Se realizó una encuesta de Rasmussen Reports a 1000 adultos estadounidenses los días 28 y 30 de diciembre de 2022. El margen de error de muestreo es de +/- 3 puntos porcentuales con un nivel de confianza del 95 por ciento. El trabajo de campo para todas las encuestas de Rasmussen Reports es realizado por Pulse Opinion Research, LLC, y se considera válido y representativo del sentir de los estadounidenses.
En consonancia con una encuesta anterior de Zogby, Rasmussen descubrió que el setenta y uno por ciento (71 por ciento) afirma haber recibido la vacuna COVID-19, mientras que el 26 por ciento no lo ha hecho. La preocupación por la seguridad de la vacuna es mucho mayor entre los no vacunados. Sin embargo, los vacunados parecen estar despertando a los daños de las vacunas.
Entre los vacunados, muchos de los cuales obligaron a sus familiares o compañeros de trabajo a vacunarse contra COVID-19, ahora el 38 por ciento considera que las muertes inexplicables provocadas por la vacuna son, al menos, algo probables. Mientras que entre los que sabiamente rechazaron las vacunas, el 77 por ciento de los adultos cree que es al menos algo probable que los efectos secundarios de las vacunas COVID-19 hayan causado un número significativo de muertes inexplicables.
Mientras que el 45 por ciento de los no vacunados creen que alguien que conocen personalmente podría haber muerto a causa de los efectos secundarios de las vacunas, solo el 22 por ciento de los adultos vacunados saben de una muerte causada por las vacunas, ¡lo que hace que la media de la población sea de un asombroso 28 por ciento!
Con estos resultados de la encuesta, no es de extrañar que la aceptación de las vacunas de refuerzo sea muy baja, en concreto las ARNm bivalentes que fracasaron en los estudios con animales y se saltaron los ensayos con humanos. Para mí lo que es tan notable acerca de esta encuesta es el fracaso de una extensa campaña de censura en los medios de comunicación y las redes sociales para ocultar los efectos secundarios y las muertes por la vacunación COVID-19. El boca a boca es demasiado fuerte para el FBI, el HHS, los CDC y el personal de censura de las redes sociales. A pesar de los miles de millones de dólares gastados por la Casa Blanca y el «Núcleo Comunitario COVID-19» del HHS para impulsar la vacunación COVID-19 con asociaciones de médicos, medios de comunicación, Hollywood, iglesias, deportes profesionales y grupos comunitarios, nada es más poderoso que perder a alguien de un círculo familiar/social cercano por una muerte por vacunación bien entendida (anafilaxia, miocarditis, coágulo sanguíneo, trastorno inflamatorio multisistémico, hemorragia intracraneal, VITT, progresión de cardiopatía aterosclerótica).
Los resultados concuerdan con una encuesta de la Universidad Estatal de Michigan realizada por el Dr. Mark Skidmore hace un año, según la cual el 22 por ciento de los encuestados conocía a alguien con un problema de salud grave tras la vacunación con COVID-19.
¿Hacia dónde se dirige el complejo biofarmacéutico? La campaña «Una aguja en cada brazo» no va a vencer la profunda resistencia y el miedo a lesionarse o morir con la vacuna. Es hora de retirar todas las vacunas COVID-19 del mercado e iniciar la fase de investigación del desastre.
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Republicado del Substack del autor
Referencias
Las opiniones expresadas en este artículo son las del autor y no reflejan necesariamente los puntos de vista de The Epoch Times.
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