El virus del PCCh mató a 358 trabajadores de la salud y enfermó a 68,522 en Estados Unidos, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC).
El CDC aún no ha determinado la situación de los trabajadores de la salud en todo el país, ya que actualmente solo se dispone de estadísticas de alrededor de una quinta parte del total, y de los infectados solo se dispone de la situación de muerte del 56% de ellos.
National Nurses United, el mayor sindicato de enfermeras del país, ha incluido a 109 enfermeras muertas en su campaña: «Honor a las enfermeras caídas«.
A nivel mundial no existe un registro sistemático y estandarizado del número de enfermeras y trabajadores de la salud que contrajeron el virus. Sin embargo, basándose en la compilación de varios datos nacionales, el Consejo Internacional de Enfermeras (ICN) dijo que más de 600 enfermeras han muerto en todo el mundo y más de 230,000 trabajadores de la salud están infectados.
«Durante semanas hemos estado pidiendo que se recojan datos sobre las infecciones y muertes entre las enfermeras. Necesitamos una base de datos central de datos fiables, estandarizados y comparables sobre todas las infecciones, períodos de cuarentena y muertes que están directa o indirectamente relacionadas con COVID-19», dijo el director general del ICN, Howard Catton.
Con un mayor riesgo potencial
Un análisis del ICN dice que en promedio el 7 % de los casos de infección en todo el mundo se dan entre los trabajadores de la salud.
Esto significa que, del total de seis millones de casos de infección, en todo el mundo 450,000 son trabajadores de la salud.
El CIE dijo que estos datos son inconsistentes porque muchos países no han compilado los datos y una comparación de datos significativa es muy difícil, especialmente con las tasas de infección reportadas entre los países que oscilan «entre el 1% en Singapur y más del 30% en Irlanda».
«La enfermería parece ser uno de los trabajos más peligrosos del mundo en este momento. Necesitamos obtener estos datos para cada país y averiguar exactamente qué está pasando, que explique las variaciones que son evidentes incluso con una mirada superficial a las cifras», dijo Catton. «Solo entonces podremos aprender cómo mantener a nuestras enfermeras a salvo y evitar que estas terribles estadísticas se repitan en el futuro».
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