Análisis de noticias
¿Oyes ese sonido? Es el crujir que hace la trampa de la deuda de China al cerrarse de golpe, esta vez en el aeropuerto internacional de Uganda.
La pérdida gradual de soberanía de Uganda frente a Beijing tiene paralelos incómodos con lo que el Partido Comunista Chino (PCCh) aparentemente intentó hacerle a Estados Unidos a través de los esfuerzos «caritativos» de Hunter Biden y su familia.
El presidente ugandés Yoweri Museveni, de 77 años, se mantiene en el poder desde 1986. El presidente estadounidense Joe Biden, de 79 años, anunció por primera vez sus planes de presentarse a la presidencia en 1987. Ambos presidentes tienen familiares preparados por el mismo hombre: Ye Jianming, ex presidente de CEFC China Energy Company Limited, vinculado a la inteligencia militar china, supuestamente detenido por Beijing en 2018 por corrupción. Su empresa quebró en 2020.
Según el Financial Times en 2018, “un alto ejecutivo de energía chino dijo que Xi [Jinping] parecía ansioso por distanciarse de CEFC a medida que crecía la atención internacional sobre la compañía. En múltiples ocasiones, las inversiones de CEFC coincidieron con las visitas de estado del Sr. Xi».
Los familiares tanto de Biden como de Museveni están implicados en la recepción de millones de dólares en lo que aparentemente es el intento paralelo de soborno de poderosos políticos mundiales, a través de obras de caridad y negocios vinculados a CEFC con sus familias. Los casos de Hunter y Uganda ilustran la influencia que unos pocos millones de dólares chinos pueden comprar para llevar a la quiebra a un país y erosionar su soberanía.
El gobierno de Museveni es noticia esta semana por haber aceptado cientos de millones en préstamos de China. Dichos prestamos están empobreciendo al país hasta tal punto que China podría hacerse con el control del aeropuerto internacional de la capital en las próximas semanas.
Pérdidas similares podrían ocurrir en Estados Unidos, pero a una escala mucho mayor. La administración Obama ya firmó acuerdos horribles con Irán y China sobre la proliferación de armas nucleares en 2015, y acuerdos sobre el cambio climático en 2016 que le permitieron a China, el mayor contaminador del mundo, seguir aumentando la contaminación hasta 2030, mientras que Estados Unidos y la Unión Europea tenían que empezar a reducir sus niveles de contaminación inmediatamente. Estos acuerdos fueron supervisados por Biden.
Un paralelo con Uganda
Los malos acuerdos de Uganda son de menor escala, pero ilustran el mismo problema. El gobierno de Museveni tomó un préstamo de USD 200 millones de China en 2015 con el propósito de pagarle a las empresas chinas para expandir el Aeropuerto Internacional de Entebbe. El aeropuerto está a solo 20 millas de la capital.
Dentro del acuerdo de préstamo hay cláusulas tóxicas que ceden el control financiero y operativo del aeropuerto a China, y exigen que cualquier arbitraje se realice en un tribunal de Beijing.
Una delegación de alto nivel de funcionarios ugandeses fue recientemente, sombrero en mano, a Beijing para suplicar su soberanía, o al menos, la soberanía de su principal aeropuerto. El PCCh se negó sumariamente a renegociar las obligaciones colaterales.
La historia de Uganda, que Yasiin Mugerwa de The Monitor cubrió originalmente el 25 de noviembre, se ha vuelto viral en África. Concuerda con las advertencias de muchos analistas sobre China en contra de hacer tratos con el PCCh, que es un actor maligno, un factor que se aprovecha de la corrupción para firmar acuerdos que no son de interés para los países empobrecidos, pero que son de interés para los lideres que viven a expensas de sus ciudadanos y que venden sus países con préstamos a largo plazo.
El acuerdo del aeropuerto de 2015 se produjo en el contexto de la corrupción de alto nivel de funcionarios ugandeses con una empresa de energía china y la organización sin fines de lucro estadounidense que financió el proyecto.
El ministro de Relaciones Exteriores de Uganda desde 2005, Sam Kutesa, fue elegido presidente de la Asamblea General de las Naciones Unidas (AGNU) en junio de 2014. En la reunión de la AGNU en septiembre de 2014, Kutesa se reunió con Patrick Ho, exjefe de una organización respaldada por un conglomerado energético.
Ho se reunió con Kutesa y lo convenció, según el Departamento de Justicia de EE.UU. (DOJ), para impulsar una «asociación estratégica» entre CEFC China Energy y Uganda. Dicha asociación incluiría empresas comerciales que se establecerían cuando Kutesa regresara a Kampala.
Kutesa, pariente del presidente Museveni, retomó su cargo de ministro de Asuntos Exteriores después de terminar en la ONU. Alrededor de febrero de 2016, Kutesa solicitó dinero a Ho, supuestamente para una fundación benéfica que Kutesa lanzaría.
Un paralelo y un enlace a la historia de Hunter Biden está aquí, como veremos.
Ho acordó proporcionar el dinero solicitado, pero aparentemente solo a cambio de algunos favores extendidos a CEFC China Energy, que incluían “una invitación a la inauguración de Museveni, reuniones de negocios con Museveni y con otros funcionarios de alto nivel de Uganda y una lista de proyectos comerciales específicos en Uganda en los que CEFC China podría participar”, según el DOJ.
En mayo de 2016, según el DOJ, Ho hizo que una organización benéfica estadounidense que él dirigía -llamada Comité del Fondo de Energía de China (ONG CEFC), financiada por CEFC China Energy y que tenía «estatus consultivo especial» en el Consejo Económico y Social de la ONU- girara USD 500,000 a una cuenta proporcionada por Kutesa, supuestamente a nombre de una «fundación» benéfica. Ho aconsejó a su jefe, el entonces presidente de CEFC China Energy, Ye Jianming, que diera USD 500,000 en efectivo a Museveni como donación de campaña, aunque Museveni ya había sido elegido.
“Ho pretendía que estos pagos influyeran en Kutesa y Museveni para que utilizaran su poder oficial con el propósito de dirigir las ventajas comerciales a CEFC China”, según el DOJ.
Efectivamente, los ejecutivos de Ho y CEFC China lograron asistir a la inauguración presidencial de Museveni y se reunieron con Museveni y sus principales funcionarios.
«A cambio de los sobornos ofrecidos y pagados por Ho, Kutesa luego dirigió una oportunidad de adquisición bancaria a CEFC China», según el DOJ, lo que fue «un paso inicial antes de emprender proyectos adicionales en Uganda».
Los beneficios se compartirían con las familias Museveni y Kutesa.
El paralelo con Biden
Se trata del mismo Ye Jianming, llamado el «multimillonario de La Franja y la Ruta» por la CNN, con el que Hunter Biden se carteó en 2017. Según un libro de Miranda Devine, que se publicará pronto, un asociado de la familia Biden llamado James Gilliar, quien conocía a Ye Jianming en la época en que intentaba corromper a los líderes de la República Checa, describió a CEFC China Energy como una empresa que tenía «más dinero que Dios», y como «el brazo de capital de La Franja y la Ruta». Sabía que CEFC China Energy hacía «inteligencia para que se comprendiera el valor agregado» de la marca Biden.
Según Devine, Hunter se reunió con Ye en privado en febrero de 2017, donde el presidente de CEFC China Energy, Ye, ya había hecho “una oferta demasiado buena para rechazarla: USD 10 millones al año, por un mínimo de tres años, para ‘presentaciones solamente’, como Hunter afirmaría más tarde en un correo electrónico imperioso a los ejecutivos de CEFC». El trato se selló con el obsequio de un diamante de USD 80,000 de 3,16 quilates a Hunter por cuenta de Ye.
Hunter explicó a la prensa que el viaje para reunirse con Ye tenía fines caritativos que buscaban asegurar donaciones al Programa Mundial de Alimentos de EE.UU. Pero el «apoderado» de la familia Hunter, Rob Walker, estaba en la ciudad junto con Hunter para hacer negocios con Ye también.
Tres días después de la reunión, una empresa de CEFC vinculada a China transfirió USD 3 millones a la cuenta de Rob Walker y otros USD 3 millones en marzo. Aproximadamente a partir de junio de 2017, Walker a su vez hizo «pagos regulares» a Hunter y a sus empresas de hasta USD 511,000.
También en junio, Hunter extendió «los mejores deseos de toda la familia Biden» a Ye, según un informe de Fox News, y luego instó a Ye a que transfiriera «rápidamente» USD 10 millones para «financiar y operar adecuadamente» una empresa conjunta de Biden con la compañía. Actualizó a Ye sobre el establecimiento de SinoHawk Holdings, una empresa conjunta de Biden con CEFC China Energy, y dijo que presentaría a Tony Bobulinski, un inversor internacional cortejado por los asociados de la familia Biden.
«Estoy seguro de que ha sido bien informado por nuestro querido amigo el director Zang sobre las conexiones políticas y económicas que hemos establecido en países en los que está interesado en expandirse durante los próximos meses y años», escribió Hunter en su carta a Ye.
El hermano de Joe Biden, Jim Biden, aparentemente también estuvo involucrado en el intento de facilitar la transferencia de USD 10 millones. La transferencia no se completó, pero en agosto de 2017, CEFC China Energy transfirió casi USD 5 millones a la cuenta bancaria de Hudson West III, una empresa abierta por Hunter y asociados chinos.
Hunter pidió llaves para sus «compañeros de oficina», Joe Biden, Jill Biden, Jim Biden, así como para Gongwen Dong, a quien Hunter describió como el «emisario» de Ye Jianming. Hunter quería que los logos de la oficina reflejaran tanto «La Fundación Biden» como «Hudson West (CEFC US)».
Qué caritativo, como la «fundación» de Uganda a la que la ONG CEFC de Ho transfirió USD 500,000.
La computadora portátil Hunter indica que el 10 por ciento de los ingresos de algunos de los acuerdos con China se reservarían «para el gran hombre», refiriéndose a Joe Biden, al que Hunter le pagaba facturas personales y con el que compartía cuentas bancarias y tarjetas de crédito.
“Por lo menos, los chinos estaban pagándole al hijo del vicepresidente por acceder al gobierno. Pero ahora también parece que los chinos le estaban pagando millones a Joe Biden a través de su hijo”, según un comunicado emitido el 28 de noviembre por la Junta Editorial del New York Post.
The Post dio a conocer la historia de la computadora portátil de Biden antes de las elecciones. “Le hemos hecho estas preguntas a la administración y esta nos ignora, sabiendo que CNN, The Washington Post y The New York Times tienen su respaldo y nunca presionarán las cosas”.
La necesidad de una legislación más estricta
Necesitamos una legislación más estricta y que se aplique contra la influencia extranjera en Washington.
Ho fue sentenciado a tres años de prisión por soborno internacional y lavado de dinero en 2019, pero Museveni y Biden todavía están en el cargo.
Kutesa finalmente dejó el cargo en junio de este año «para concentrarse en su familia y negocios».
Hunter está bajo una investigación en Estados Unidos que se ha ido prolongando en el tiempo. Según una fuente de Fox, Hunter es el objetivo de una investigación del gran jurado que comenzó en 2018 y que involucra transferencias de fondos de «China y de otras naciones extranjeras».
Es bueno que los funcionarios estadounidenses estén investigando la influencia extranjera en nuestro gobierno, pero es demasiado poco, demasiado tarde, dado que está involucrado un presidente en ejercicio.
Es hora de aislar más rápidamente a los políticos estadounidenses y a sus familias del dinero extranjero. La influencia de Beijing es demasiado peligrosa para que la respuesta estadounidense sea simplemente su uso como ariete partidista para puntos políticos.
Cuando la familia Biden hace negocios con China, los republicanos lo usan en su contra. Cuando un republicano hace algo similar, los demócratas tienen la oportunidad de dar algunos golpes. Pero este castigo mutuo nunca se ocupa del problema subyacente: Las leyes estadounidenses contra la influencia extranjera sobre los políticos estadounidenses son débiles y no se aplican lo suficiente.
Necesitamos una legislación y aplicación de la ley más estrictas contra los políticos de ambos partidos y sus familias, que hacen negocios con los enemigos de Estados Unidos. Nadie está por encima de la ley.
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Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor y no necesariamente reflejan las opiniones de The Epoch Times
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