A finales de agosto, una delegación comercial china, encabezada por el viceministro de Comercio de China, Wang Shouwen, se dirigió a Estados Unidos para una cuarta ronda de negociaciones.
En general se esperaba que no hubiera resultados significativos. La postura china se presentaba en el artículo “Una visión a largo plazo de los cambios históricos de China y la actual confrontación China – EE.UU, un registro del diálogo con la delegación de asesores del Congreso de EE.UU”. (De ahora en adelante, “Registro del Diálogo”).
En el Registro del Diálogo se evitó abordar sobre las disputas de los derechos de propiedad intelectual, demostrando al mundo exterior que China no tenía ninguna intención sincera de resolver la cuestión. Por otro lado, la parte norteamericana no estaba dispuesta a hacer concesiones. El 20 de agosto, hablando con Reuters, el presidente Donald Trump expresó que esta ronda de consultas comerciales produciría solo un progreso mínimo, y que tenía planes a largo plazo para resolver el conflicto económico entre China y Estados Unidos.
China se niega a admitir su infracción de los derechos de propiedad intelectual
En el Registro del Diálogo, el representante chino Chen Wenling ocupa varios cargos: economista jefe del Centro para Intercambios Económicos Internacionales de China, subdirector de la Junta Ejecutiva del Consejo, subdirector del Comité Académico y ex director de la Oficina de Investigación del Consejo de Estado. Sus credenciales indican que la pauta de este diálogo representa la del régimen chino. El contenido del documento se refiere a tres temas principales: la reforma y apertura de China, el desarrollo económico de China y las relaciones chino-estadounidenses.
La primera, reforma y apertura de China, se enfoca en los logros alcanzados desde 1978, en particular en los ámbitos en los que China superó a Estados Unidos.
Por ejemplo, en el Registro del Diálogo se destaca que “la producción manufacturera de China superó a la de Estados Unidos por primera vez en 2010. En 2010, la producción manufacturera de China representó el 19,8 por ciento del total mundial. Estados Unidos cayó al segundo lugar por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial, representando el 19,6 por ciento de la producción manufacturera mundial. En 2016, la producción manufacturera de China representaba el 25,5 por ciento del total mundial”.
El segundo tema se refiere al desarrollo económico de China. Notablemente ausente está cualquier intento de abordar las críticas de Estados Unidos al robo de propiedad intelectual por parte de China como un medio para fortalecer su fuerza competitiva. En cambio, en el Registro del Diálogo se acusa a Estados Unidos de temer la fuerza de China y de trabajar para socavarla: “Para un país que se esfuerza por mantener su posición en la cúspide, es fundamentalmente incorrecto mantener este estatus suprimiendo el desarrollo de otros países”.
En el Registro del Diálogo se culpa a Estados Unidos por causar el exceso de capacidad de China. Refiriéndose al rescate de 2009 otorgado por Beijing, describe que la inversión de China de 4 billones de dólares estabilizó la economía mundial y alivió la crisis financiera ocurrida por las hipotecas subprime en Estados Unidos.
Tercero, en el Registro del Diálogo se enfatiza el desarrollo pacífico de China y se critica a Estados Unidos por su participación en revoluciones de color y la realización de guerras en el extranjero.
En resumen, el documento afirma que China es irreprochable y que toda su desgracia es por el resultado de que Estados Unidos está buscando problemas. Chen Wenling concluyó diciendo que “el presidente Trump considera ahora a China como el principal objetivo de ataque y confinamiento. Esto es elegir una época equivocada, una dirección equivocada y un oponente equivocado”.
Durante sus conversaciones con la delegación de asesores del Congreso de Estados Unidos, Chen calificó la imposición de aranceles por parte de Estados Unidos a China de chantaje comercial y de violación de las normas de la OMC.
Por qué Xi Jinping es reacio a ceder
China adoptó una postura firme en esta guerra comercial entre China y Estados Unidos. Algunos observadores creen que Xi Jinping fue inducido a adoptar esta política equivocada por grupos de expertos tanto dentro de China como en Estados Unidos.
El artículo “Cómo leer las quejas de verano acerca del soberbio líder de China”, publicado por The Economist el 9 de agosto, afirma que, según fuentes internas, mientras que Trump y Xi son bastante amigables en privado, el equipo de Xi escuchó las opiniones de los “americanos equivocados”.
Estos “americanos equivocados” incluyen a personas con negocios de larga data con China continental, así como a los asistentes de Trump y a miembros del gabinete, como el Secretario del Tesoro de Estados Unidos, Steven Mnuchin. Varias razones llevaron a Xi a creer que mientras hiciera concesiones tácticas, podría sobornar al empresario convertido en presidente Trump, el método que China continental siempre había utilizado para apaciguar a los “extranjeros enojados”.
A principios de agosto, China comenzó a denunciar a Hu Angang, el “maestro de la nación”, por engañar a la dirección del Partido Comunista Chino. Hu había afirmado que “la fuerza nacional integral de China ha superado totalmente a Estados Unidos”, y publicó un informe en abril de 2017 llamado “Evaluación Integral de Poder Nacional”, en el que se argumentaba que en términos de fuerza nacional general, China ya había superado a Estados Unidos, y que para 2020, equivaldría a 1,75 veces la de Estados Unidos.
El trabajo de Hu llevó a la conclusión que el desarrollo de China y Estados Unidos era una competencia entre dos sistemas diferentes, siendo el sistema chino muy superior al modelo estadounidense. Esta conclusión fue objeto de un enorme movimiento ideológico.
Desde la Revolución Cultural nunca antes se había destacado a una élite intelectual para tal difusión. A muchos les sorprendió que las autoridades abandonaran repentinamente esta cruzada, ya que se consideraba un medio para encontrar un enemigo al que Xi Jinping debía combatir. ¿Por qué debía detenerse el movimiento?
Solo después de la publicación del Registro del Diálogo se respondió parcialmente a esta pregunta. En realidad, las autoridades no se opusieron a las ideas de Hu Angang. De hecho, creían que China ya había superado a Estados Unidos en algunos aspectos, y que estaba a punto de superarlo en otros.
En el centro de las sanciones de Estados Unidos contra China está el gran volumen de robos de propiedad intelectual de este último y su producción de mercancía barata y falsificada para inundar los mercados estadounidenses. “Made in China 2025″, que se basa en este tipo de táctica, fue percibida como una amenaza para la seguridad nacional de Estados Unidos. Sin embargo, China directamente se niega a admitir la culpa; en cambio, esgrime una línea de propaganda que se repite con frecuencia en toda China: Estados Unidos teme a la fuerza de China y, por lo tanto, considera necesario tratar de contenerla.
Mientras la cuestión de propiedad intelectual siga sin resolverse, será difícil que las negociaciones entre China y Estados Unidos logren un progreso sustancial.
China no puede permitirse ceder en la infracción de derechos de propiedad intelectual
Estados Unidos tiene dos exigencias básicas para China: una, reducir las exportaciones a Estados Unidos y dos, comprometerse de inmediato a poner fin a la infracción generalizada de derechos de propiedad intelectual. China no puede hacer ninguna de las dos cosas.
Si se reducen las exportaciones a Estados Unidos, las enormes reservas de divisas del gobierno chino – la envidia de muchos países – se reducirían precipitadamente. Si China dejara de infringir los derechos de propiedad intelectual, ello equivaldría a derribar los cimientos del “Made in China 2025”. Para China, concederle a Estados Unidos uno o ambos puntos significaría una pérdida total.
En caso de que China se niegue a ceder y haga una resistencia obstinada, Estados Unidos agregará aranceles, y los chinos podrán dejar que el yuan se deprecie. De esta manera, una pequeña cantidad de mercancías chinas podrán llegar a exportarse; en este caso, el peor de los casos sigue siendo la reducción de ingresos de divisas chinas.
Pero hay otra ventaja por no ceder. Aunque la tecnología ya no puede ser robada de Estados Unidos, todavía puede ser extraída del capital extranjero en otros países. La tecnología ferroviaria de alta velocidad china (a la que se hace referencia con orgullo en el Registro del Diálogo) fue tomada y ensamblada desde Japón, Alemania, Canadá y otros países. El 8 de octubre de 2010, el Financial Times de Gran Bretaña describió en su artículo “Cómo China difunde la tecnología de alta velocidad ferroviaria”, que al transferir tecnología ferroviaria de alta velocidad a China, las empresas ferroviarias extranjeras crearon en pocos años múltiples competidores de bajo costo para sí mismas.
Consideremos el asunto más a fondo: las infracciones de los derechos de propiedad intelectual de China afectan a todos los países que poseen tecnología que valdría la pena robar. Si Beijing prometiera no infringir los derechos de propiedad intelectual de Estados Unidos en particular, equivaldría a decir a otros países que esta promesa solo es válida para Estados Unidos, y que China seguirá robándoles a otros. Sería una admisión flagrante que China intimida a los débiles y teme a los fuertes. Por lo tanto, la decisión de China de no ceder en la guerra comercial fue el resultado de un cálculo estudiado. Sería desventajoso de cualquier manera estar de acuerdo con las dos demandas de Estados Unidos. Al negarse simplemente a cooperar, el régimen chino está tratando de minimizar el daño para sí mismo.
Beijing confía en EE.UU. que elija ‘Buenas Noticias’ a mediados de noviembre
China sigue esperando su momento. En mi artículo anterior, “Trump ataca en todos los frentes, con la intención de reescribir el guión de la globalización”, hablé sobre los cálculos de la tabla de arena de Beijing. El Partido puso sus esperanzas en tres puntos principales. Hoy, la situación cambió. Algunas perspectivas se volvieron sombrías, pero otras cambiaron para mejor, por lo que Beijing sigue esperando con confianza.
En primer lugar, China espera que los países de todo el mundo unan sus fuerzas para contener a Estados Unidos. Anteriormente, se esperaba que la Unión Europea (UE) controlara a los Estados Unidos. Hoy, la UE dejó claro que estará del lado de Estados Unidos, y que también suavizó su política arancelaria hacia la UE. Sabiendo que ya no puede contar con la UE, Beijing puso sus esperanzas en Turquía y otros países con economías emergentes para que se opongan a Estados Unidos.
Las disputas diplomáticas entre Estados Unidos y Turquía desencadenaron una crisis económica en Turquía, provocando una caída de la lira de un 40 por ciento. El primer ministro turco Erdogan reprendió duramente a Estados Unidos, proclamando un boicot contra todos los productos electrónicos estadounidenses en represalia por las medidas económicas adoptadas contra Turquía. También pidió a los países no sancionados por Estados Unidos que eviten comerciar con el dólar estadounidense y que utilicen sus propias monedas en la liquidación de cuentas. Esta es una actitud que China aprecia mucho. El 26 de julio, el Banco Industrial y Comercial de China otorgó un préstamo de 3600 millones de dólares al sector energético y de transporte de Turquía.
El segundo punto es la esperanza de que el Partido Republicano, al que pertenece Trump, pierda poder en las elecciones de noviembre de este año. El tercer punto es que otros rivales de Estados Unidos seguirán creando nuevos problemas. Según los principales medios de comunicación de Estados Unidos, Trump se enfrenta a obstáculos por todas partes. Más de mil cámaras de comercio en Estados Unidos y Wall Street se oponen con vehemencia a la guerra comercial. Mientras tanto, el Partido Demócrata está montando una “ola azul”, ya que ganó muchos partidarios que se están preparando para aplastar al Partido Republicano en las elecciones de mitad de período. Según los medios, la “Trumpificación” del Partido Republicano también llevó a una división interna.
Dos acontecimientos recientes otorgaron a China aún más motivos para el optimismo. Primero, porque el presidente Trump acusó a los medios de comunicación de Estados Unidos de difundir noticias falsas, los medios de comunicación están furiosos por la etiqueta y la percepción de ser un enemigo público. El 16 de agosto, cerca de 350 periódicos estadounidenses (la mayoría pertenecientes a un puñado de grandes grupos mediáticos) publicaron un editorial el mismo día en el que se oponían al ataque del presidente Trump contra los medios de comunicación. Es común que los medios de comunicación critiquen al presidente por un error común, pero tomar acciones coordinadas para denunciar a un presidente es una primicia en la historia de Estados Unidos.
Segundo, el ex abogado privado de Trump, Michael Cohen, presentó un caso ante la Oficina Federal de Investigaciones y llegó a un acuerdo con el fiscal federal. Cohen admitió que durante las elecciones generales de 2016, fue responsable de pagar una serie de honorarios de silencio a las mujeres que tuvieron relaciones con Trump. Luego, el 21 de agosto, el jurado de Virginia condenó al ex director de campaña de Trump, Paul Manafort, por ocho cargos de fraude financiero. Aunque los cargos en la acusación de Manafort no están directamente relacionados con “Russia Gate”, la opinión pública estadounidense considera que esto es una prueba de credibilidad para Robert Mueller, el fiscal especial responsable de la investigación de “Russia Gate”.
Por supuesto, China también toma medidas concretas. El asesor de Seguridad Nacional de Estados Unidos, John Bolton, concedió una entrevista a ABC News el 18 de agosto, diciendo que no solo Rusia, sino también China, Irán y Corea del Norte trataron de interferir en las elecciones de mitad de período de Estados Unidos 2018.
¿Cuánto tiempo más continuará esta guerra de desgaste? Solo después de los resultados de las elecciones de mitad de período en Estados Unidos a principios de noviembre será el momento de hacer una nueva evaluación.
He Qinglian es un destacada autora y economista china. Actualmente con sede en Estados Unidos, es autora de “China’s Pitfalls”, que trata sobre la corrupción en la reforma económica de China de los años 90, y “The Fog of Censorship: Media Control in China”, que aborda la manipulación y restricción de la prensa. Escribe regularmente sobre temas sociales y económicos contemporáneos de China.
Los puntos de vista expresados en este artículo son las opiniones del autor y no reflejan necesariamente los puntos de vista de La Gran Época.
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