Mientras el mundo soporta el enorme costo de la falta de transparencia del régimen chino en su manejo del virus, la salud pública no es la única área en la que el secretismo del Partido Comunista Chino (PCCh) está causando fuertes penurias.
El martes, los reguladores bursátiles de Estados Unidos llamaron a China por no proporcionarles la información recopilada durante las auditorías de sus empresas que cotizan en Estados Unidos, poniendo en riesgo a los inversores.
El 2 de abril, la mayor cadena de café de China, Luckin Coffee, que cotiza en Nasdaq, reveló que había inventado el 40 por ciento de sus ventas anuales.
El precio de sus acciones cayó un 80 por ciento al día siguiente.
Luckin fue considerada una vez una empresa milagrosa.
Tenía menos de dos años cuando presentó en Estados Unidos su oferta pública inicial (IPO), en 2019, y recaudó más de 600 millones de dólares.
En febrero, cuando Muddy Waters Research publicó un informe que calificaba a la cadena de café de fraude y de un «negocio fundamentalmente quebrado», Luckin desestimó las demandas, calificándolas de «acusaciones engañosas y falsas».
Pero la compañía finalmente admitió sus malas acciones, aunque sin disculparse.
Las empresas chinas que cotizan en la bolsa tienen un historial de fraude y falta de transparencia.
En 2011, más de 50 empresas chinas fueron retiradas de la lista del Nasdaq después de una masiva redada por fraude. Se perdieron miles de millones de dólares en capitalización de mercado.
Si una empresa china quiere cotizar en Estados Unidos, debe ser patrocinada por los bancos de inversión de Wall Street. Los bancos normalmente cobran una comisión del 3 al 7 por ciento del dinero recaudado. También necesitan un auditor registrado en Estados Unidos.
Los bancos de Luckin Coffee son Morgan Stanley y Credit Suisse. Según un informe de Financial Times, su auditor es el brazo chino de Ernst & Young, una de las cuatro grandes firmas internacionales de contabilidad. Los bancos y auditores que patrocinan las empresas chinas tienden a ser las principales firmas de la profesión, pero eso no evita que las cosas vayan mal.
El sistema en sí mismo también tiene lagunas.
China es uno de los pocos países que no permite a los reguladores de Estados Unidos ver sus libros de auditoría. El régimen afirma que los libros son «secretos nacionales» y no pueden ser compartidos con partes externas.
Durante una investigación de fraude en 2015, los reguladores estadounidenses solicitaron los registros de auditoría de nueve empresas chinas, pero las cuatro grandes empresas de contabilidad se negaron a entregarlos.
Las empresas de contabilidad pagaron más tarde 500,000 dólares cada una para resolver la disputa. Pero los reguladores dicen que todavía hay obstáculos significativos para inspeccionar las empresas chinas.
Muchas de las empresas chinas que cotizan en la bolsa en Estados Unidos no son empresas privadas normales, son de propiedad estatal o tienen vínculos estrechos con el PCCh.
Entre las cinco empresas más valoradas, tres son empresas de energía o financieras de propiedad del régimen chino.
Incluso el fundador de la empresa privada Alibaba, Jack Ma, es un miembro del Partido Comunista Chino que ha prometido «entregar felizmente todas sus empresas al Partido si se le pide que lo haga».
Según un reporte de New York Times, uno de los ganadores de la lucrativa oferta pública inicial de Alibaba en Nueva York fue Boyu Capital, una empresa de capital privado fundada por un nieto del exlíder comunista Jiang Zemin.
El multimillonario chino fugitivo, Guo Wengui, dijo una vez que las diez principales empresas chinas, incluidas las supuestamente privadas Huawei, Alibaba y Tencent, son en realidad «empresas estatales militarizadas» y controladas por la familia Jiang.
Estos son los tipos de empresas que toman dinero de los inversores estadounidenses sin la debida divulgación.
En febrero de 2019, había 156 empresas chinas que cotizaban en las tres principales bolsas de Estados Unidos, con una capitalización de mercado total de 1200 millones de dólares.
La implosión de la noche a la mañana de Luckin Coffee no es el final de la historia.
Un experto en el mercado escribió que esto es un «doloroso recordatorio del ‘riesgo extremo de fraude’ que representan algunas compañías con sede en China».
El año pasado, los medios de comunicación informaron que el gobierno de Donald Trump está considerando la posibilidad de retirar a las empresas chinas de los mercados estadounidenses. En un iniciativa separada, el senador Marco Rubio (R-Fla.) introdujo un proyecto de ley el año pasado que eliminaría de la lista a las compañías chinas que no cumplen con las leyes americanas.
Pero hasta ahora, no hay ninguna indicación de si eso sucederá o cuándo.
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