interrupción de la importación de carbón australiano, del que dependen en gran medida la red eléctrica y el sector manufacturero de China. El objetivo era castigar a Australia por exigir una explicación sobre el origen del virus del PCCh y unirse a la alianza con el Reino Unido y Estados Unidos.
Los resultados han sido contraproducentes para el pueblo y la economía chinos, con cortes de electricidad continuos en las principales ciudades, así como paros en las fábricas. Esto ha provocado una ralentización tanto de la economía de exportación como del consumo interno, así como escasez de agua. La caída de las cifras del PIB (por muy infladas que estén) y el desplome del sentimiento de los consumidores han provocado un aumento de las tasas de ahorro personal y un menor consumo interno.
El colapso del sector inmobiliario es también un resultado directo del gobierno de Xi Jinping durante los últimos ocho años. Millones de ciudadanos han perdido sumas considerables o incluso los ahorros de toda su vida en el mercado inmobiliario chino, que se está desmoronando. Esencialmente, los errores de Xi han provocado la ralentización de los dos principales motores de crecimiento de la economía china, lo que ha provocado enormes presiones en el seno del PCCh y en el país en su conjunto.
Sin mecanismo de corrección
Pero las dictaduras no tienen ningún mecanismo de corrección. Cualquier corrección implicaría que Xi puede cometer errores y que sus fallos están perjudicando al país.
¿Qué miembro del Partido se atreverá a criticar a Xi por sus fallos? Está rodeado de hombres que dicen solo sí.
Solo aquellos que desean ser despojados de su riqueza o enviados a prisión, o algo peor. Esta dinámica de pensamiento grupal basada en el miedo solo conduce a más fracasos y más negación de la realidad. La corrupción endémica y los sobornos que saturan el sistema financiero de China se consideran el problema, pero Xi no conoce otra forma de dirigir el país.
Bajo la dictadura de Xi, todos los miembros del PCCh saben que mantenerse en el poder en China exige gobernar mediante la brutalidad y el miedo. Las cabezas de los críticos deben rodar, sin importar cuán ricos, políticamente conectados o famosos (por ejemplo, Jack Ma de Alibaba) puedan ser.
Además, la verdad de un error o de la condición del país debe ser ocultada o desviada del líder absoluto y reasignada a «alguien más». Y como puede decir Bo Xilai, ese «alguien» debe ser severamente castigado por sus pecados.
¿Alimentando el nacionalismo y la guerra?
Pero lo que es peor, a medida que se acumulan los fracasos internos, también aumentan las posibilidades de que se produzca un acontecimiento externo: una invasión a Taiwán o un ataque a las fuerzas navales extranjeras. A diferencia de Mao, que conjuró enemigos internos para ayudarle a mantenerse en el poder, Xi tiene ahora que culpar a Occidente y a Taiwán. Una amenaza externa, real o imaginaria, puede ser necesaria para desviar la atención del pueblo de los problemas del país. Además, enciende el fuego del nacionalismo y de los sentimientos antiestadounidenses o antioccidentales.
Un acontecimiento de este tipo podría llevar, y probablemente lo haría, a un conflicto más amplio.
Es importante entender que Xi no está arando ningún terreno nuevo como dictador de China, ni su tipo de régimen es siquiera raro. La segunda década del siglo XX vio surgir a muchos dictadores en las principales naciones industrializadas. Hitler es el más obvio, pero también estuvo Mussolini en Italia, Stalin en la Rusia soviética y Tojo en Japón.
Igualmente importante es el hecho de que las etiquetas políticas que cada uno de estos monstruos utilizó no supusieron absolutamente ninguna diferencia en sus acciones. Todos ellos cometieron crímenes atroces contra su propio pueblo, las minorías y los de otras naciones en su camino hacia el inicio de la Segunda Guerra Mundial.
Lamentablemente, un siglo después, estamos viendo un escenario similar en el mundo actual. Incluso George Soros ve el peligro que supone Xi para el mundo. Pero, al igual que muchos dictadores antes que él, parece probable que, independientemente de las consecuencias, Xi hará lo que sea necesario para mantener su control sobre el poder absoluto.
Únase a nuestro canal de Telegram para recibir las últimas noticias al instante haciendo click aquí
Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor y no necesariamente reflejan las opiniones de The Epoch Times
Cómo puede usted ayudarnos a seguir informando
¿Por qué necesitamos su ayuda para financiar nuestra cobertura informativa en Estados Unidos y en todo el mundo? Porque somos una organización de noticias independiente, libre de la influencia de cualquier gobierno, corporación o partido político. Desde el día que empezamos, hemos enfrentado presiones para silenciarnos, sobre todo del Partido Comunista Chino. Pero no nos doblegaremos. Dependemos de su generosa contribución para seguir ejerciendo un periodismo tradicional. Juntos, podemos seguir difundiendo la verdad.