Análisis
Estados Unidos está desplegando sistemas avanzados de inteligencia artificial (IA) y de defensa autónoma para derrotar una invasión de Taiwán.
Estados Unidos considera que la IA es un elemento clave para que Taiwán resista lo suficiente como para recibir ayuda de sus aliados. Conocida coloquialmente como la estrategia del «puercoespín taiwanés», o más formalmente como el Concepto Global de Defensa (ODC, por sus siglas en inglés), se basa en la capacidad de los sistemas de IA para gestionar un gran número de activos militares no tripulados y proporcionar evaluación del espacio de batalla en tiempo real a través de sensores en red.
Pero para facilitar esto, el sistema de defensa estadounidense se apoyará en empresas tecnológicas no militares, como la fundada por el creador de los cascos Oculus de realidad virtual para juegos, Palmer Luckey, Anduril Industries, que se centra en la defensa y la seguridad nacional.
«Por primera vez en la historia, la mayoría de las empresas tecnológicas innovadoras de Estados Unidos no trabajan con el ejército estadounidense», explicó Luckey en julio.
«Rusia y China no tienen estos problemas. Sus mejores empresas tecnológicas trabajan en desafíos de defensa. Sus mejores personas trabajan en los retos de la defensa. Si destinamos todos nuestros mejores profesionales a la optimización de motores de búsqueda y a la distribución de anuncios, ¿cómo podemos esperar competir?».
Muchos ven a Anduril como la próxima Lockheed o Raytheon, y ya se ha asegurado una serie de contratos gubernamentales de alto nivel.
En la actualidad, se cree que es la empresa de defensa de más rápido crecimiento de la historia y cuenta con una importante inversión privada, del propio Luckey, que vendió Oculus a Facebook en 2014 por 2300 millones de dólares. Pero también de otros como el fundador conservador de PayPal, Peter Thiel, y de importantes inversores de capital riesgo como Andreesen Horowitz.
Su producto estrella fue la «torre centinela», un sistema de vigilancia alimentado por energía solar que puede detectar a todas las personas, animales y drones, identificados por separado mediante algoritmos de IA, en un radio de 3 kilómetros de cualquier lugar en el que se encuentre.
Aunque puede funcionar de forma autónoma, cada centinela también puede integrarse en una red, creando una percepción de 360 grados en tiempo real sobre una gran zona. Ya se han desplegado miles de torres centinela a lo largo de la frontera entre Estados Unidos y México, así como para proteger activos militares estadounidenses y aliados en todo el mundo.
Anduril, que lleva el nombre de la espada ficticia del oeste de la trilogía de El Señor de los Anillos de Tolkien, tiene a China en el punto de mira a la hora de planificar el futuro de la guerra.
En julio, la empresa anunció un nuevo acuerdo con los Marines de EE. UU. para desplegar tecnologías de alta gama contra los drones, que según Luckey incluyen interceptores antidrones, tecnologías de interferencia y sistemas de guerra electrónica.
El director ejecutivo de Anduril, Brian Schimpf, ha dicho que también está trabajando en sistemas que escanean grandes áreas del océano y en grandes enjambres de drones capaces de ser operados por unos pocos soldados.
Pero la competencia en materia de IA entre Estados Unidos y China es intensa, y China tiene algunas ventajas fundamentales.
Empezando por el hecho de que todas las transacciones financieras de China, los movimientos individuales, los comportamientos en internet y las interacciones personales de los 1500 millones de habitantes de ese país se escanean en algoritmos de IA, lo que perfecciona la precisión de la IA al tiempo que refuerza el control del PCCh.
Asimismo, los avances comerciales en los sistemas de IA chinos se adaptan rápidamente a las aplicaciones de seguridad nacional, ya que el gobierno tiene acceso ilimitado a cualquier tecnología del sector privado a través de la estrategia de fusión civil-militar implementada en los últimos años.
Esto difiere de Estados Unidos, donde el gobierno no puede cooptar por la fuerza a las empresas estadounidenses o incluso confiar en su patriotismo general. Google, por ejemplo, es famoso por negarse a trabajar con el Departamento de Defensa de Estados Unidos, mientras que otras empresas se han mostrado evasivas cuando se trata de tecnologías con múltiples usos, como las que podrían identificar a los inmigrantes indocumentados que cruzan la frontera sur.
Mientras tanto, Taipei es cada vez más consciente de que sus fuerzas convencionales de alta gama, como aviones, barcos y tanques, no son fiables para la defensa de Taiwán.
Como dijo el almirante taiwanés Lee His-min el 28 de septiembre, las plataformas convencionales son «muy caras, el coste de oportunidad es demasiado alto». En su lugar, sugiere que «para hacer frente de forma eficaz a una invasión a gran escala, Taiwán necesita capacidades asimétricas de gran supervivencia y resistencia. Es decir, un gran número de armas pequeñas, dispersas, móviles y letales».
Para Anduril, los sistemas autónomos de IA son la respuesta, ya que actúan como multiplicadores de fuerza para el ejército taiwanés sin necesidad de estacionar fuerzas estadounidenses directamente en la isla. Dentro de la ODC, el almirante Lee prescribe «un sistema no tripulado que incluye vehículos aéreos no tripulado (UAV), vehículos submarinos no tripulados, vehículos de superficie no tripulados y, especialmente, enjambres de UAV».
La ODC de Taiwán depende de grandes redes, equipadas con sensores y tecnologías de comunicación avanzadas, similares a la torre centinela de Anduril. Estos sistemas operarían, según el almirante Lee, con «una fuerza de asalto de micromisiles tripulada y no tripulada, mejorada por la inteligencia artificial».
Anduril ha guardado un relativo silencio sobre las tecnologías que pueden contribuir específicamente a la defensa de Taiwán, aunque los proyectos anunciados públicamente se centran en la evaluación de la situación en tiempo real, los drones y las tecnologías contra los drones, y los sistemas avanzados de identificación y orientación de la IA. Luckey ha comparado los sistemas de Anduril con los de una estrella de mar, en la que cada subcomponente puede funcionar de forma independiente o conjunta, y en la que no existen puntos críticos de fallo.
La IA y los sistemas autónomos se perfilan como la verdadera transformación bélica de la era de la información. Como señaló el presidente ruso Vladimir Putin, «la inteligencia artificial es el futuro no solo de Rusia sino de toda la humanidad. Quien se convierta en el líder en esta esfera se convertirá en el gobernante del mundo».
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