El verdadero origen de la izquierda y la derecha

Por Cid Lazarou
15 de enero de 2021 8:14 PM Actualizado: 30 de enero de 2021 2:31 PM

Comentario

En artículos anteriores, expliqué cómo podemos lograr una mejor comprensión de la izquierda y la derecha. En primer lugar, me centré en la forma en que la izquierda y la derecha están enmarcadas subversivamente como ideologías de izquierda que esencialmente representan los mismos valores autoritarios de «el poder otorga el derecho». En el segundo caso, expliqué cómo el colectivismo y el individualismo permiten entender mejor el espectro político, aunque abiertos a la corrupción y la subversión por derecho propio.

En este artículo, explicaré el verdadero origen de la izquierda y la derecha, a través de un antiguo sistema de espiritualidad.

Falsos orígenes

Para poder entender esto, primero debemos establecer de dónde vienen los falsos orígenes de la izquierda y la derecha. La respuesta a esta pregunta es la Revolución Francesa.

Cuando se formó la Asamblea Nacional Francesa en su corta existencia durante 1789, los partidarios del rey y la orden religiosa se sentaron a la derecha, y los radicales a la izquierda. Estos radicales estaban formados por los jacobinos, que marcaron el comienzo del Reino del Terror. Además de la decapitación de Luis XVI, el último rey de Francia, esto resultó en la masacre de cientos de miles de personas por la guillotina.

Desde entonces, se ha argumentado que aquí es donde se originan la izquierda y la derecha, pero esta es una falsa dicotomía similar a la que he descrito anteriormente. Un detalle muy importante para tener en cuenta es que ambos lados de la Asamblea Nacional Francesa eran absolutistas que defendían derechos positivos.

En otras palabras, no le veían límites al poder. Ya fuera el derecho de la Asamblea, que representaba la autoridad absoluta de la monarquía, siendo la iglesia su mano moral guía, o los jacobinos, que representaban una ideología comunal que se convertiría en la base del comunismo, ambos grupos no representaban ningún tipo de derechos naturales o gobierno limitado.

En los siglos siguientes, esta falsa dicotomía fue muy útil para los absolutistas. Les permitió fabricar una falsa dialéctica basada en el pensamiento del filósofo alemán Georg Hegel —que más tarde se describió como la tríada de tesis, antítesis y síntesis— en la que impulsan el momentum de la historia en su dirección preestablecida, en parte a través de la historia revisionista sobre los orígenes de la izquierda y la derecha. Esto culmina en una síntesis tras otra que concentra el poder en las manos de una camarilla cada vez más pequeña de gobernantes absolutistas, trabajando hacia una oligarquía cada vez más amplia de organizaciones supranacionales.

Por lo tanto, en ninguna parte del discurso político moderno escuchamos sobre restricciones al poder a través de un gobierno limitado o de la ley natural. Solo en Estados Unidos esta tradición apenas se mantiene viva, dado que los constitucionalistas luchan por contener el poder del estado.

Sin embargo, no olvidemos que las raíces de la Constitución y la Declaración de Derechos de Estados Unidos surgieron de una lucha completamente diferente a la de la Revolución Americana, es decir, de la Guerra Civil Inglesa. Fue a través de esta batalla por la libertad que la Carta de Derechos de 1689 se formó a partir de las obras de John Locke —posiblemente el mayor filósofo de los derechos naturales en los últimos 300 años más o menos.

Toda esta historia es desestimada por aquellos que pretenden afirmar que la izquierda y la derecha se originaron con la Revolución Francesa, como si la lucha parlamentaria de Inglaterra no no hubiera tenido nada que ver.

Un camino espiritual

Sin embargo, hay una versión espiritual de la izquierda y la derecha de la que todas las demás provienen. Es tan antigua que incluso aparece en la Biblia. Mateo 25:32-33 afirma que Jesús «los separará a unos de los otros, como el pastor separa las ovejas de las cabras: Y pondrá las ovejas a su derecha, y las cabras a la izquierda».

Otras partes de la Biblia también describen cómo la izquierda y la derecha se relacionan con Dios, aunque Mateo 25 es quizás el más revelador en este sentido. Mientras este capítulo avanza hasta el versículo 41, dice: «Entonces él dirá a los de su izquierda: ‘Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles'».

Algunos podrían ser conscientes de que la cabra es un símbolo del satanismo, y aunque no hay una referencia bíblica explícita a Satanás sentado a la izquierda de Dios, la Biblia deja claro que Lucifer cayó del cielo en Isaías 14:12, que dice: «¡Cómo caíste del cielo, oh Lucifer, hijo de la mañana! ¡Cómo fue cortado hasta la tierra, el que que debilitó a las naciones!».

A pesar de algunos desacuerdos teológicos sobre si Lucifer y Satanás son uno, el mismo: ambos son manifestaciones teológicas de la misma antítesis de Dios. Tal vez Lucifer y Satanás comparten una unidad similar antitética similar a la de Dios Padre e Hijo.

Sin embargo, lo que es más importante que ese debate es cómo el lado izquierdo de Dios se asocia con las características del macho cabrío. Debido a su naturaleza, este animal es notablemente difícil de domesticar, lo que lo convierte en un símbolo arquetípico de rebelión. Por lo tanto, la tradición del camino de la izquierda proviene de la rebelión contra Dios.

El verdadero origen de la izquierda y la derecha es, por lo tanto, una dinámica antigua, en la que los que están en el camino de la derecha respetan la moral objetiva atribuida a Dios y las leyes naturales.

Los que están en el camino de la izquierda rechazan esos límites, a veces a través de una rebelión total. Otros intentan utilizar la tradición del derecho divino para llegar a ser más altos que Dios, porque afirman ser los representantes de Dios en la tierra. Ambos pueden resumirse en una combinación de relativismo y legalismo que pone la autoridad humana por encima de Dios y la ley natural —también conocido como «el poder otorga el derecho».

Por el contrario, aquellos que están en el camino de la derecha reconocen el libre albedrío y la responsabilidad personal que conlleva, colocando a Dios y a la ley natural por encima de la autoridad humana.

Hay una muy buena razón para que esta antigua tradición esté oculta a las masas, ya que la libertad corresponde directamente a la cantidad de moralidad que exhibimos. Cuando creemos que podemos hacer leyes para nosotros mismos, el narcisismo nos esclavizará a todos.

Cid Lazarou es un bloguero, escritor y periodista independiente del Reino Unido.


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