La exposición de los niños al resfriado común puede conferirles inmunidad cruzada contra el virus COVID-19, según sugiere un nuevo estudio realizado por científicos europeos.
Desde la pandemia, ha habido muchas hipótesis para explicar el fenómeno bien documentado de que los niños pequeños tienen muchas menos probabilidades que los adultos de sufrir daños por la infección por COVID-19. Una de ellas propone que el resfriado común, al que la mayoría de los niños se exponen al menos seis veces al año, genera células T de memoria que pueden reaccionar de forma cruzada y eliminar las células infectadas por COVID.
Para probar la hipótesis, un equipo internacional de científicos analizó 48 muestras de sangre recogidas antes de la pandemia de niños de entre 2 y 6 años. También examinaron 65 muestras de adultos no vacunados y negativos al COVID, así como 58 muestras de personas que se habían recuperado recientemente del COVID.
Los científicos se centraron en la respuesta de las células T de memoria al OC43, uno de los cuatro coronavirus que causan el resfriado común estacional. Pudieron confirmar que las células T de memoria previamente activadas por el OC43 reaccionan de forma cruzada contra el coronavirus causante del COVID.
Tras analizar muestras de sangre, los científicos descubrieron que muchos niños de 2 años tienen células T de memoria altamente funcionales que reconocen de forma cruzada el virus COVID. Las respuestas de las células T de memoria contra el COVID son aparentemente más fuertes en los niños de 6 años que en los de 2 años.
A partir de los 6 años, sin embargo, las frecuencias y la capacidad funcional de esta inmunidad preexistente empiezan a desaparecer, y los adultos mayores de 60 años experimentan una disminución significativa de las magnitudes de las respuestas de células T reactivas frente a COVID y específicas de OC43.
La razón por la que esta protección disminuye con la edad, según los científicos, podría tener que ver con el hecho de que la gran mayoría de esas células T de memoria están contenidas en un grupo de células que producen citocinas, una proteína que regula el sistema inmunitario. La población de células T productoras de citocinas disminuyó sustancialmente en las personas de 60 años.
«Estas reacciones son especialmente fuertes al principio de la vida y se debilitan mucho a medida que envejecemos», dijo en un comunicado de prensa Annika Karlsson, autora correspondiente del estudio e inmunóloga del Instituto Karolinska de Suecia.
«Nuestros hallazgos muestran cómo se desarrolla y cambia la respuesta de las células T a lo largo del tiempo y pueden orientar el futuro seguimiento y desarrollo de vacunas», añadió.
El estudio se publicó el 14 de marzo en PNAS, la revista insignia de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos. El equipo está formado por investigadores del Karolinska Institutet, las Universidades de Berna en Suiza y Oslo en Noruega, y la Universidad de Linköping en Suecia.
Los investigadores señalaron que su estudio carecía de muestras de niños mayores de 6 años y adultos jóvenes, lo que será necesario para futuras investigaciones.
«A continuación, nos gustaría hacer estudios análogos de niños más pequeños y mayores, adolescentes y adultos jóvenes para seguir mejor la evolución de la respuesta inmunitaria a los coronavirus desde la infancia hasta la edad adulta», señaló Marion Humbert, investigadora postdoctoral del Karolinska Institutet.
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